Anora: Un cuento de hadas sin magia en la realidad de Sean Baker
¿Hasta dónde puede llevarnos una decisión impulsiva? Esa es la pregunta que Anora trata de responder, convirtiendo lo que podría ser una anécdota disparatada en una historia profunda sobre el poder del dinero, las diferencias de clase y la lucha por la independencia en un mundo donde todo parece tener un precio. Sean Baker, ganador de la Palma de Oro, nos vuelve a sorprender con su natural estilo y su habilidad para explorar con empatía la vida de personajes marginados, donde parte de una premisa que podría encajar en una comedia ligera: una stripper que, tras una noche de fiesta en Las Vegas, se casa impulsivamente con el hijo de un oligarca ruso. Pero lo que comienza como un relato de excesos se transforma en una reflexión sobre el poder y las dinámicas de control en una sociedad donde el dinero lo mueve todo.
Mikey Madison brilla en el papel de Ani, una joven que se gana la vida como stripper en Nueva York. Cuando Vanya (Mark Eydelshteyn), un joven millonario ruso, la elige para acompañarlo en una semana de desenfreno, lo que parecía ser solo otro trabajo se convierte en un torbellino que la lleva a un matrimonio impulsivo. Sin embargo, la euforia del momento se estrella contra la realidad cuando la poderosa familia de Vanya, furiosa por la unión, envía a un grupo de matones torpes pero decididos para anular el matrimonio. Lo que sigue es una frenética persecución por Nueva York, donde Ani demuestra ser mucho más astuta, fuerte e ingeniosa de lo que cualquiera esperaba.
Baker vuelve a demostrar su talento para construir personajes complejos y auténticos. Ani no es ni una ingenua víctima ni la clásica femme fatale, sino una mujer moldeada por la dureza de su entorno, pero que nunca pierde su humanidad. Cada gesto y decisión en su interpretación nos deja ver sus miedos, deseos y estrategias de supervivencia.
Anora, un cuento de hadas sin magia
Para ella, este matrimonio no fue solo una transacción conveniente o un escape financiero, sino una especie de sueño fugaz, un cuento de hadas en el que realmente quiso creer. Si bien entiende el juego del dinero y el poder, también es humana, vulnerable y capaz de aferrarse a la idea de que su vida podría cambiar de la noche a la mañana. Vanya, con su torpe entusiasmo y su inmadurez, le ofreció una vía de escape, y ella, pese a su escepticismo, se permitió soñar. Pero mientras para Ani este matrimonio representaba un giro inesperado en su historia, para Vanya era solo una aventura de fin de semana, un capricho juvenil sin consecuencias en su mundo privilegiado. Esa diferencia en la forma en que ambos ven la relación es lo que convierte a Anora en una tragicomedia..
Por otro lado, el personaje de Igor, interpretado por Yura Borisov, es una presencia compleja en la historia. Introducido como un matón al servicio de la familia Zakharov, su papel parece estar claro desde el inicio: un hombre de pocas palabras, acostumbrado a cumplir órdenes sin cuestionar. Sin embargo, desde su primera aparición, hay destellos de humanidad en él, una incomodidad sutil. A medida que la historia avanza y la relación entre Ani y los hombres enviados a “resolver” el problema se desarrolla, Igor se convierte en una figura clave, donde contra toda lógica, empieza a sentir empatía por ella. Su evolución, de ejecutor frío a aliado silencioso, no solo le da peso emocional al relato, sino que refuerza uno de los temas recurrentes en el cine de Baker: la inesperada solidaridad entre aquellos que comparten la misma lucha contra un sistema que los trata como piezas desechables.
Sean Baker y su búsqueda de personajes marginados
Aunque Anora recuerda por momentos a comedias como The Hangover o Mi pobre angelito, Baker evita caer en los clichés, y en su lugar le da un tono crudo y realista que la eleva por encima del slapstick convencional. La película es vertiginosa y divertida, pero nunca pierde de vista el drama humano. Y cuando llega su impactante acto final, golpea con la contundencia de un martillazo emocional. Con Anora, Baker reafirma su lugar como uno de los cineastas más interesantes del cine estadounidense actual. Ha logrado una película tan entretenida como desgarradora, donde el sueño americano se siente como una burbuja a punto de estallar. Pero en medio del caos, nos recuerda que la verdadera fortaleza de sus personajes —y del cine mismo— radica en su capacidad para desafiar las expectativas y encontrar humanidad en los lugares más inesperados.