“Eden Lake”, un brutal viaje lleno de torturas y frustraciones
La vida en pareja no es fácil, pues así como hay momentos idóneos también los hay catastróficos, aunque afortunadamente los hijos suelen ser esa pieza clave que le otorgan a los padres la fortaleza necesaria para superar los conflictos; el problema es cuando esos niños no sólo no son tus hijos, sino que lejos de ayudarte buscan asesinarte de la forma más dolorosa posible, como lo presenta la brutal cinta Eden Lake (2008), del director James Watkins y protagonizada por Kelly Reilly y Michael Fassbender.
Jenny (Reilly) y Steve (Fassbender) son una joven pareja que decide pasar un tranquilo fin de semana en un alejado lago de la ciudad, aunque por desgracia, en su camino se encuentran con un grupo de adolescentes malcriados con quienes tienen un gran altercado, dando inicio a una brutal y despiadada cacería humana en medio del bosque.
James Watkins nos trae en Eden Lake una cinta que por su temática podría ser una mezcla de slasher con una gran dosis de survival horror, pero no sólo eso, sino que ahonda aún más en la naturaleza humana y en lo podrida que esta la sociedad desde su núcleo más íntimo, es decir, el de la familia. Por ello es que si bien la película es brutal en algunas partes, ni toda la violencia vista en ella se compara con su mensaje final.
Así, en un principio sólo vemos a la típica pareja en busca de tener un momento a solas para disfrutar de la privacidad y comodidad que otorga un viaje de novios, siendo un pequeño pueblo el destino elegido para vacacionar a la orilla de su lago.
Lo sorprendente de Eden Lake es que a pesar de mostrarnos a un hombre y una mujer plenamente felices, desde su arribo al pueblo se percibe un ambiente de pesadumbre y hostilidad increíbles hacia ellos, lo que sirve como advertencia para todo lo que está por venir, dando a entender que se trata de una cinta pesimista quizá no en un sentido desolador, pero sí de desesperación.
Esto queda en claro desde antes de la mitad de metraje de Eden Lake, pues aunque todo se trataba de un tranquilo viaje, ambos personajes no tienen ni un sólo minuto de paz en éste, sobre todo cuando instalados en el lago y dispuestos a pasar un tiempo de ocio tienen el infortunio de conocer a Brett (Jack O’Connell) y su pandilla, una horda de adolescentes totalmente pedantes, cretinos, sin vergüenza y completamente faltos de respeto hacia los demás, por lo que no es difícil odiarlos.
A raíz de este encuentro la trama comienza a tomar tintes bastante estresantes y llenos de frustración al generar cierto miedo hacía los muchachos, pues su actitud altiva y con aires de impunidad son un factor clave para que surja el terror en la cinta por el hecho de que el espectador debe limitarse a ver el maltrato verbal e incluso actitudes lascivas hacia la pareja, sin que estos últimos puedan hacer algo al respecto para no meterse en problemas al levantarles la mano a menores de edad.
En pocas palabras, esta pandilla de adolescentes es la personificación de aquellos niños malcriados que se sienten con el poder de golpear, robar, insultar, agredir y demás al saberse que no habrá nadie que los reprima de ninguna manera.
Esto se vuelve aún más grave cuando, a pesar de demostrar su carácter violento todo el tiempo, ocurre un grave e irreparable daño de la pareja hacía la pandilla, por lo que Jenny y Steve terminan siendo literalmente cazados por este grupo en medio del bosque, dando así inicio a una persecución donde el sadismo, las torturas y la sangre son la carnada.
Así, si Jenny y Steve eran presa de un maltrato «limitado», pasan a ser las víctimas de un despiadado juego donde la única opción es la muerte. Por ello las torturas, golpes, laceraciones y demás se vuelven más tormentosos debido a la forma de actuar de los muchachos al no tener remordimiento alguno ni consideración no sólo por sus víctimas, sino también hacía aquellos de los suyos que no quieran participar en las masacres.
Estos elementos vuelven a Eden Lake un producto violento tanto en lo visual como en lo mental gracias al terrible daño físico y psicológico que deben soportar los protagonistas. Y aunque se otorgan ciertos momentos de «justicia» hacia Jenny y Steve en los instantes finales, también se revelan secretos que no sólo dan interesantes giros a la trama y que consiguen hacerla aún más estresante, sino que dejan entender el porqué del comportamiento tan atroz de los adolescentes.
Esto se percibe más grave por el hecho de que tras todo lo visto, varios de los verdugos terminan por caer en la categoría de víctimas al demostrar que su odio no es del todo injustificado, pues toda violencia tiene una causa de surgir y, a veces, se trata de un círculo vicioso del que es imposible salir.
En resumen, Eden Lake es brutal tanto por su trama frustrante como por su crítica familiar en sus momentos finales, los cuales ocurren dentro de un creciente estrés que no otorga ni paz ni esperanza en su historia. Después de todo deja en claro que en situaciones de este tipo pueden haber muchas víctimas inocentes, pero nunca algún culpable.