Cine peruano: un repaso década a década

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El cine peruano, como tantas otras cosas en este país, aún tiene mucho por hacer y desarrollar. A lo largo de los años, entre leyes e incentivos, han surgido diversos talentos que, dentro de sus posibilidades, han representado al país, ya sea compitiendo en salas frente a grandes producciones extranjeras o llegando a importantes festivales internacionales. El tiempo pasa, y la expectativa persiste: que el cine hecho en el Perú pueda consolidarse junto a otras cinematografías igual de valiosas en la región.

Hoy, esta bonita pero siempre complicada nación cumple 200 años de independencia. Por eso, en el siguiente texto quiero hacer un repaso de cómo ha ido evolucionando el cine peruano a lo largo de las décadas, y qué es lo mejor que cada una puede dejarnos. Sé que muchas personas de otros países siguen esta cuenta, así que esta también es una buena oportunidad para que conozcan un poco más sobre nuestro cine. Feliz 28 de julio, Perú.

1910-1960

Las primeras décadas del cine peruano estuvieron marcadas por un desarrollo lento. Con equipamiento limitado, se contaban relatos que eran más un mero divertimento para quienes podían acceder a las salas. Junto a documentales que exploraban distintos espacios del país y coproducciones intrascendentes, casi todo el material de esas épocas está desaparecido o en pésimo estado. Sería recién a partir de los años sesenta, con las producciones de la Escuela del Cusco, la creación de la revista Hablemos de Cine y los primeros largometrajes de Armando Robles Godoy, que el cine peruano comenzaría a tomar verdadero impulso.

Películas clave:

  • Luis Pardo (1927), de Enrique Cornejo Villanueva
  • Yo Perdí Mi Corazón en Lima (1931), de Alberto Santana
  • Kukuli (1961), de Luis Figueroa, Eulogio Nishiyama y César Villanueva
  • En La Selva No Hay Estrellas (1967), de Armando Robles Godoy

1970

Esta fue la década en que el cine peruano empezó a tomar forma como lo conocemos hoy. Con la promulgación de la Ley de Cine 19327 (promulgada en 1972), que incluía una cuota de pantalla, comenzaron a producirse más largometrajes y surgieron nuevas voces. Francisco Lombardi debutó con Muerte al amanecer (1977), y el éxito en taquilla de esa cinta marcó un precedente sobre el potencial del cine nacional, especialmente en manos de un director como él.

Películas clave:

  • La muralla verde (1970), de Armando Robles Godoy
  • Espejismo (1972), de Armando Robles Godoy
  • Allpakallpa (1975), de Bernardo Arias
  • Kuntur Wachana (1977), de Federico García
  • Cuentos inmorales (1978), de José Carlos Huayhuaca, Pili Flores-Guerra, Augusto Tamayo y Francisco Lombardi

1980

Ya en los ochenta, aquellas nuevas voces comenzaban a consolidarse. Fue una década marcada por el terrorismo y la crisis económica, pero el cine nacional continuó como pudo. Las historias retrataban cada vez más las diversas problemáticas sociales, con un realismo crudo. En esos años se fundó el Grupo Chaski, que con la película de contenido social Gregorio (1985) logró un éxito de taquilla que también tuvo recorrido internacional.

Películas clave:

  • Abisa a los compañeros (1980), de Felipe Degregori
  • La ciudad y los perros (1985), de Francisco Lombardi
  • La fuga del chacal (1987), de Augusto Tamayo
  • La boca del lobo (1988), de Francisco Lombardi
  • Juliana (1989), de Alejandro Legaspi y Fernando Espinoza

1990

Los rezagos de la década anterior se sintieron con fuerza. Menos gente acudía a ver cine nacional y las producciones tenían más dificultades para conseguir recursos. En 1994 se aprobó una nueva Ley de Cine, mediante la cual el Estado podía otorgar incentivos financieros a través de concursos. Aunque la cantidad de películas no creció significativamente, algunas destacaron por seguir explorando narrativas sociales, esta vez combinándolas con géneros como el policial o la comedia. Lombardi volvió a dominar la década.

Películas clave:

  • Caídos del cielo (1990), de Francisco Lombardi
  • Alias “La Gringa” (1991), de Alberto “Chicho” Durant
  • La vida es una sola (1991), de Marianne Eyde
  • Reportaje a la muerte (1993), de Danny Gavidia
  • Bajo la piel (1996), de Francisco Lombardi
  • Pantaleón y las visitadoras (1999), de Francisco Lombardi

2000

El nuevo milenio trajo cambios importantes. La llegada del formato digital facilitó la realización audiovisual, lo que impulsó la producción regional. Una nueva generación de voces emergió con fuerza. El cine de esta década no puede definirse por una sola tendencia: desde historias marcadas por el desencanto heredado de décadas anteriores, hasta propuestas que apuntaban más al entretenimiento comercial. Aun así, el contenido de índole social nunca se abandonó del todo.

Películas clave:

  • Ciudad de M (2000), de Felipe Degregori
  • Tinta roja (2000), de Francisco Lombardi
  • El bien esquivo (2001), de Augusto Tamayo
  • El destino no tiene favoritos (2003), de Álvaro Velarde
  • Días de Santiago (2004), de Josué Méndez
  • Madeinusa (2006), de Claudia Llosa
  • Paraíso (2009), de Héctor Gálvez

2010

La década más reciente ha sido la más productiva del cine nacional. Hechos como la nominación al Oscar de La teta asustada (2009) o el enorme éxito comercial de Asu Mare (2013) ayudaron a que el espectador confiara, al menos un poco más, en su cine. Las nuevas tecnologías ampliaron la producción y el cine hecho en distintas regiones del país ganó mayor visibilidad. En los últimos años, este boom ha disminuido, pero eso solo demuestra que aún hay mucho por hacer. Que el cine peruano siga creciendo.

Películas clave:

  • Octubre (2010), de Daniel y Diego Vega
  • Las malas intenciones (2011), de Rosario García Montero
  • Chicama (2013), de Omar Forero
  • El evangelio de la carne (2013), de Eduardo Mendoza
  • Magallanes (2014), de Salvador del Solar
  • Wiñaypacha (2017), de Óscar Catacora
  • Retablo (2017), de Alvaro Delgado Aparicio
  • Canción sin nombre (2019), de Melina León

Días De Santiago (2004): mi película peruana favorita

Considerada por muchos como “el Taxi Driver latinoamericano”, la ópera prima de Josué Méndez es una cruda e intensa cinta que retrata el costo de reinsertarse en una sociedad que da la espalda a quienes entregaron todo por ella. En cada plano se percibe esa extrañeza urbana, la paranoia y el distanciamiento con la realidad desde el punto de vista de su protagonista. Pietro Sibille brilla en el papel principal, consagrándose como uno de los mejores actores del país.