“The Girl Next Door”, el fin de la inocencia y el inicio de la brutalidad
¿Qué tan despiadado, miserable y falto de escrúpulos se debe ser para lastimar de las formas más atroces a un inocente niño? ¿Qué tan ruin y dañado se debe estar para atreverse a flagelar, violar y destrozar la mente y el cuerpo de un infante? Si se quiere saber la respuesta lo único que se debe hacer es mirar The Girl Next Door (2007), una terrible historia basada en un hecho real y llevada a la pantalla grande por el director Gregory Wilson.
En 1958, tras perder a sus padres en un accidente automovilístico, las jovencitas Meg y Susan Loughlin son puestas al cuidado de su tía Ruth, quien aprovecha cualquier oportunidad para castigarlas. Sin embargo y conforme avanza el tiempo, la mujer infringe reprimendas cada vez más atroces a las muchachas, al grado de permitir que un grupo de niños y adolescentes torturen y violen innumerables veces a una de ellas.
Si piensan que la trama de esta película pareciera haber salido de la retorcida mente de algún escritor de novelas de terror, no están para nada equivocados, pues dicha historia está basada en un libro de Jack Ketchum, famoso por sus relatos macabros. Sin embargo y por increíble que parezca, esto resulta más impactante cuando se sabe que el escritor se inspiró en la historia real de Sylvia Likens, la joven a quien está cinta trata de hacer honor en tan sólo una hora y media de duración.
La película inicia presentándonos a un adulto David Moran (William Atherton/Daniel Manche), quien tras ser testigo de un accidente recuerda su vida de niño, una época que se suponía debió ser feliz para él y sus amigos pero que, en cambio, se convirtió en el peor momento de su vida cuando conoció a Meg (Blythe Auffarth) y su hermana, dos mujeres que debieron soportar el más duro infierno a manos de su tía Ruth (Blanche Baker).
El infierno al que nos referimos no es otro más que al de la pérdida de la inocencia de las maneras más atroces, pues si bien todo comienza como pequeños castigos que no van más allá de unos cuantos azotes en los glúteos para ambas niñas cada vez que cometen una “travesura”, las cosas poco a poco alcanzan un grado tal de inhumanidad que resulta difícil creer que en verdad ocurren este tipo de situaciones en el mundo.
Así, cuando la película simple y sencillamente muestra la vida de unos cuantos niños en un verano cualquiera, el espectador pronto se percatará que lo que está por mirar se asemeja más a una historia de terror que a un cuento de hadas. Y es que si bien inicialmente vemos a David (Manche) ser feliz con sus amigos y Meg –quien pronto se convierte en su primer amor-, los eventos comenzarán a retorcerse cuando Ruth, la tía de esta última, entra en escena.
Esto ocurre debido a que si bien Ruth se ha vuelto la tutora de Meg y su pequeña hermana, por alguna extraña razón que no se explica (pero que se sobreentiende), les guarda un extremo rencor no sólo a ellas niñas, sino al género femenino en sí, por lo cual ellas serán el recipiente en el que descargue su ira.
Es por esto que las hermanas siempre serán las culpables de todo lo malo que les suceda, pues a fin de cuentas Ruth es una mujer trastornada para quien el hombre nunca tendrá la culpa de pecar, pues la mujer es aquella que lo incita a hacerlo por el simple hecho de ser mujer.
Claro, las desgracias hacía Meg a las que nos referimos no llegan de un momento a otro, sino que su tormento evoluciona lentamente. De esta forma la película plasma ciertas secuencias que poco a poco nos dejan ver los maltratos que la chica sufre por parte de Ruth. Así, el espectador podrá darse cuenta de sutiles pistas que dejan entrever los abusos hacia la adolescente sin la necesidad de que éstos se vea en pantalla (en un inicio), pues la verá desde ser privada de divertirse con los demás niños, hasta suplicar por comida a alguno de ellos.
Por supuesto estos maltratos fuera de pantalla no duran mucho, sino que más pronto que tarde estamos viendo tanto a Meg como a su hermana ser golpeadas por su tía frente a las cámaras. Y aunque sean simples azotes o malas palabras, todo esto resulta más crudo debido a que son humilladas por Ruth frente a otros niños y adolescentes, incluso obligadas a desnudarse ante sus ojos.
Ahora, si uno se pregunta por qué estos niños no hacen nada por impedir dichos maltratos hacía ellas, esto es porque el maltrato y dominio psicológico de Ruth también se extiende a ellos, ya que mientras a unos los amenaza con hacerlos sufrir si cuentan algo de lo que ven a sus padres, a otros les permite beber cerveza y fumar tabaco cual si golosinas fueran, es decir, los premia con las libertades que sus padres no les darían. De esta forma para ella es fácil controlarlos; un control que, como veremos, llegará a extremos inconcebibles.
Así, llega un nivel en el que Ruth no tiene que hacer nada más que ordenar a estos niños que castiguen a Meg de la forma en que ellos quieran y deseen para que esto se cumpla. No obstante, lo peor llega cuando la locura y el sadismo de la tía crecen al punto de tener amordazada y “encadenada” en el sótano a la pobre adolescente. Por supuesto, está de sobra el mencionar que este escenario es perfecto para que el grupo de amigos haga con ella todo lo que quieran y cuantas veces quieran en una total privacidad y sin miedo a represalias.
De esta forma veremos cómo la humanidad y dignidad de Meg se pierden poco a poco, al grado de rebajarla de una mujer a un simple bulto al cual cortar, golpear, magullar y hasta penetrar cada vez que se quiera. Sabemos bien que esto último podría leerse un tanto explícito, pero a fin de cuentas es lo que muestra la cinta y, más aún, recalcamos que todo lo que han leído hasta el momento está basado en una historia totalmente real.
Es por ello que The Girl Next Door es una película que no sólo nos demuestra los niveles de violencia y locura a los que puede llegar el ser humano, sino que en muchas ocasiones son los inocentes quienes deben pagar por ello. Además es una obra que nos recalca la triste verdad en el cine: no todos los finales son felices, sino que a veces, y sólo a veces, los desenlaces más trágicos suelen ser los más reales.
Nota: Existe otra versión de esta misma historia llamada An American Crime, la cual es protagonizada por Ellen Page y que resulta incluso más fiel al terrible caso de Sylvia Likens. Si quieren leer más sobre ello, los invitamos a hacerlo aquí.
Te compartimos el trailer de The Girl Next Door: