El implacable: una historia de venganza con poco ingenio
Basada en la novela The Chinaman, publicada por Stephen Leather en 1992, con guión adaptado por David Marconi, The Foreigner (El implacable 2018) es la más reciente película del desdibujado Martin Campbell, un filme de suspenso y acción de una calidad más cercana a Linterna Verde (2011) que a sus grandes trabajos en GoldenEye (1995), La máscara del Zorro (1998), La leyenda del Zorro (2005) y Casino Royale (2006).
Coproducida por Gran Bretaña y China, la película ha recibido críticas mixtas (más tomatazo que reverencia), pero recaudado 137 millones de dólares en taquilla mundial. El éxito comercial depende enteramente del morbo de ver actuar juntos a Jackie Chan y Pierce Brosnan, quienes con su excelente interpretación rescatan a The Foreigner de ser un completo fiasco. La mayoría de las críticas negativas señalan la gran similitud entre esta película y la saga Taken. Aunque The Chinaman es anterior a las películas protagonizadas por Liam Neeson, las similitudes son bastantes. Por otro lado, no he leído la novela, así que no puedo establecer si el parecido temático o formal es coincidencia o si se trata, en efecto, de una copia a Taken.
El reinado de la venganza
Tarantino triunfó de inmediato gracias a su capacidad para leer el gusto de la audiencia. Cuando se dio a conocer con Perros de Reserva (1992) y Pulp Fiction (1994) fue contra la opinión de muchas personas en la industria, quienes argumentaban que su estilo desagradaría a las audiencias (por aquel entonces fue Harvey Weinstein quien lo respaldó). Aunque violentas y poco ortodoxas, ambas películas se convirtieron en cintas de culto (números 77 y 7, respectivamente, en la lista de las 250 películas mejores votadas de IMDb) y consagraron a Tarantino como símbolo de una renovación formal en Hollywood. Ese mismo «tino», que se dice adquirió en sus años como dependiente de un videoclub, hizo que en 2003 y 2004 causara sensación con las dos entregas de Kill Bill. Las películas de Tarantino, aunadas a la «Trilogía de la venganza» que Chan-wook Park dirigía en Corea del Sur por las mismas fechas, supusieron un renacer popular de las historias de vendetta; revival que desde entonces no ha pasado de moda.
Pese a introducir a la trama elementos políticos y de espionaje, The Foreigner es una simple historia de venganza. El drama político-terrorista es apenas la escenografía de un filme sobre la toma de justicia personal que se suma al inmenso número de filmes sobre venganza que se han estrenado en los últimos 15 años, mismo que sobrepasa al de películas sobre superhéroes. Si esto les parece exagerado, bastará con añadir a los de Tarantino y Park títulos como The Punisher (2004), V de Venganza (2005), Hard Candy (2005), Enfrentados (2006), los bodrios de Ghost Rider (2007, 2011), Sweeney Todd (2007), la trilogía Taken (2008, 2012, 2014), La ultima casa a la izquierda (2009), Faster (2010), las dos cintas de Machete (2010, 2013), la trilogía I Spit on Your Grave (2010, 2013, 2015), Noche de venganza (2011), Colombiana (2011), Django (2012), Prisioneros (2013), las de John Wick (2014, 2017), El renacido (2015), Deadpool (2016), Actos de Venganza (2017), La hora de la venganza (2017), In the Fade (2017) o The Killing of a Sacred Deer; por mencionar algunos entre cientos que olvido.
Sin rastro de originalidad
Comencé a ver la película con ingenuas esperanzas. Las primeras tomas merecen una mejor película: la inaugural en un picado perfectamente vertical (la cámara suspendida en el balcón), me predispuso a una cosa distinta. Pero de ahí, los chispazos de creatividad se disuelven en un río de clichés; una retahíla de lugares comunes, de escenas de acción a medias sacadas de Taken y a medias de las películas de Jackie Chan en los 90,con secuencias de explosiones inverosímiles, presentadas con un efecto phantom poco ingenioso que la hacen indistinguible de al menos una docena de películas del año anterior.
