“Romina”, violencia y misoginia a la mexicana

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Hablar de violencia siempre es un tema delicado, pero hablar de violaciones sexuales y feminicidios, así como cualquier otro crimen cuyo principal móvil sea el simple odio lo es aún más en estos tiempos. Afortunadamente el celuloide, y más aún el cine de género, da la oportunidad a la mujer de demostrar que no son aquella criatura frágil y necesitada de protección, sino un ser totalmente capaz, fuerte y, más aún…peligroso y con los escrúpulos necesarios para llevar a cabo grandes venganzas. Ejemplo de ello es la cinta mexicana Romina (2018), del director Diego Cohen.

Un grupo de jóvenes decide ir de día de campo a las afueras de la ciudad para pasar una noche de diversión y borrachera. Dos de ellos descubren que Romina (Francisca Lozano), una de sus amigas a la que nadie quería invitar por “aguafiestas”, está acampando cerca de donde están, así que deciden aprovechar la noche para violarla. Sin embargo, a la mañana siguiente se desata una ola de violentos asesinatos…todo indica que se han metido con la mujer equivocada.

Romina. Fuente: YouTube.com

Romina. Fuente: YouTube.com

Cuando en décadas pasadas se decía que el cine de terror era un género que simplemente cosificaba y rebajaba a la mujer al mostrarla no sólo como una víctima, sino como una mera bolsa de carne y sangre con la cual el asesino desquitaba todo su odio, afortunadamente llegaron figuras como Sally Hardesty (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), Laurie Strode (Halloween, 1978), Jennifer Hills (I spit on your grave, 1978), o incluso Sarah Connor (Terminator 2: Judgment Day, 1991) en la ciencia ficción para demostrar que era todo lo contrario: sólo una mujer es capaz de sobrevivir a un infierno y, sin importar el daño que le hayan hecho, derrotar desde al psicópata más sádico hasta el robot más peligroso. Lamentablemente Romina es todo lo contrario e, incluso, resulta casi ofensiva.

La película comienza de una forma bastante interesante al mostrarnos una completa masacre donde vemos cuerpos mutilados de las maneras más atroces, lo cual nos adelanta que aquello que estamos por ver será un gran slasher. Por desgracia, Romina es apenas una parodia que resulta difícil terminar de ver no por el tema que trata, sino por cómo lo maneja. Así, después de esta violentísima secuencia, la trama regresa en el tiempo para contarnos qué ocurrió un día antes, por lo que nos retrocede a una conversación de los protagonistas antes de llegar al campamento y donde los escuchamos decir frases como “así cómo quieren que no las violen (a las mujeres) si se visten de esa manera (ya saben, escotes y minifaldas ‘provocativas’)”.

Después de esta charla no sucede nada interesante sino hasta que vemos a dos de ellos espiar desnuda a una joven mujer mientras nada en un lago. Enseguida nos enteramos que se trata de Romina, una de sus amigas que “por casualidad” se encuentra acampanado a unos cuantos metros de donde están ellos. No obstante, la chica se da cuenta de ello, lo que parece no importarle, sino al contrario, pues más adelante se muestra bastante provocativa con ambos, quitándose la ropa frente a ellos, casi -y como lo advirtieron en la charla de antes- “incitando a que la violen”; invitación que por supuesto los dos hombres no dejarán pasar para forzarla a tener sexo con ellos.

Romina. Fuente: AvaxHome.com

Romina. Fuente: AvaxHome.com

Después de ser vejada sexualmente, Romina emprenderá una cruel venganza no sólo contra sus violadores, sino también contra los acompañantes de éstos, pues mediante indicios prácticamente inexistentes se le quiere hacer entender al público que todos ellos la trataron muy mal en el pasado, por lo que al parecer decidió esperar a que todos estuvieran juntos en un lugar alejado de la ciudad y así terminar con ellos de una vez por todas.

Como podrán darse cuenta la trama no sólo es demasiado forzada, sino prácticamente bastante absurda debido a las contradicciones que maneja. En primer lugar, si la cinta quería ser una crítica hacía la misoginia y las violaciones, no pudo haber tratado estos temas de peor manera; pues no sólo tenemos la parte donde se dice que “a las mujeres las violan porque se lo buscan”, sino que de acuerdo con los actos de Romina, pareciera que efectivamente lo que ella desea es que la violen.

