La Habitación Negra: una película sobre la falsedad, que se siente falsa
¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para ser famoso? En un mundo donde los “likes” parecen tener más peso que la autenticidad, La Habitación Negra intenta responder esa pregunta a través de la historia de una influencer dispuesta a hacer cualquier cosa por conseguir fama. Dirigida por Pedro Flores Maldonado y protagonizada por Yiddá Eslava, la película peruana parte de una idea potente: explorar el lado oscuro de las redes sociales, ese espacio donde la exposición constante rompe los límites entre la vida real y la idealización.
Una crítica al mundo de la exposición digital

La cinta comienza con una influencer que transmite cada momento de su vida para su audiencia. Desde la primera escena —en la que se maquilla antes de fingir que “recién se despierta” frente a la cámara—, la película plantea una crítica directa al mundo de las apariencias y del espectáculo digital. Su sueño es ingresar a La Casa de los Influencers, un reality exclusivo para los más populares, y para eso necesita llegar a cien mil reproducciones en sus videos, pero está decidida a hacer lo que sea para logarlo. Pero todo cambia cuando es secuestrada y encerrada en una habitación oscura, desde donde deberá cumplir una serie de humillantes retos —transmitidos en vivo— para poder sobrevivir. Lo que parecía una parodia del exhibicionismo online se convierte en una pesadilla transmitida para miles de espectadores, entre fanáticos, haters y curiosos.
Sin embargo, la propuesta se derrumba en su ejecución. La Habitación Negra parte de una idea prometedora —la deshumanización del influencer como producto—, pero fracasa en todos los niveles de su realización. La actuación de Yiddá Eslava es fallida, probablemente, de las menos logradas del cine peruano reciente: ni su rostro ni su cuerpo expresan el terror, la angustia o el dolor que el personaje atraviesa. En escenas donde la desesperación debería ser insoportable —como cuando se arranca las uñas con un alicate o bebe su propia orina—, su interpretación carece de credibilidad. La película pide una entrega física y emocional que simplemente no ocurre.
Una idea interesante, mal ejecutada

Buena parte de la responsabilidad recae también en la dirección. Pedro Flores Maldonado, quien ya había trabajado con Eslava en la trilogía Sí, mi amor, no parece interesado en arriesgar o explorar nuevas herramientas narrativas ni en exigir profundidad actoral. Las escenas dentro de la habitación —que ocupa casi toda la película— carecen de tensión visual, y la iluminación es tan deficiente que ni siquiera logra construir la atmósfera asfixiante que el título promete. Técnicamente, la cinta desaprovecha sus recursos: un solo escenario, una sola actriz y una idea que podría haber funcionado en manos de un director con mayor rigor cinematográfico.
A pesar de ello, hay algo rescatable en el riesgo. La Habitación Negra intenta acercarse a un tipo de cine poco explorado en Perú: el thriller psicológico con tintes de horror social, similar a propuestas como Would You Rather, 13 Sins o Escape Room. Es una apuesta diferente en un panorama nacional dominado por comedias o dramas sociales. Sin embargo, su principal problema no está en la ambición, sino en la falta de entrega, rigor y responsabilidad cinematográfica. La Habitación Negra parte de una idea potente, pero se siente ejecutada con poca preparación y sin el nivel de compromiso que un proyecto así exige. Lo que podría haber sido una película incómoda y necesaria termina pareciendo una propuesta apurada, más pendiente de generar impacto inmediato que de construir una verdadera experiencia cinematográfica.
Una crítica al mundo de los influencers… hecha por influencers


La película cae en lo mismo que intenta criticar: la superficialidad. Todo se siente falso, exagerado, sin emoción. Incluso, cuando aparecen cameos de influencers reales. Esa escena debía sumar realismo, pero por el contrario, se siente forzada, mal actuada, puestos ahí para “atraer seguidores” y views a la película. Eso es justo lo que la película pretende criticar: usar la influencia como atajo, como si de eso dependiera tu valor o calidad. Si tu propuesta es “el algoritmo nos ciega”, pero tu puesta en escena imita al algoritmo, la película se te da vuelta. Y el resultado final, lo vemos en pantalla, y en la taquilla.
Y finalmente, el producto que nos entregan es un espectáculo vacío sobre la falsedad de los influencers, hecho con la misma superficialidad que pretende criticar.