“Inferno”, el horror italiano de “Las tres madres”
Si en este mundo existe un filme aún más tenebroso, sombrío y violento de lo que lo es Suspiria (1977), ese es Inferno (1980), cinta que sirve como la segunda parte de la trilogía de Las tres madres creada por el director italiano Dario Argento. Al igual que su antecesora, la película presenta un equilibrio perfecto entre el cine de horror y el giallo, pues su trama ocurre en medio de brutales asesinatos e interesantes investigaciones que atormentarán de forma increíble la vida de los protagonistas.
En Nueva York, Rose Elliot (Irene Miracle) es una poetisa quien luego de recibir un extraño libro titulado Las tres madres -escrito por el arquitecto y alquimista Emilio Varelli-, comienza a obsesionarse con la idea de que el edificio donde ella vive en realidad se trata de la morada de una de las brujas que se mencionan en dichas páginas. Su miedo y sospechas la llevan a contactar a su hermano Mark (Leigh McCloskey) mediante una carta en la que le describe todos los eventos sobrenaturales que ha vivido a raíz de su descubrimiento; sin embargo y por accidente, esta carta también es leída por Sara (Eleonora Giorgi), quien termina por hacer sus propias investigaciones sobre las hechiceras y descubrir que su escuela en Roma es el hogar de otra de ellas. Ahora, fuerzas oscuras y diabólicos seres comenzarán a perseguir a los tres con tal de mantener a salvo la existencia de Las tres madres.
Esta cinta se trata de la continuación de Suspiria, donde ya se nos presentó a la primera de las tres madres: Suspiriorum. Sin embargo, en esta segunda entrega se ahonda mucho mejor en la historia de estas brujas, pues no sólo hacen su aparición las otras dos hechiceras, es decir, Tenebrarum y Lachrymarum, sino que se explica la relación que existe entre ellas y se deja en claro el por qué la trama de estos tres filmes gira en torno a sectas ocultistas.
Inferno es una película cruel, brutal y llena de horror que en su mayor parte mantiene al espectador al límite, pues al igual que Suspira, ésta cuenta con escenarios totalmente tenebrosos y llenos de colores donde predomina el rojo, azul y amarillo, lo que ocasiona que en todo momento exista una atmósfera llena de tensión, incertidumbre y, por supuesto, de miedo. Todo ello lo notamos desde los primeros instantes de la cinta, cuando la poetisa Rose, convencida de que la existencia de Las tres madres es real, comienza a hacer una serie de investigaciones que la llevarán a descubrir que una de estas brujas está más cerca de lo que cree.
Lamentablemente sus pesquisas dan éxito y se da cuenta que la leyenda no es un mito, sino una terrible verdad, por lo que ahora deberá cuidarse de Madre Tenebrarum, un horrible espectro que irá tras ella con tal de silenciarla.
Asimismo, la trama del filme es tan dinámica que de forma soberbia aborda la misma historia pero contada desde lugares diferentes, ya que mientras en primera instancia vemos a Rose y Mark ser acechados por Tenebrarum en Nueva York, en el otro lado del mundo, en Roma, Sara despierta el interés de Mater Lachrymarum, lo que traerá terribles consecuencias no sólo para ella, sino también para los inocentes que la rodean. Todo esto hace que Inferno se vuelva una cinta mucho más entretenida -aunque no igual de oscura- que Suspiria, pues la fluidez con que ocurren los hechos, pero a la vez la violencia que presenta en diversas de sus escenas, provoca que el suspenso y el horror aumenten de un momento a otro con una intensidad tan brutal que los momentos finales de la película son totalmente impactantes.
Sin embargo, la película también llega a presentar algunos elementos que ocasionan que no logre causar el mismo miedo que Suspiria, ya que si bien la banda sonora que la primera presentaba -compuesta por el grupo Goblin- lograba generar una tensión increíble, en Inferno se cambia el ritmo para crear una partitura ambiental de estilo clásico, que si bien es bastante buena, pareciera que en algunas secuencias rompe la tensión al entrar y salir bruscamente. Asimismo, la surreal paleta de colores que Argento manejó en esta secuela continúa siendo efectiva, pero esta vez no cuenta con la saturación con la que enamoró a sus fanáticos en la primera cinta de esta trilogía.
Aun así “Inferno” mantiene un buen ritmo en la creación de suspenso y terror, pues gracias a las investigaciones que hace cada uno de los personajes, es que poco a poco se revela la relación entre la alquimia y la arquitectura, dos elementos que parecieran no tener conexión alguna pero que en cambio Argento los usa para crear una historia increíble de brujería, ya que prácticamente se le dice al espectador que Las tres madres gobiernan al mundo desde sus moradas, construidas específica y estratégicamente para lograr sus perversos fines.
En cuanto al terror, el filme está repleto de muertes e increíbles escenarios que no sólo son impactantes de forma visual debido a la crudeza que presentan, sino que cada uno de los asesinatos llega de forma sorpresiva y sin tener consideración ni piedad alguna para el espectador, ya que esta es una de esas obras en las que el director no tiene escrúpulos al deshacerse de los personajes, pues con tal de contar una buena historia, es capaz de sacrificar a todos ellos sin tentarse el corazón; lo cual y como dijimos antes, ayuda a que el filme esté lleno de tragedias que tienen como punto máximo un brutal final.
Además, la inclusión y la explicación de la brujería está más presente en esta película, lo cual ocasiona que se comprendan mejor los eventos ocurridos en Suspiria. Pero no sólo eso, sino que los elementos místicos provocan que la trama de esta secuela se convierta en algo más sobrenatural que lo visto en su antecesora, ya que Inferno deja en claro que esta trilogía no se trata de una simple historia de terror, sino de una ligadura entre varios filmes que se miran más perversos y macabros cuando se unen en un todo.
En resumen, “Inferno” es una película trepidante que introducirá al espectador en un mundo lleno de brujería y sangrientos asesinatos que le hará cuestionarse sobre qué extrañas y malévolas fuerzas gobiernan su mundo.