“Halloween”, un triunfal regreso a las raíces del miedo
Han pasado 40 años desde que John Carpenter y Debra Hill crearon una obra que fue capaz de perfeccionar el cine slasher, su nombre: Halloween (1978). Y es que mediante una increíble dirección, un cuchillo y una máscara más pálida que la misma muerte, ambos engendraron a un imparable psicópata que llegaría para convertirse en uno de los íconos más importantes del cine de terror… un hombre que no era humano, sino simple y pura maldad; un hombre cuyos ojos eran los ojos del diablo.
Ahora, este año el director David Gordon Green revive a este monstruo en la nueva Halloween (2018), secuela directa del gran clásico y que nos muestra el enfrentamiento final entre Michael Myers y Laurie Strode.
Dos periodistas tienen la intención de adentrarse en la mente de Michael Myers (James Jude/Nick Castle) para descubrir la razón del porqué hace 40 años asesinó brutalmente a un grupo de adolescentes, por lo cual, solicitan que sea trasladado del hospital psiquiátrico en el que se encuentra a otro más cercano que les permita llevar a cabo sus investigaciones; sin embargo, durante el trayecto algo sale mal y Myers logra escapar. Ahora, el psicópata se dirige una vez más al lugar donde cometió sus crímenes y con un simple objetivo en mente: asesinar a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), la única sobreviviente de aquella sangrienta noche de 1978.
David Gordon Green hace un trabajo excelente en esta nueva película, la cual, sirve como una secuela directa de la obra de John Carpenter, pues su objetivo es funcionar como una segunda parte que no toma en cuenta nada de lo acontecido en las demás cintas de la saga, aunque rinde homenaje a varias de ellas en algunas secuencias (no obstante, no es necesario ver todas éstas para comprenderla). Asimismo y para dar una mejor continuidad, en esta ocasión regresan tanto Jamie Lee Curtis como el mismo Carpenter, de quien cabe decir, sirvió como consultor del guion y la dirección, además de que volvió a componer la banda sonora.
Este último punto se deja notar desde la secuencia de los créditos iniciales, pues incluso estos son un tributo a los primeros segundos de la película original. De igual forma, la cinta no se detiene en dar una explicación detallada sobre lo que pasó hace 40 años, sino que presupone que el espectador va con el conocimiento necesario para saber en dónde quedó la historia. Esto resulta una gran elección gracias a que desde el principio se nos presenta a Michael Myers, quien ha estado recluido en una institución mental y sin decir palabra alguna por los últimos 40 años, lo que lo convierte en todo un enigma para los psicólogos.
Basta con ver a este hombre para darnos cuenta que su propia existencia conlleva un aura sobrehumana (por no decir sobrenatural), pues mediante una interesante secuencia en la que se le muestra la máscara que usó cuando asesinó a sus víctimas en el pasado, queda en claro que aquel sujeto encadenado al suelo continúa siendo simple y pura maldad, incluso capaz de arrojar un aura de locura a su alrededor. Luego de esto la historia nos lleva con su “contraparte”, Laurie Strode, quien ha estado viviendo las últimas cuatro décadas con el miedo y la esperanza de que este asesino regrese por ella, por lo que se ha convertido en una mujer que, aunque marchita, tiene un carácter duro y decidido a comparación de la mujer que era en la primera película, sin embargo, es este mismo temor y fortaleza lo que no le ha permitido llevar una vida normal al lado de su hija Karen (Judy Greer) y su nieta Allyson (Andi Matichak).
En pocas palabras, Myers es el mismo monstruo de hace 40 años, sólo que con un mayor odio y decisión; mientras que Laurie ha dejado de ser una indefensa víctima para, en su lugar, convertirse en otro monstruo. Lo único que queda por ver es quien de los dos sale con vida, y afortunadamente no debe pasar mucho para que esta cuestión se responda, pues en cuanto Myers escapa del psiquiátrico, se da comienzo a una nueva masacre en la que el dolor de las víctimas se convierte en el placer del espectador, pues una vez que la protagonista se entera de esto, se arma con todo un arsenal (literalmente) y saca a relucir las últimas fuerzas que le quedan para terminar de una vez por todas con el maniático; por supuesto, todo ello mientras intenta salvar a su propia familia.
