“Psychokinesis”, de los zombis a la comedia
Fue en 2016 cuando Yeon Sang-ho nos deleitó con Train to Busan (Estación Zombi), cinta que pese a la opinión de algunos, es innegable decir que vino a renovar el género de los no muertos, pues con su mezcla de terror y acción -pero además agregándole un toque de sentimentalismo-, cautivó el pútrido corazón de varios de nosotros con una historia llena de sangre, suspenso y ternura. Ahora, el director regresa con su más reciente obra Psychokinesis (2018), una película llena de risas, acción y emoción.
La película nos presenta a Roo-mi (Shim Eun-kyung), una joven que al lado de su madre se dedica a atender su propio restaurante de pollo frito, negocio que las ayuda con gran éxito a tener una vida digna. Sin embargo, su barrio está bajo la mira de una gran empresa para ser convertido en una plaza comercial, por lo cual, el magnate Min (Kim Min-jae) hará todo lo posible para destruir todos los comercios que allí laboran sin importar las vidas que esto cueste. Afortunadamente y tras la caída de un meteorito, Shin Suk-hun (Ryu Seung-ryong), padre de Roo-min, adquiere extraños poderes psíquicos con los cuales ayudará a mejorar la situación de su hija tras la muerte (asesinato) de su madre.
Esta vez el director se aleja del género de terror para enfocarse en la ciencia ficción, lo cual, si bien consigue de una manera respetable quizá nos deje con un agridulce sabor de boca luego de haber visto su obra anterior. Esto se debe a los momentos cómicos que presenta Psychokinesis, mismos que si bien son graciosos quizá se muestren un poco desentonados con la historia, aunque tal vez es la misma trama la que no termina de consolidarse.
Todo comienza luego de que Roo-min y su madre tratan en vano de defender su restaurante de las garras de los “matones” que Min ha enviado para desalojar el pequeño barrio de comerciantes, evento en el que desgraciadamente la madre fallece tras un accidente. Acto seguido se nos presenta a un hombre ejercitándose en el bosque, quien tras una larga jornada calma su sed con el agua de un manantial; por ¿desgracia?, el agua ha sido contaminada con una extraña sustancia de un meteorito que cayó en el bebedero. Ahora, tras tomar el líquido este hombre será dotado de extraños poderes que le permiten tener el control sobre objetos inertes.
Aunque en un principio la trama parece no tener sentido, pronto se nos explica que Roo y Shin son padre e hija, quienes tienen una relación disfuncional luego de que este último abandonara a su familia años atrás. Sin embargo, ahora que el hombre ha conseguido estos poderes regresa al lado de su primogénita para tratar de ayudarla con la situación legal en la que se encuentra; aunque para ello deberá enfrentarse a abogados, matones y malévolos empresarios.
Sí, la trama parece no tener sentido, y para ser sinceros, no la tiene, pero viéndolo desde otro ángulo, quizá este sea el tipo de superhéroe más cercano a la realidad que veríamos en caso de que estos existieran, pues lejos de enfrentarse a villanos que tan sólo con el chasquido de sus dedos podrían destruir la mitad del infinito al ser portadores de un poderoso guante con gemas incrustadas, aquí la historia se enfoca a situaciones más simples, después de todo, ¿no preferiríamos ayudar primero a nuestra familia antes que pelear contra enemigos de otras galaxias?
Básicamente esta es la trama que nos presenta el director de Train to Busan, dejando de lado el suspenso y el gore para adentrarse en la ciencia ficción y en la comedia, pues mediante situaciones tan cotidianas como lo es el desempleo y la corrupción en los negocios, logra generar una historia de superhéroes poco común. Cabe mencionar que esta cinta está lejos de ser un producto maravilloso, pero al menos muestra la versatilidad del cineasta dentro de otro género.
La cinta llega a ser buena pero no asombrosa, pues aunque nos narra una historia cotidiana, quizá el hecho de mezclarla con secuencias de súper poderes y comedia no nos hace tomarla tan en serio. Sin embargo no es mala, ya que resulta entretenida en su mayor parte, sólo que ésta no presenta madurez ni en sus personajes ni en sus situaciones como lo vimos en Train to busan, lo que ocasiona que no se genere una fuerte empatía con los protagonistas ni una inmersión total en su historia.
Asimismo, Shin no es el típico superhéroe incomprendido al que estamos acostumbrados, aquel que debe luchar por controlar sus poderes y tratar de ser aceptado por los demás, sino que desde un principio sabe cómo manejar sus dotes y hasta es alabado por los demás al saber que puede ayudarlos; aún sin importar que éste sea un hombre irresponsable y un padre desobligado. En cambio, su hija es una mujer joven pero decidida a sacar adelante el negocio familiar, quien si bien no tiene tanto protagonismo en la cinta, ayuda al personaje principal a madurar.
Ahora ambos deberán hacer frente a empresarios y personajes maquiavélicos que no se tientan el corazón cuando de negocios y dinero se trata, por lo cual deberán pasar por situaciones irreales y cómicas (sin llegar a un humor absurdo) para cumplir su objetivo y quizá hasta limar asperezas familiares. Asimismo, la película es un ejemplo de que, sin importar la edad, a todos nos llega el momento de hacernos responsables de nuestros actos.
Si bien Psychokinesis no es una obra de arte, al menos termina por ser entretenida, además, cabe mencionar que a pesar de la diferencia de géneros la película no llega al mismo nivel narrativo de Train to Busan, pero nos demuestra que no todos los filmes de superhéroes tienen que contar con grandes villanos, elocuentes efectos especiales ni mucho menos con un héroe todo poderoso para hacernos pasar un buen rato.