“Infierno en la tormenta”, suspenso y tensión extrema bajo el agua
Si de películas de animales salvajes y gigantes se trata, tal vez lo más que uno esperaría ver sería destrucción sin causa y una trama hecha meramente para entretener, por ello, cuando una cinta de este tipo logra no sólo tener cierta coherencia, sino también una historia por atrapante que mantenga al espectador al filo de la butaca, lo menos que se puede hacer es aplaudirle, algo que bien demuestra Infierno en la tormenta (Crawl, 2019), del director Alexander Ajá y el productor Sam Raimi.
Haley (Kaya Scodelario) es una experta nadadora quien junto con su padre Dave (Barry Pepper) queda atrapada dentro de su casa a mitad de una enorme tormenta. Sin embargo el mayor de sus problemas no será la torrencial lluvia ni los tempestuosos vientos, sino la horda de cocodrilos gigantes con los que ella y su papá han quedado atrapados.
El cineasta francés Alexander Ajá es un hombre que cuenta con uno de los mayores prestigios en el cine de terror actual gracias a grandes obras como Alta tensión (2003) –perteneciente al llamado extremismo francés- y Las colinas tienen ojos (2006) –uno de los mejores remakes de la historia-, por lo cual, para muchos resultó no sólo disonante, sino también bastante dudoso su salto de este tipo de tramas a una donde los villanos fueran enormes cocodrilos.
Sin embargo, Ajá supo manejar de forma magistral el uso del suspenso, la tensión y la intriga para crear una película que, sí, en todos los sentidos resulta ser mejor de lo que se esperaría. Esto se debe principalmente a que Infierno en la tormenta es un producto impactante de principio a fin, capaz de mantener el suspenso desde sus primeros minutos y hasta el último segundo de metraje, literalmente.
Esto último es el resultado de un buen manejo de sustos que, sin llegar precisamente al jumpscare, suceden en momentos inesperados que uno simplemente no ve venir, por lo que la película tampoco se vuelve predecible a pesar de surgir de una idea tan genérica y contar con un desarrollo muy simple.
Sin embargo, es precisamente su desarrollo simple lo que la ayuda a sobresalir, ya que Ajá no pierde el tiempo en profundizar en los personajes ni muchos menos en dotar a la película de un trasfondo, sino que es directa y firme, va sin tropiezos a lo que verdaderamente importa: la supervivencia de una mujer y un hombre a punto de ser devorados por gigantescos caimanes.
Por supuesto, sobrevivir no es nada fácil para los protagonistas, ni mucho menos indoloro, ya que también deben superar los constantes dolores físicos y las heridas causadas por filosos dientes que si bien los triturarán, de igual manera son capaces de desgarrar la tranquilidad del espectador, quien al igual que ellos estará en constante temor y peligro al no saber en cuál momento ni de qué manera se presentará el siguiente ataque.
Es por ello que Infierno en la tormenta termina siendo cual su nombre lo indica: una tormenta, pues al igual que ésta los momentos de calma que contiene sólo sirven como advertencia antes del despertar de un peligro reptante y hambriento.
Sin embargo, no es sino hasta los últimos 15 minutos de su poco menos de hora y media de metraje que la cinta reluce su verdadero potencial, creando una exquisita tensión que seguramente hará desear al espectador nunca encontrarse de frente con un caimán, por más pequeño o grande que el animal sea.