[Crítica] Materialists (2025): entre el amor y el dinero

¿Es posible elegir pareja con la cabeza y no con el corazón? Esa es la pregunta que plantea Celine Song en Materialists (Amores Materialistas, en español), su segunda película tras la aclamada Past Lives. El relato sigue a Lucy (Dakota Johnson), una casamentera de éxito en Nueva York que ayuda a millonarios a encontrar pareja como si fueran transacciones de bolsa, aunque en su propia vida sentimental está atrapada entre dos hombres opuestos: Harry (Pedro Pascal), un financista rico y encantador, y John (Chris Evans), un actor bohemio que apenas sobrevive.

La película arranca con un prólogo insólito —un romance cavernícola que conecta amor con intercambio de bienes— y pronto se instala en la lógica de una comedia romántica moderna, con triángulo amoroso incluido. Johnson muestra a una Lucy con glamour y vulnerabilidad, Pascal encarna al “unicornio” perfecto de las apps de citas y Evans ofrece uno de sus papeles más sensibles hasta ahora, aportando melancolía al bohemio fracasado que todavía guarda la chispa de un viejo amor. Song maneja estos personajes con diálogos cuidados y cierta ironía sobre la forma en que hoy entendemos el matrimonio: ¿alianza económica o gesto de amor verdadero?
Entre el cinismo y el romanticismo
El gran mérito de Materialists está en cómo juega con los códigos del género. Song mezcla el humor de la screwball comedy, la sofisticación de Jane Austen y la mirada melancólica de Vidas pasadas. La fotografía de Shabier Kirchner convierte Nueva York en un escenario vibrante, Daniel Pemberton aporta una partitura elegante y el vestuario de Dakota Johnson refuerza ese aire de cuento moderno en el que todo parece calculado, pero nunca del todo seguro. En varios pasajes, la película se siente como una reflexión inteligente sobre la mercantilización del amor en la era de las apps, con momentos que nos recuerda a Woody Allen (Annie Hall) o Joachim Trier (La peor persona del mundo).

Sin embargo, lo que empieza con frescura y cierta ambición crítica acaba diluyéndose en clichés del género. El guion plantea el dilema con fuerza, pero se repite en sus diálogos y finalmente se rinde al final de manual: la elección del “amor verdadero” por encima de la conveniencia material. Es un desenlace bonito, incluso enternecedor, pero predecible, que quita impacto a la provocadora premisa inicial. Lo que parecía un tour de force intelectual sobre las transacciones sentimentales termina pareciéndose demasiado a la comedia romántica clásica que intentaba cuestionar.
Otra vez Pedrito Pascal y su encantadora sonrisa
Aunque muchas críticas han resaltado el carisma de Pedro Pascal, lo cierto es que su actuación aquí se siente menos inspirada que en otros de sus trabajos recientes. Más que una interpretación con matices, depende casi exclusivamente de su sonrisa y encanto natural, lo que termina resultando plano y sin demasiada gracia. Por momentos, parece repetir la misma expresión una y otra vez, como en aquel famoso meme de Kristen Stewart donde todas las emociones lucen idénticas. En Materialists, Pascal es ese actor que sonríe igual frente al amor, la tristeza o la duda, dejando la sensación de que su presencia pesa más como estrella de taquilla que como un verdadero aporte actoral al relato.
En definitiva, Materialists es una película agradable y con momentos de chispa, pero irregular en su desarrollo. Una cinta que confirma a Celine Song como una directora con ideas estimulantes, aunque aquí no logra convertirlas en una historia tan poderosa como la de su debut. Una cinta interesante, con momentos brillantes, pero atrapada entre la ambición y los clichés.