“Riki-Oh: la historia de Ricky”: violencia extrema para un noble corazón
Las películas de acción suelen ser más más divertidas cuando se les agrega un toque de artes marciales, aunque si se les suma una gran dosis de violencia, sangre y un poco de comedia, se obtiene la fórmula perfecta para pasar un grato momento de entretenimiento. Uno de los mejores ejemplos es Riki-Oh: La historia de Ricky, del director Lam Ngai Kai.
Riki-Oh es un joven de poco más de 20 años de edad condenado a prisión por los cargos de agresión y de homicidio. Sin embargo, aunque sus delitos son graves, en él se alberga un corazón lleno de bondad y empatía por los más débiles, lo que lo llevará a tener brutales y sangrientos combates dentro de la corrupta cárcel a la que fue enviado.
Basada en el manga del mismo nombre, creado por Masahiko Takajo y Saruwatari Tetsuya, se trata de una película estrafalaria gracias a sus secuencias exageradas de pelea, donde más que poner atención a los movimientos característicos de las artes marciales, se da prioridad a la brutalidad y a la cantidad de sangre y de mutilaciones en cada combate.
Lo anterior no quiere decir que Riki-Oh contenga una mala historia, todo lo contrario, pues aunque su premisa es simple y su forma bastante sencilla, expone un serio problema que ocurre en todo el mundo. En esencia se cuenta el caso de todos aquellos presos encerrados injustamente, al igual que se denuncia la corrupción con la que trabajan algunos sistemas penitenciarios.
Esto lo hace al mostrarnos a los prisioneros como recursos desechables, quienes son vistos como mano de obra por los directivos y guardias de la cárcel para realizar actividades ilegales. Claro que no es un tema nuevo, ya que como se sabe, varios secuestradores, carteles de la droga y demás criminales operan desde dentro de las penitenciarías, a veces, con el conocimiento y hasta con el apoyo de las autoridades.
No quiere decir que Riki-Oh se enfoque en lo político, pues como dijimos antes, es un tema que se expone mediante extravagantes combates repletos de violencia y de sangre. Por otro lado, cabe decir que las secuencias de acción y su contenido gore y cómico son bastante hilarantes, pero tampoco es una obra como Kung fu Hustle (2014), donde la comedia y las peleas son todavía más exageradas (pero bien logradas).
Y aunque el personaje de Ricky también cuenta con una fuerza sobrehumana (prácticamente sobrenatural), la principal diferencia es el aspecto sanguinario de las peleas, ya que se deja de lado la técnica marcial para dar prioridad a la violencia. Así, al contrario de Kung fu Hustle, en Riki-Oh no se tiene miedo de mostrar tripas volando, piel destrozada, cabezas explotando, ojos fuera de las cuencas, mutilaciones y mucho más.
Sin embargo, la intención de la película no es la de causar asco o náuseas en el espectador, sino únicamente la de impresionar en el grado necesario, pues a pesar de que el gore que maneja es bastante y las situaciones en las que se presenta son muy poco creíbles, por momentos hasta resulta gracioso. Parte de esto se debe al uso de efectos prácticos que dotan al filme de un toque especial.
En resumen, Riki-Oh: la historia de Ricky, es una película perfecta para los amantes del cine de acción y de la sangre (con toques de comedia), donde de paso se expone un tema tan turbio como la corrupción en las prisiones.