«You Will Die at Twenty»: una vida arrebatada por la superstición
¿Somos criados para vivir o para morir? En la mayoría de los casos, quienes deciden traer a alguien a este mundo, la primera opción ni siquiera está a discusión; pero ese no es el caso de Mozamil (Mustafa Shehata), protagonista de You Will Die at Twenty (2019), apenas la séptima película en toda la historia de Sudán y la primera en 30 años.
En ella, el resignado pero resuelto joven se enfrenta a lo que parece ser un destino seguro; un final prematuro en apariencia que ha definido cada aspecto de su corta vida. ¿Cómo es vivir sabiendo que toda acción puede conducir inevitablemente hacia una muerte temprana? ¿Qué significa rendirse ante un supuesto designio divino? Para el protagonista, todo radica en el poder de la fe.
Alnoor (Talal Afifi) y su esposa Sakina (Islam Mubarak) han recibido a su primer hijo. Aunque felices por su recibimiento, todo cambia durante la ceremonia de nacimiento. Tras una señal de mal augurio, el jeque el pueblo anuncia lo peor: Mozamil ha sido maldito y su muerte llegará a los 20 años.
Consternados por la noticia, Sakina no tiene más remedio que aceptar el mandato de Alá; por otro lado, Alnoor, visiblemente perturbado, decide irse del país en busca de trabajo. Como niño y más tarde como un joven adulto, Mozamil encuentra en el Corán la única manera de hacer valer sus pocos años de vida.
Parte de las cintas que conformaron la sección Venice Days de la edición 2019 del Festival de Venecia, You Will Die at Twenty encierra en su tragedia inminente una historia de sumisión y desamparo. Es aquí donde el título no parece una profecía, sino más bien una orden, y no precisamente de Alá.
Amjad Abu Alala, quien hace su debut cinematográfico con esta obra, diseña inicialmente a Mozamil como un peón de quienes yacen a su alrededor. Su madre, quien teme por él en todo momento, prefiere mantenerlo cerca. Por su parte, los niños del pueblo hacen de las suyas y no dudan en utilizar su anticipado final en su contra. Y su líder religioso no se queda atrás al encaminarlo hacia una existencia dedicada a Alá en busca de algún tipo de clemencia. En otras palabras, Mozamil no controla ningún aspecto de su vida.
Apelando al poder las supersticiones y la influencia religiosa, Alala nos adentra en un mundo en el que la obediencia y rectitud lo son todo. Con su último cumpleaños en puerta, Mozamil hace caso a los mandatos de su líder espiritual y se sumerge de lleno en las enseñanzas de las escrituras y en una vocación servicial, algo ciertamente disonante para un chico que debería estar disfrutando su juventud.
Su sentido moral es tan férreo que no puede evitar sentir indignación al descubrir que ha llevado alcohol en secreto a uno de los clientes de la tienda para la que trabaja. Inadvertidamente, esto abre la puerta hacia el primer gran descubrimiento de su vida: todo lo que hay allá afuera.
En Sulaiman (Mahmoud Elsaraj), el hombre al que le lleva el producto prohibido, Alala tiene a un cínico que lo ha visto todo, pero que sin duda ha perdido algo en el camino. Entregado al dulce licor, el cariño de Set (Amal Mustafa), una prostituta local que le hace ver lo que realmente importa, y cualquier otro placer que tenga al alcance, Sulaiman representa la antítesis de Muzamil, por lo que no tarda en convertirse en objeto de fascinación para este último.
La relación entre ambos personajes funciona como el catalizador de un nuevo entendimiento para el protagonista. Al ver las películas que su amigo, o el padre que nunca tuvo, le pone y escuchar sus historias de antaño sobre cómo era todo antes de la dictadura, Muzamil se enfrenta ante otro dilema: ¿qué pasaría si sobreviviera y pudiera disfrutar de todo aquello?
En casa todo es distinto. Con su madre contando literalmente los días antes de que su hijo sea reclamado por una fuerza mayor, la pesadumbre se siente por doquier. Alala no duda en hacer hincapié de la situación con una serie de poderosos cuadros que nos transmiten la desolación de la familia. En uno, por ejemplo, vemos a Sakina sostener a su hijo en una pose en clara alusión a la Pietà de Miguel Ángel. La comparación con la Virgen María, por supuesto, resulta interesante dado el contexto; pero el vínculo que intenta crear el director y coguionista va más allá de lo religioso. Se trata de una mujer pidiendo misericordia ante la inminente llamada de su Dios. ¿Cómo es que una bendición de pronto se convirtió en una maldición? ¿Qué hizo para merecerlo?
Ese sentido de culpa inexplicable al que Alala hace referencia posiblemente tiene que ver con la condición de un país golpeado una y otra vez por líderes enviciados por ideologías extremistas. El destino de Muzamil, decidido por alguien más, así como ocurre con el millones de personas en todo el mundo, es una afrenta para el libre albedrío y la alegría de vivir.
Su inacción sin duda puede resultar desesperante, pues estamos inicialmente ante un personaje sometido en todos los sentidos; sin embargo, conforme avanza la trama, la frustración también se hace presente en él, lo que lo acerca a otro peligro extremo.
Su vida amorosa igualmente se ve afectada por su insostenible situación. Naima (Bunna Khalid), su enamorada, se enfrenta también a los designios ajenos por el mero hecho de ser mujer. Encontrando un refugio en el otro, cada uno expresa sus temores, pero el contexto en el que se desenvuelven les impide entregarse por completo. Por si fuera poco, el encuentro con Sulaiman ha creado una confusión dentro de Muzamil: ¿realmente pude entregarse al amor a pesar de todo?
Si bien You Will Die at Twenty se centra en la tortuosa experiencia de Muzamil, el conflicto interno de los otros personajes no queda de lado. Como un marginado por otras razones, Sulaiman demuestra sus vulnerabilidades y deseos más profundos, fuera lo de carnal, cuando la comprensión de la soledad finalmente lo golpea.
Por otro lado, Sakina se ve ante el reto de criar sola a un hijo que invariablemente morirá dentro de poco. Su malestar no es evidente para el pueblo, pero que prepare con empeño el funeral de su hijo deja al descubierto una lúgubre resignación.
Alala también tambalea en algunos momentos de la trama, particularmente con el encuentro entre Muzamil y un personaje en específico. La escena en la que interactua con un joven jeque, y en la que surge cierta connotación sexual, no es explorada más adelante, por lo que se da como aceptada. La acción, por supuesto, no impacta por las implicaciones homosexuales, sino por el posible abuso de poder enmarcado en ella. Que Alala la acepte resulta un tanto extraño, sobre todo al distinguir la crítica social y religiosa insertada en la situación de su protagonista.
Con You Will Die At Twenty, Alala surge como una fuerza narrativa muy necesaria, una posibilidad de explorar el impacto religioso en una región tan marginada como la africana. De cualquier manera, entre tanta sumisión y lamentación, el director da indicios de una sensación de liberación latente; la esperanza de que pueblos enteros puedan asumir el control de su vida después de tanto tiempo.
La cinta obtuvo una mención especial por su diseño visual en la edición 2020 Festival Internacional de Cine de Guanajuato.