“La mujer”, la brutalidad de la misoginia

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El nuevo extremismo francés, como hemos dicho, se ha caracterizado por la brutalidad y perversión de sus cintas; pues estos elementos se fusionan en una nota perfecta que mezcla tanto buen gore como una gran historia. Ejemplo de ello es The Woman (La mujer, 2011) donde su director Lucky McKee presenta una historia llena de salvajismo y crítica social.

Ahora bien, cuando hablamos de salvajismo no nos referimos a esta palabra sólo en sentido metafórico, pues literalmente la película nos presenta la historia de una familia común y corriente que encuentra a una mujer salvaje (Pollyanna McIntosh) quien, al parecer, desde bebé fue criada por lobos sin mantener contacto alguno con la sociedad, lo que ocasiona que se comporte más como un animal que como un ser humano. Ahora, tanto padres e hijos serán los encargados de “humanizar” a su nueva “mascota”, sin importar que los métodos que usen para conseguirlo sean por demás brutales.

The Woman. Fuente: The other Films.com

The Woman. Fuente: The other Films.com

La premisa de la cinta es simple: una familia modelo encuentra a una mujer primitiva y de comportamiento violento a quien intentarán amaestrar, al menos hasta que el asunto se les salga de las manos. En pocas palabras, tenemos a lo conocido (la sociedad representada en la familia) hacer frente a lo desconocido (la mujer salvaje). Estos elementos nos dan lo necesario para tener una excelente película slasher, y sin embargo esto no ocurre, sino que es aún mejor.

Por supuesto, todos esperaríamos que tras su captura por parte de esta familia, la mujer cautiva hiciera lo posible por recuperar su libertad y asesinar a diestra y siniestra a todo aquel que se interponga en su camino, sin embargo tendremos que esperar para ello, pues una vez que es retenida en el cobertizo, la historia nos devela que el verdadero terror no provendrá de ella, sino de sus captores o, mejor dicho, de los hombres de este núcleo familiar.

The Woman. Fuente: IMDb

The Woman. Fuente: IMDb

De esta manera el gran giro y sorpresa de la cinta es el hecho de que el terror proviene de aquellos que representan la normalidad, pues mediante el padre de esta familia (Sean Bridgers) el espectador se dará cuenta del horror que es vivir en un hogar que se rige por el machismo y en el cual, por ende, tanto la madre (Angela Bettis) como la hija (Lauren Carter) no tienen ni voz ni voto; convirtiéndolas en mujeres que han aprendido a la mala que todo intento de rebelión es recompensado con un castigo físico por parte del esposo o del hijo (Zach Rand).

Como dijimos, esto último es el verdadero motivo de que esta película francesa se convierta en una gran cinta de horror, pues si bien contiene escenas gore bastante bien logradas –más no exageradas-, el sentimiento de impotencia que el espectador siente al ver la forma en que padre e hijo torturan tanto física como mentalmente a las mujeres en su familia, llegando al extremo de la violación, es el elemento que detona todo el terror.

Asimismo, para todos aquellos que gozan de los finales felices, podría decirse que esta película los satisfará hasta cierto punto, ya que la venganza es un elemento por demás satisfactorio en este filme, pues a fin de cuentas, la mujer salvaje terminará por convertirse en el verdugo de esta familia disfuncional; aunque conforme el espectador vaya avanzando en la trama, se dará cuenta que entre golpes, torturas, violaciones, cobardía y misoginia, difícilmente hay un inocente en esta cinta.