“Creed II”, puños de furia, odio y redención en el adiós de Rocky Balboa
Desde su anuncio, una de las secuelas más esperadas fue Creed II (Creed 2: Defendiendo el legado, 2017), pues a pesar de que la mayoría de las cintas de Rocky (1976) han seguido la misma fórmula, esta continuación con Michael B. Jordan cuenta con todo lo necesario para ser el pay-per-view más exitoso de la temporada; después de todo, tener de vuelta a Ivan Drago junto con su hijo es más que suficiente para llamar la atención de cualquier amante del box.
Adonis Johnson (Jordan) se ha hecho de un lugar en el boxeo por su propia cuenta, aunque ahora deberá enfrentar a su más grande reto: un inexperto pero poderoso Viktor Drago (Florian Munteanu), hijo de Ivan Drago (Dolph Lundgren), nada más y nada menos que el hombre que asesinó a Apollo Creed.
Puños de furia
Creed II no es una historia nueva, y tampoco viene a dar un giro inesperado a la saga de Rocky, sin embargo, el que ahora sean el protegido y el hijo de dos viejos rivales los que se enfrentan en el ring dota a la película de cierta frescura y emoción que, combinada con grandes secuencias de pelea, la convierten en un producto más que entretenido.
La historia comienza con un Adonis Johnson, hijo del gran Apollo Creed, como un boxeador que ha llegado a la cima de su carrera, pero que aun así dentro de él se alberga una frustración que no le permite sentirse como un verdadero campeón a pesar de contar con una gran fama, reconocimiento y prestigio pero, más aún, con una familia conformada por su esposa Bianca (Tessa Thompson), su madre y, por supuesto, Rocky (Sylvester Stallone).
En pocas palabras, los primeros minutos de esta cinta nos enseñan a un campeón con corona –o mejor dicho, con cinturón- pero con una enorme falta de hambre boxística. Por supuesto, esto no es algo nuevo en la saga, pues esta misma situación ya se había visto en Rocky III (1982), cuando Balboa no sólo es derrotado, sino también humillado por Clubber Lang (Mr. T) debido a esta misma pérdida de hambre de triunfo y superación.
Esto sólo ocasiona que en Adonis se concentre una gran furia que, aunque no es tan explosiva, sí lo hace perder el rumbo de su carrera, algo que se pondrá aún peor cuando entre en acción Viktor Drago.
Puños de odio
El mayor interés dramático de la película radica precisamente en ver el odio interno que expiden los personajes de Adonis y Viktor, pues de cierta forma el primero es un hombre que no sabe hacía donde va su carrera pugilística; mientras que el segundo es un joven ruso que ha sido creado y moldeado por el odio y la frustración de su padre Ivan tras su derrota con Rocky años atrás.
Asimismo el primer encuentro entre estos dos peleadores no tarda en llegar, el cual, ocurre en un ambiente hostil en el que prácticamente vemos un pequeño homenaje a Rocky IV entre el combate de Apollo e Ivan. En este punto cabe hacer una especial mención a la actuación del joven Drago sobre el ring, pues se mira como un completo monstruo en batalla.
Así, basta ver la brutalidad y la fiereza de esta pelea para darse cuenta del odio que Ivan Drago proyecta mediante Viktor con tal de recuperar su honor. Por ello, la relación entre estos dos personajes, padre e hijo, se mira como una de amor-odio, ya que si bien ambos son dos hombres extremadamente fríos, vemos a un Viktor que únicamente espera cumplir con las expectativas de su padre, a la vez que vemos a un Ivan Drago debatirse entre el cariño paternal y la disciplina deportiva y personal.
Asimismo, es gracias a ellos dos que la cinta se siente un tanto diferente a sus predecesoras, pues conforme avanza la trama y si bien en Rocky IV vimos a Dolph Lundgren todo el tiempo como el villano, en esta nueva película incluso se puede llegar a sentir compasión y comprensión por él y Viktor, quienes sólo son producto de un odio entre dos naciones.
Puños de redención
Como en todas las películas de Rocky, es necesario que el campeón caiga para que vuelva a levantarse más fuerte, por ello, aquí veremos de nueva cuenta una interesante secuencia de entrenamientos pesados y poco convencionales como bien lo vimos en las secuelas pasadas, lo que, seamos sinceros, siempre ha dotado de emoción a esta saga.
Más importante aún es que en la última parte de la película ocurren ciertas batallas internas, así como confrontaciones sentimentales entre todos los protagonistas, que inyectan el drama tan característico por el que esta saga siempre ha sobresalido (aunque no tan fuerte como las primeras dos películas); después de todo, recordemos que en Rocky el box siempre fue el calentamiento, mientras que la verdadera pelea en el ring fueron los elementos dramáticos.
Por otro lado, la cinta contiene algunas escenas bastante significativas –sobre todo al final de ésta- que dan paso a la salida de Stallone de la saga, quien en esta secuela vuelve a interpretar a un Rocky melancólico pero más experimentado en los golpes de la vida. Después de todo, Creed II no es una cinta que se centre en Balboa, pero sí deja en claro que, en caso de haber más secuelas, las leyendas se han quedado atrás para dar paso a la nueva sangre.
El último round
En conclusión, Creed II no es una secuela que llega para alzarse por sobre esta saga, pues a fin de cuentas sigue contando con los mismos elementos y estructura para narrar la misma historia. Sin embargo, los reencuentros y la venganza, así como el darle una mayor profundidad al personaje de Ivan y su hijo, le ponen el toque necesario para sentirse como algo «actual» dentro de la franquicia.
Mención honorífica para las peleas que aquí se presentan, pues gracias a un interesante juego de cámaras el espectador podrá ver una serie de increíbles y brutales –casi sádicos- golpes entre dos hombres que sólo quieren probarse a sí mismos que pueden mantenerse en pie pese a todas las adversidades; y que de paso, ayudan a levantar a la película de sus altibajos en el ritmo de la trama.