Un Poeta: La tragicomedia de un soñador

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¿Qué sucede cuando intentas vivir tu sueño en la vida de alguien más? Esa es la pregunta que Simón Mesa Soto intenta responder en su segundo largometraje, Un Poeta, —luego de Amparo y tras ganar la Palma de Oro por su corto Leidi— que nos presenta a Oscar Restrepo (Ubeimar Ríos), un escritor fracasado que sobrevive en Medellín entre borracheras, deudas y frustraciones.

Divorciado, distanciado de su hija y viviendo con su madre enferma, Oscar se aferra al ideal romántico de la poesía, un sueño que se basa en un par de libros medianamente buenos que escribió hace muchos años, aunque su presente se haya reducido a anécdotas y fracasos. Todo cambia cuando acepta un trabajo como profesor de secundaria y descubre el talento excepcional de Yurlady (Rebeca Andrade), una joven que escribe versos con la naturalidad de un prodigio. Convencido de que puede convertirla en la gran poeta que él nunca llegó a ser, decide tomarla bajo su tutela, recordando inevitablemente a The Kindergarten Teacher, donde una profesora proyecta sus propias frustraciones en el talento precoz de su alumno, quien coincidentemente también escribe poesías.

un poeta

La película inicia como una comedia de humor negro, nos reímos de Oscar, de sus torpezas y borracheras, de sus intentos fallidos por encajar en un mundo cultural que lo ha dejado atrás. Pero a medida que avanza la historia, la risa se transforma en compasión. Comenzamos a ver la fragilidad de un hombre que, pese a su soberbia y sus errores, busca hacer las cosas bien y encontrar un sentido a su vida, aunque sea a través de los logros de otra persona. Ese arco emocional —de burla a lástima— es uno de los mayores aciertos de la cinta, que equilibra sátira y humanidad sin caer en el sentimentalismo fácil.

La Sociedad de los Poetas Muertos

Rodada en 16mm para resaltar su textura y naturalidad, Un poeta mantiene una puesta en escena visceral y directa, que prioriza el vínculo entre Oscar y Yurlady. Mientras él intenta moldear su talento, ella se muestra indiferente a la idea de “triunfar” en un circuito que la quiere como símbolo del “progreso en los barrios pobres” antes que como creadora. La química entre Ríos y Andrade sostiene el corazón emocional de la película, que en su tramo final profundiza en un terreno más caótico y oscuro, con acusaciones que amenazan con destruir lo poco que Oscar ha logrado.

Aunque Un poeta logra emocionar y provocar ternura hacia su protagonista, algunos pasajes se sienten demasiado prolongados o cargados de patetismo, rozando el límite entre la sátira y la humillación gratuita. El tercer acto, en particular, pierde algo de foco: las acusaciones contra Oscar se acumulan y la trama se vuelve más caótica, estirando innecesariamente la historia.

Mesa Soto aprovecha la relación maestro-alumna para explorar la mercantilización del arte y las dinámicas de poder en el mundo cultural. Entre la risa incómoda y la melancolía, Un poeta es un retrato del artista como figura suburbana, aferrado a su integridad en un entorno que mide todo en términos de utilidad y beneficio. Un recordatorio de que incluso los soñadores más erráticos pueden dejar huella, aunque el mundo no sepa reconocerla.

Puntaje: 8/10

Vista en el Festival de Cine de Lima