Éste es el legado de Stan Winston a 70 años de su aniversario

- Por

Stan Winston fue uno de los más grandes artistas visuales y de efectos especiales en la historia moderna del cine. Sin sus aportes, grandes filmes hollywoodenses, aquellos que marcaron generaciones, tales como Predator, Alien, Terminator, no serían lo que son. A la luz de su 70 aniversario, que se cumplió el pasado siete de abril, lo recordamos.

Nacido en una familia judía en Virginia, Estados Unidos, cursó su educación en escuelas públicas de la región; una de ellas, la Washington-Lee High School, de donde se graduó en 1964. Desde entonces, sus aspiraciones estéticas y artísticas salían a la luz: se sabe que poseía una inigualable capacidad para el dibujo, que lo llevó a estudiar pintura y escultura en la Universidad en Virginia, de donde se graduó en 1968.

Un año después, el hombre ya estaba colaborando con efectos de maquillaje para Walt Disney Studios. Al terminar su educación superior, movió su residencia hasta Los Ángeles, pues tenía grandes aspiraciones de convertirse en actor, las cuales nunca fueron cubiertas. Después de una larga batalla para posicionarse como histrión, decidió ingresar como becario a los estudios Walt Disney para colaborar y aprender el arte del maquillaje.

Toda la década siguiente sería de profundo aprendizaje para el futuro creador de criaturas míticas en el cine; después de su experiencia en Walt Disney, Winston creó su estudio con su propio nombre, gracias al cual captaría trabajos en series de televisión como Gargoyles y The Autobiography of Miss Jane Pittman (1974), por cuales fue nominado a los premios Emmy. Hacia 1978 fue contratado para crear los trajes de los wookies para el especial navideño de Star Wars.

En 1982 recibió su primera nominación a los premios Óscar, gracias a sus diseños para el filme de ciencia ficción Heartbeeps; pero fue su colaboración con Rob Bottin, en el clásico de John Carpenter The Thing (1982) lo que le trajo verdadero reconocimiento de Hollywood.

Dos años después, los espectadores quedarían boquiabiertos con la máquina humanoide asesina de James Cameron en The Terminator, que Winston diseñó. Sería la primera de otras grandes colaboraciones con Cameron, que lo llevarían a meter las manos a las secuelas de Terminator, y Alien. De hecho, Winston ganó su primer Óscar gracias a su trabajo en Aliens (1986), y su segundo por Terminator 2: Judgment day (1991), ambas dirigidas por Cameron.

Inmediatamente después vendrían Predator (1987), The Monster Squad, el neo noir alienígeno Alien Nation (1988) y Edward Scissorhands, de Tim Burton, en 1990.

Esta década sería el pico de su carrera, y marcaría el inicio de una increíble diversificación en las capacidades productivas de su estudio: 1993 Winston, James Cameron y Scott Ross, un prominente mánager de esos años, fundarían Digital Domain, uno de los estudios de efectos visuales y posteriormente digitales y de animación más cotizados de aquel tiempo.

Las colaboraciones con Tim Burton tampoco se detendrían con Edward Scissorhands: en 1992 les dio vida a dos de los personajes icónicos de su saga Batman: al interpretado por Danny De Vito: el Pingüino; y Michelle Pfeiffer: Gatubela; además de ayudar a Burton en el diseño de todo lo que sería ciudad gótica.

Fue nominado una vez más a los premios de la Academia por Batman Returns (1992), pero lo ganó un año después con el ahora clásico Jurassic Park (1993), de Steven Spielberg. Aunque no volvió a ganar una estatuilla dorada, fue nominado en dos ocasiones más, una por la secuela de Jurassic Park: Lost World y otra por Artificial Intelligence: AI (2001).

Murió seis años después, en su casa en Malibu, California, rodeado de su familia. Tenía, para entonces, varios años de luchar contra un cáncer de médula ósea. A la fecha de su muerte se encontraba trabajando en Terminator Salvation, en Avatar, el filme de su viejo amigo James Cameron, y en una saga de videojuegos llamada The Suffering.

La calidad y trascendencia de su trabajo marcaron tan hondo en el oficio y la producción de filmes, que rastros de su trabajo podemos encontrarlos en más de cuatro decenas de filmes, la mitad de los cuales se convirtieron en blockbusters y la otra en clásicos. Su familia, finalmente, fundó la Stan Winston School of Character Arts para preservar su legado e inspirar a nuevos artistas.