Todo lo anterior da pie a que esta nueva Halloween no sólo se torne bastante violenta y sangrienta (aunque sin llegar a ser una película gore) sino que se posiciona como la mejor y más digna secuela de la franquicia. Esto ocurre porque David Gordon Green respeta fielmente la historia y la idea que Carpenter creó en el primer filme, olvidándose por completo de los toques sobrenaturales que se le dio a la trama en algunas de las secuelas y en su lugar enfocarse de lleno en la esencia de la original: el suspenso, el miedo, la psicopatía y la sobrevivencia.
Además, el hecho de que Jamie Lee Curtis vuelva como la original Laurie, así como Nick Castle como el también original Myers (aunque sea sólo en un breve cameo) y quien se intercala con James Jude para el papel, generan que esta película esté llena de nostalgia para los fanáticos, pues como dijimos antes, también hay varias referencias a la cinta de 1978 y unas cuantas de sus secuelas.
En cuanto a Lee Curtis, la actriz hace un magnifico papel reinterpretando a su Laurie, convirtiéndose en el mejor y más interesante personaje de la película, pues su excelente actuación no sólo nos presenta a una guerrera dispuesta a dar su última batalla, sino también a una madre que ha decidido sacrificar su felicidad e incluso la de su familia con tal de mantenerla a salvo, aunque ello signifique ganarse el odio de su hija Karen, a quien privó de una infancia normal para prepararla contra el psicópata en caso de que también decida ir tras ella.
Ahora, hablando del asesino, el actor James Jude encarna a uno de los más interesantes Michael Myers que ha dado la saga, pues no sólo su caminar y su comportamiento es idéntico al homicida de la película original, sino que su personaje es una exquisita construcción entre el psicópata que creó Carpenter, mezclado con el que ideó Rob Zombie en su remake de Halloween (2007). En pocas palabras, Jude mantiene la locura del primer Myers pero presenta la fuerza, la brutalidad, el sadismo y la ira irrefrenable del creado por Zombie; es decir, el actor no nos presenta a un hombre, sino a un monstruo.
Ahora, refiriéndonos a la trama, ésta termina por ser un producto bien construido y bastante maduro, además de contar con escenas llenas de sangre y violencia que mantienen la esencia de la saga. Respecto a lo primero, esta Halloween no sólo presenta una fotografía sumamente interesante para tratarse de una película slasher, sino que también cuenta con un asombroso manejo de cámaras que evocan a la técnica usada por Carpenter, ya que al igual que en su película, Green recurre a largos planos secuencia que otorgan una intriga y un suspenso bastante parecido (casi idéntico) al generado en la película del 78. En cuanto a la violencia gráfica, si bien ésta no es tan explícita a comparación de la que se presenta en las películas actuales de este tipo, sí son bastante dignas y llenas de brutalidad, así que el espectador no quedará inconforme frente al salvajismo que el Myers de Jude ofrece.
En cuanto a los puntos en contra, la película cuenta con algunas escenas que están totalmente fuera de lugar y que no sirven para otra cosa sino para presentar un mayor número de asesinatos, pero que no aportan nada a la historia. Asimismo, de no ser por el suspenso que se maneja y más aún por el regreso de los actores originales, por momentos la cinta pareciera tomar más tintes de acción que de terror, sobre todo en los últimos 20 minutos, donde pareciera que estamos viendo a una especie de Terminator, o bien, a una versión femenina de John Rambo. Sin embargo, por fortuna esto sólo provoca que el final de la película ocurra en un clímax lleno de emoción y adrenalina que, o bien puede darle un final digno a la saga, o también podría funcionar para una secuela más.
En resumen, si bien los momentos finales de la película parecieran mostrarnos un filme de acción-terror, las primeras tres cuartas partes del metraje resultan ser un completo homenaje tanto a la franquicia como al género, pues esta Halloween llegó para convertirse en nada más y nada menos que “el típico slasher” -en el buen sentido de la palabra-, es decir, Michael Myers regresa de forma triunfal no sólo a casa, sino también a las raíces que lo vieron nacer.
Susto extra: Al término de la película manténganse en sus asientos, pues una vez que terminan los créditos finales se presenta un elemento sonoro que, sin llegar a ser una escena extra, puede tomarse como un indicio para una próxima secuela.