La experimentada carrera de Campbell no le sirve para franquear la mediocridad. La audacia que encontramos en GoldenEye o en Casino Royale están ausentes aquí. Los giros políticos se caen. No hay nada memorable o innovador. Es de esas películas que no nadie verá al año siguiente de su debut, salvo que sea en un viaje de autobús y si su trama no será olvidada es porque se parece demasiado a Taken. Pero nada de esto es un secreto porque, para eso está hecha esta cinta: para recaudar carretillas de dinero explotando sin esfuerzo ideas refritas con protagonistas carismáticas como Jackie Chan y Pierce Brosnan. Cumple su propósito, precisamente por las actuaciones de los veteranos actores, quienes rescatan el filme y hacen que valga la pena el morbo de verla.
El bruto y el condescendiente
Resumo los principales errores de The Foreigner con dos términos: redundancia e incongruencia. Si decides llenar de diálogos una película, más vale que estos sean buenos. Me molesta que una historia ponga a conversar a los personajes para contar o explicanos todo; lo percibo como una carencia creativa a la hora de contar las cosas por medio de imágenes (¿acaso no se trata de eso el cine?). En The Foreigner abundan los diálogos inverosímiles; sin esperarlo, tenemos a los antagonistas alardeando entre sí por los atentados realizados (como si no hubiese otro modo de decirnos lo malvados que son) o explicando situaciones que es evidente que ya conocen, lo que se interpreta claramente como un mensaje a la tercera persona (poco falta para que digan sus líneas viendo hacia la cámara).
También encuentro incongruencias lógicas que se recalcan con facilidad. Hay un momento en que el personaje de Jackie Chan quema las fotos de sus hijas, lo que uno podría deducir como un intento por dejar atrás el recuerdo; algo que no coincide porque es de ese recuerdo de donde nace la venganza que lo impulsa a vivir. Tampoco podemos interpretarlo como un intento por desprenderse de sus raíces, en caso de creer que el personaje desaparecerá tras completar su misión, pues vuelve a donde mismo. Además, y sobre todas las cosas, resulta difícil de creer que un anciano exhausto que renguea al inicio de la película tenga más energía que un atleta olímpico de 20 años de edad y casi el mismo ingenio para fabricar armas de Macaulay Culkin en Home Alone.
La magia del cine: el fénix de las artes
La duración innecesaria de la película se desprende de su decisión más importante: las secuencias de pelea que se alargan más de lo necesario y que, además, se repiten sirven para dar más presencia a Jackie Chan. La única razón para enviar matones desde Belfast en abonos es para dejar en claro que el anciano es un «cabrón». La misma conclusión se extrae de las tomas abiertas que muestran a Jackie preparándose para la batalla (guiño a Rocky Balboa) o las que muestran su cuerpo lleno de cicatrices (guiño a Rambo). Esta última, que nos muestra que el actor está bastante ejercitado, sirve para hacernos ver que el personaje la ha pasado muy mal; pero resulta un poco innecesaria ya que la película no pierde ocasión en recordarnos su tormentoso pasado (Pierce Brosnan leyendo su expediente, el recorte de periódico al que se hace zoom en varias ocasiones, los flashbacks del personaje, o los diálogos entre los antagonistas).
Todo lo anterior tiene como único fin revivir a uno de los íconos del cine de acción de los 90. La conclusión es clara: el mundo está tan necesitado de celebridades populares dentro del cine de acción (que no sean superhéroes) que no le importa explotar los recuerdos que despierta en todos el actor asiático. La taimada táctica, es un eco de aquel ritual de resurrección de la nostalgia que, en tres ocasiones, reunió hace pocos años a actores como Sylvester Stallone, Jason Statham, Harrison Ford, Arnold Schwarzenegger, Mel Gibson, Wesley Snipes, Dolph Lundgren, Jet Li, Antonio Banderas, Dolph Lundgren y Bruce Willis, lo que resultó en tres churros infumables llamados The Expendables.
La única razón para ver a The Foreigner es Jackie Chan, quien escapó de aquél experimento, realizando un filme de acción y artes marciales a sus 63 años. En ese sentido, el actor cumple y de sobra. Fiel a sus ideas, se rehúsa a utilizar dobles de acción y, aunque no desprende la misma potencia que en los 90, resulta digno de aplauso verlo en tan buena forma. Y menos mal que Jackie Chan aún cae bien, porque sólo así se puede soportar ese final horrible, prejuicioso y cliché que no les voy a contar por respeto a aquellos que aún quieran verla, a quienes sólo me queda decir: avisados están.