No estamos diciendo que el hecho de quitarte la ropa frente a alguien (exhibicionismo) ni ver desnuda a una persona (voyeurismo) te da derecho a violar ni tampoco es una invitación para ser violado; no, lo que estamos diciendo es que, literalmente, la protagonista de esta cinta da a entender que busca ser violada con tal de ejercer su venganza. Así, esta película parece combatir la violencia de género con una trama llena de violencia de género de una forma gratuita, pues ni la escena de la violación ni ninguna otra aportan algo para la evolución de la historia ni de los protagonistas.

Romina. Fuente: Websta.com

Romina. Fuente: Websta.com

En segundo lugar y hablando de personajes, éstos simplemente brillan por sus pésimas actuaciones, llenas de diálogos, tonos de voz, ademanes y movimientos corporales bastante forzados y exagerados. Todo ello provoca que el espectador fácilmente se harte de ellos, deseando que llegue el momento de la masacre que se presentó en un inicio no para verlos morir, sino simplemente para no verlos más.

Afortunadamente la matanza no tarda en llegar, pero por desgracia ésta es totalmente decepcionante. ¿Por qué? Simplemente porque no hay matanza alguna. Con esto nos referimos a que si bien la secuencia inicial basta para llamar la atención de cualquier amante del gore -y luego de ver una trama que no tiene ni pies ni cabeza-, lo mínimo que uno esperaría es saber y mirar cómo es que cada uno de los personajes terminó en el estado tan deplorable en que los vimos al inicio.

Sin embargo, cada vez que está por presentarse una muerte, la trama salta de una escena a otra (totalmente inconexas entre sí) para evitarse el gore y regresar justo al momento en que el asesinato ya fue consumado; es decir, no se muestra tortura alguna ni mucho menos la manera en que mueren los personajes. Dicho de otra manera: hay cintas que sabiendo que cuentan con una pésima historia (Atroz, 2015) al menos se esfuerzan en mostrar un buen gore para compensar; mientras que hay otras que si bien no cuentan con material explícito (Somos lo que hay, 2010) sí se enfocan en contar una buena trama. Romina no es ni la una ni la otra.

Romina. Fuente: Heaven of Horror.com

Romina. Fuente: Heaven of Horror.com

Lamentablemente los últimos minutos de la cinta tampoco son la gran cosa, sino que incluso éstos terminan por poner los dos últimos clavos sobre su ataúd: el primero de ellos es una pobre referencia hacía la saga Friday the 13th, que lo único que ocasiona es recalcar el pésimo slasher que Romina terminó siendo; el segundo es una vuelta de tuerca a la historia que efectivamente resulta ser totalmente inesperado e impredecible, aunque no porque sea sorpresivo, sino porque, como dijimos antes, al igual que muchas otras cosas en la película, éste tampoco tiene sentido.

Lo único que queda por comentar, y lo cual cabe aclarar muy bien, es que en este texto no se está diciendo que el director ni la historia de Romina estén a favor de la violencia contra la mujer, no; tampoco se trata de ser puritanos ni políticamente correctos, sino lo que exponemos con este escrito es que si bien las violaciones sexuales y una extrema violencia contra las mujeres en el cine de terror no es un tema nuevo (sino incluso cliché), la clave está en mirar a esa violencia como una crítica hacía la parte misógina de la sociedad para alzarse contra ella.

¿A qué nos referimos con esto? A que en la mayoría de estas cintas la protagonista se alza exitosa y vencedora del mal incluso cuando el horror de la historia recae no sólo en un evento sobrenatural, sino en algo aún más brutal como lo es un ataque sexual, tal y como lo expone la original I spit on your grave, una película que nos mostraba la terrible historia de una chica violada por un grupo de hombres que lograba tener una exitosa venganza gracias a una trama, sí, bastante cruda y difícil de mirar, pero muy bien construida; algo en lo que Romina falla de principio a fin.