“Event Horizon”, terror más allá del espacio y del infierno
En el 2013, Guillermo del Toro nos enseñó con su Pacific Rim que las nuevas formas de vida tan ansiadas de ver por el ser humano no provendrían de las estrellas, sino de las profundidades del océano. Sin embargo, años antes, en 1997, el director Paul W. S. Anderson planteó una idea similar pero a la vez contraria, pues con su Event Horizon nos demostró que el infierno no se encuentra bajo la tierra, sino allá afuera, en la infinidad del espacio exterior.
Año 2047. Una tripulación tiene como misión acudir a un mensaje de auxilio proveniente de la nave espacial Event Horizon, la cual desapareció misteriosamente años atrás mientras realizaba un experimento que permitiría realizar viajes a otras dimensiones. Sin embargo, cuando el equipo de rescate llegue a dicho transbordador se encontrará con un escenario no sólo sombrío y extraño, sino también digno del infierno más dantesco que se pueda imaginar.
Cual si de una mezcla entre Alien (1979), Hellraiser (1987) y Lost in Space (1998) se tratara, Event Horizon retoma algunas de las premisas de estas cintas al recordarle al espectador que en el espacio no sólo nadie puede escucharlo gritar, sino que allá afuera se ocultan seres totalmente desconocidos por el hombre; asimismo remarca que no en pocas ocasiones el dolor es el elemento necesario para cruzar los umbrales del placer, el tiempo y el espacio; a la vez que vuelve a ejemplificar que las leyes de la razón, la lógica y la ciencia no siempre son inquebrantables.
Sin embargo, esto no quiere decir que la cinta se llegue a sentirse como una copia de estas tres obras, sino que es capaz de contar una historia propia retomando sólo algunos de sus elementos. Así, al igual que Alien aquí tenemos una tripulación bastante variada conformada por un capitán (Laurence Fishburne), un par de científicos y oficiales (Sam Neill y Joely Richardson, respectivamente) y demás elementos divididos entre mecánicos y pilotos, cada uno de ellos con sus propios temperamentos, cualidades y miedos.
Asimismo la escenografía y los escenarios oscuros evocan fácilmente a los vistos en la cinta de Ridley Scott, pues al igual que en ella la atmósfera que provoca la trama se percibe fría y hostil, aludiendo muy bien a la soledad y al clima extremo del espacio. Lo mismo ocurre con las dos naves espaciales que se muestran, pues a pesar de ser capaces de explorar los rincones más profundos del espacio, no por ello dejan de parecer máquinas totalmente toscas, rudimentarias y roídas.
Claro, a esto se suma el suspenso que provoca la sensación de saber que en alguno de los pasillos de la nave hay algo acechando en la oscuridad, listo para atacar a la primera oportunidad, sin saber exactamente qué es ese peligro.
Claro, esto último ocurre cuando la tripulación llega a la Event Horizon y descubre un extraño mecanismo que bien podría ayudar a realizar viajes espaciales y temporales como en Lost in Space, o bien, podría tratarse de un objeto como el “Cubo de Lemarchand” visto en la saga Hellraiser que, como todos sabemos, no es más que la llave y la puerta para acceder a otras dimensiones, incluso al mismo infierno.
Enfocándonos a lo primero, es decir, a los viajes espacio-temporales, Event Horizon no es una cinta tan compleja, pues mediante explicaciones sencillas pero también muy trilladas se aprovecha de este tema sin la necesidad de contar con grandes efectos especiales ni elementos de ciencia ficción (sobre todo porque todo ocurre dentro de las dos naves), lo que quiere decir que tampoco se toma la molestia de arrojar teorías científicas y complejas que haya que analizar sobre los saltos en el tiempo, sino que estas explicaciones simplemente se tienen que aceptar con tal de que la trama avance.
Ahora, enfocándose a lo segundo, o sea, al terror y al tema de las dimensiones alternas, esto resulta ser lo más interesante de la trama, ya que conforme la tripulación se adentre en los misterios de la nave a la que han llegado, encontrarán que ésta oculta grandes y tenebrosos secretos, incluyendo la desaparición de sus antiguos pasajeros.
Asimismo, una vez que descubren el extraño mecanismo dentro, la historia comienza a oscilar entre la ciencia ficción y el terror, pues si bien se explica la forma de acceder a otras dimensiones, también se da pie a la aparición de sucesos paranormales y seres que sin llegar a ser como los cenobitas de Hellraiser, su aspecto físico y las torturas a las que se infiere que fueron sometidos los acercan mucho a estos últimos.
Sin embargo esto último también resulta ser una debilidad para la película, pues a pesar de que se muestra la aparición de estos personajes, así como la interesante propuesta sobre un nuevo infierno, estas ideas no son tan explotadas debido a que las secuencias donde se nos deja ver esa otra dimensión llena de torturas y sufrimiento son pocas y se limitan a instantes que, si bien llaman la atención, también dejan una sensación de vacío y un deseo de ver y conocer más sobre ese “infierno dimensional”; lo que por desgracia nunca sucede.
Por otro lado los minutos finales de la cinta están llenos de una acción donde las explosiones, las decisiones de vida o muerte y los enfrentamientos físicos no pueden faltar, lo que seguramente dejará bastantes satisfechos a los más aficionados a la ciencia ficción y a la acción.
En resumen, Event Horizon aborda de una forma más que interesante la ciencia ficción y el terror, pues con una idea simple, quizá sumamente básica sobre los viajes en el tiempo y el espacio, logra crear una historia bastante llevadera donde conjunta de buena forma el temor a lo desconocido y los peligros de desafiar las leyes de la física. Por otro lado, es una cinta que quizá guste más a los fans del scifi que a los del cine de género, pues el terror que presenta es llamativo –sobre todo visualmente- pero no se profundiza tanto en ese terreno.