Siren: el canto mítico del mar

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En la Antigua Grecia, las primeras sirenas fueron mujeres hermosas, con alas y cuerpo de pájaro. Con el pasar del tiempo, los mitos les añadieron una cola de pez. Eran seres que, mediante su canto, hipnotizaban a los marineros y los llevaban hacia una muerte marítima.

Según Pascal Quignard, fueron tres los personajes mitológicos que se enfrentaron a las sirenas: Orfeo las venció con su música, Butes cedió lanzándose al mar, y Odiseo pidió a su tripulación que se le atase al mástil para poder escuchar el canto marino sin precipitarse a las aguas.

Se dice que una sirena llamada Parténope fue condenada a muerte por los dioses tras no poder doblegar a Odiseo. Se dice que su tumba yace bajo la ciudad italiana de Nápoles. Allí existe una estatua en su honor. Parténope feneció de amor. Se enamoró de Odiseo.

El mito homérico parece revivir en la historia de Siren, una serie producida por Free Form, estrenada en marzo de 2018 y transmitida por Sony. En 10 capítulos resaltan los elementos procedentes de las historias griegas: la soberbia del hombre, su apetito de conquista, su incomprensión sobre la naturaleza… en un lugar que es tumba de sirenas, con un amor que hiere y mata.

BRISTOL COVE.

La historia sucede en Bristol Cove, un gélido pueblo pesquero conocido por sus leyendas sobre sirenas. Aquí reside el biólogo Ben (Alex Roe) y su familia, cuyos antepasados tuvieron cercanía con las musas del agua. Pero se piensa que se trata sólo de un mito y las sirenas son vistas como una mera atracción turística, donde sus historias están lejos de ser una realidad.

En la tormenta de una noche, una embarcación pesquera captura algo extraño. Los navegantes se atemorizan, ven al animal desconocido revolcarse entre las redes. El espécimen ataca, hiere a uno, la tripulación pide ayuda. Pero en lugar de la policía llegan militares en un helicóptero, quienes secuestran al malherido y se llevan a la sirena.

Aquí la historia toma forma. La búsqueda del pescador desaparecido lleva al corazón de un programa militar. En el pueblo aparece una chica misteriosa, se percibe desorientada. Da pasos lentos, torpes, inseguros, como si fuese una neonata. La joven adopta un nombre humano: Ryn (Eline Powell). Busca a su hermana. Es una sirena.

La serie propone una alianza principal entre los personajes de Ryn, Ben y Helen (Rena Owen). Tres entes, tres perspectivas como los picos del tridente de Poseidón. Dos polos y un cruce; unión entre dos mundos, entre la tierra y el mar. A su vez, son ayudados por un cuarto personaje: Maddie (Fola Evans-Akingbola), quien se encuentra en un grado menor.

Las sirenas son perseguidas. Sus cantos de dolor obsesionan a los hombres. Se les culpa. Les toca defenderse. Las soluciones escasean en una sociedad ignorante, aislada y que es incomprensible ante lo que no conoce.

Se teme que el odio humano emerja y que el pasado se repita. En Bristol Cove, como en Nápoles, hace siglos, existió una historia de amor entre un hombre y una sirena. Ella, al igual que Parténope, murió por amar. El amor la destruyó. Su sangre corrió por las costas del pueblo. Su tumba canta en sus bosques.

La trama de esta primera temporada lanza un vaticinio: ¿Es posible que el triste pasado de Bristol Cove se refleje en Ben y Ryn?

MENSAJE

Más allá del mito, el mensaje de Siren versa en un llamado ecológico sobre la inconsciencia del hombre con su entorno, con su falta de respeto hacia la naturaleza, en este caso, hacia el mar. El saqueo en el reino de Poseidón se ha vuelto inverosímil.

En septiembre pasado, Daniel Pauly, investigador francés, advirtió, en el diario español El Pais, sobre el saqueo en los océanos. La alta demanda de pescado y otros animales marítimos en el mercado, ha provocado la aparición de la pesca ilegal.

En 2016, un estudio arrojó que la humanidad pesca más de 109 millones de toneladas de peces de forma ilícita al año. Es decir que el 30 por ciento de las capturas marítimas no son reportadas a la ONU. Este estrato carece de regulación, por lo que no se sabe nada sobre si los peces capturados ilegalmente son crías o adultos, o que cantidad exacta se captura de cada especie.

En la serie, las sirenas son obligadas a dejar el mar porque su alimento marino escasea. La alteración de los ecosistemas causa que las especies migren fuera de su hábitat. La pesca no controlada es biológicamente insostenible. La naturaleza produce los peces, el hombre no. El hombre sólo consume. Si se sobreexplotan los océanos pronto no habrá qué pescar. Como escribió el nauta colombiano Mauricio Obregón: Encontrar el infierno es fácil, aunque salir sea más difícil.