“Annette” (2021): un cuento de canciones y furia

Leos Carax, director francés, retoma el cine nueve años después de Holy Motors (2012). Ahora regresa a lo grande y dando mucho de qué hablar tras su exitoso paso por el último Festival de Cannes con Annette. ¿Habrá cumplido este curioso musical con las expectativas?
La cinta cuenta la historia de amor entre Henry y Ann (interpretados por Adam Driver y Marion Cotillard). Él es un comediante de estilo provocador; ella, una exitosa cantante soprano. Juntos vivirán un apasionado romance, muy marcado por la vida mediática de ambos. Fruto de esa relación nacerá una hija llamada Annette, cuyos dones excepcionales cambiarán por completo sus vidas.
Tratándose de un musical, Annette es todo y nada de lo que se podría esperar de una cinta del género. Incluye canto y coreografías, pero se cuenta de forma poco convencional, convirtiéndose en una experiencia única. Se trata de un acercamiento punzante al mundo moderno, donde todo sentido de realidad es falaz. El ambiente de fantasía se construye con colores intensos y música deslumbrante, mientras se expone el lado más oscuro y real de la fama: ese gran y frágil artificio que puede llegar a ser también profundamente desolador.

La narrativa no es sencilla: apela más a ideas metafóricas que a hechos concretos, guiando una historia que el espectador debe ir armando a medida que avanza. Las composiciones del dúo musical Sparks aportan un toque distintivo gracias a sus canciones pegajosas. Al ser también los guionistas, se entiende la decisión de prescindir de muchos diálogos para dejar que la música comunique lo máximo posible. Todo esto, sumado a la poco ortodoxa puesta en escena de Carax, da lugar a los mayores aciertos y también a los principales defectos de la cinta. Porque sí: Annette falla cuando, por momentos, peca de excesiva.
Al ser tan abstracta, puede llegar a abrumar hacia la mitad, provocando cierta desconexión con lo que se ve en pantalla. Es probable que repela al espectador más casual, por lo cual conviene verla sabiendo que no será un visionado fácil ni complaciente. Sin embargo, a pesar de estos problemas, las cosas que hace bien, las hace de forma sobresaliente.

Una de esas cosas es, sin duda, el trabajo actoral. Tanto Marion Cotillard como Adam Driver entregan interpretaciones comprometidas, siendo especialmente Driver lo mejor de la película. Su entrega física y emocional es total; se convierte, literalmente, en el cuerpo de la obra. Cotillard, por su parte, representa el alma del film, encarnando con delicadeza la constante lucha de sentimientos que atraviesa cada escena.
En conclusión, no podría decir que Annette sea una obra redonda. Su ritmo irregular y su exceso de abstracción no juegan a su favor, y varias de sus complicaciones podrían haberse evitado. Aun así, me parece una de las películas más destacables del año por su fascinante estética, su actitud retadora ante las formas tradicionales de hacer cine y su valentía para desconcertar a la audiencia. Una cinta para amar u odiar, pero imposible de mirar con indiferencia.