“The Void”, una inmersión a lo desconocido, lo eterno y al horror corporal
Howard Phillips Lovecraft nos enseñó con sus escritos que «la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”. Y es que quién nos dice que allá afuera, en otros mundos o quizá en otras dimensiones, no se albergan horrores tan inimaginables que su sola visión sería capaz de arrastrar a la locura al más cuerdo de nosotros; tal y como lo muestra The Void (Conjuros del más allá, 2017), de los directores Steven Kostanski y Jeremy Gillespie.
Cuando el comisario Daniel Carter (Aaron Poole) encuentra a un drogadicto llamado James (Evan Stern) gravemente herido en la carretera, éste lo lleva al hospital más cercano para que lo auxilien. Sin embargo, una vez que están dentro, una extraña secta conformada por decenas de misteriosos encapuchados rodea el lugar sin permitir que nadie entre ni salga; aunque el verdadero horror comienza cuando en ese nosocomio empiezan a ocurrir cosas más allá de toda comprensión humana.
Esta película independiente ha conseguido la admiración de un gran sector del público y la crítica especializada gracias a su historia y su estética tanto sombría como retorcida, características que incluso le han valido el ser comparada con algunas películas de los 80 y 90. Y no es para menos, pues entre su trama y sus efectos visuales, The Void resulta ser una mezcla de filmes como Hellraiser (1987) Event Horizon (1997), The Thing (1982) y hasta The Blob (1988); por supuesto, sin olvidar los toques lovecraftianos con los que cuenta.
Prácticamente desde el inicio de la trama nos damos cuenta de todo esto, pues una vez que el comisario lleva al drogadicto al hospital, es fácil percatarse que algo malo está por ocurrir cuando se comienzan a dar indicios de que la malignidad que están por enfrentar proviene de un lugar más allá de la tierra. Esto no sólo queda en claro por los extraños encapuchados que no tardan en aparecer, sino porque incluso hay algunos enfoques al cielo que muestran una actividad bastante inusual en éste, como lo es un color extraño en sus nubes y cierta actividad climática en ellas que sirven como presagio de lo que está por venir.
Y aunque afortunadamente esto no tarda en llegar, antes debemos conocer a los personajes que vivirán la peor noche de su vida en ese hospital, quienes están conformados por doctores, enfermeras y unos cuantos civiles. Sin embargo lo interesante no sólo es ver el hecho de que algunos de ellos ya contaban con una historia personal previa como relaciones amorosas o simples amistades, sino que conforme avanza la trama todo indica que nadie está allí por azar, sino que parecen ser simples piezas de ajedrez de una jugada maestra y terrorífica; por supuesto, la pregunta a resolver es ¿por qué?, y más importante aún, ¿quién lo quiso así?
Estas cuestiones serán tanto la mayor incógnita de la cinta como su principal eje, pues es gracias a esto y al hecho de que no encuentran respuesta sino hasta el final, que toda la trama ocurre en un gran misterio. Sin embargo, es por esto que si bien la película es de terror, es importante aclarar que no es un terror que busca causar un sobresalto en el espectador mediante sustos inesperados, sino que más bien entraría en el ámbito del body horror, que como todos sabemos, es aquel subgénero que busca crear miedo, incluso repulsión, mediante ciertos cambios gráficos que pueden ir desde torturas hasta transformaciones en el cuerpo humano.
Sin embargo, aunque The Void cuenta con este elemento debido a que presenta algunas mutilaciones y hasta la aparición de algunos monstruos (que cabe resaltar, todos ellos fueron creados mediante efectos prácticos y no digitales), su intención no es llegar al gore, sino más bien a la reflexión. Por ello es que también se adentra en el tema de las dimensiones alternas y, como dijimos desde un inicio, al miedo a lo desconocido al no saber qué es lo que está ocurriendo en realidad y, más importante aún, el por qué.
Es precisamente este hecho lo que causará que algunos de los protagonistas poco a poco vayan cayendo en la locura, experimentando visiones y alucinaciones que los harán enfrentar sus propios demonios y traumas. Sin embargo, la finalidad de este filme no es buscar la redención de cada uno de los personajes; no, al contrario, sino hacer ver que estos problemas no son nada comparados a lo que puede haber allá afuera, más allá de la tierra y del universo.
Por ello, si bien esta película no es tan explícita como Hellraiser ni tan “profunda” o “metafísica” como Event Horizon en cuanto al body horror, tiene un punto en común con ambas, el cual es demostrar que el dolor y el miedo pueden llegar a ser elementos clave en la apertura de portales a nuevas dimensiones. Ahora, si a esto sumamos los toques lovecraftianos con los que cuenta la historia, entonces The Void se convierte en un claro ejemplo del miedo al vacío, al abismo…a lo eterno.