Festival de Cine Al Este 2020: Miscelánea

La edición XI de este evento que trae lo mejor del cine de Europa del Este, no deja de sorprender por su cada vez más nutrida y variada programación. Aquí una mirada por varias de las secciones.

*Película de Apertura:

AND THEN WE DANCED (Suecia/Georgia) de Levan Akin:

La película que fue la encargada de inaugurar se volcó a un tema que sigue levantando polémica en las antiguas repúblicas soviéticas. Tratándose Georgia de un país relativamente joven, los modos de su gobierno no son precisamente de una democracia abierta, siendo el autoritarismo moneda corriente y su población, ganada en gran parte por un fuerte tradicionalismo que crea un sentimiento de exclusión contra las minorías, especialmente los colectivos LGTB. En la presente obra, ese contexto aparece implícito desde los exigentes ensayos de un grupo de jóvenes de la Compañía Nacional de Danza.

El ambiente que se respira es de una complicada movilidad social. El folclore representa la afirmación de los valores canónicos y de la virilidad que son las bases morales de dicha sociedad, pero para los bailarines es la oportunidad de ascender a un modo de vida soñado de llegar a ser miembros del elenco principal. Ese es el caso de Merab (Levan Gelbakhiani), quien no solo debe aplicarse en tan dura formación, también compartir un trabajo de mesero que le permite ayudar en algo a la escasa economía familiar.

La primera parte de la película puede llevar a pensar que se trata netamente de una historia de sacrificados aspirantes en una tenaz y permanente competencia, pero algunas dudas en el errático comportamiento de su protagonista, quien no se afana mucho en tener una primera noche con su novia, lleva la trama súbitamente a una búsqueda oculta de su verdadera sexualidad al conocer a Irakli (Bashi Valishvili), que pasará de ser su rival a su clandestino amante.

Básicamente, la tensión se hace creciente a partir del hecho de que el secreto lo es en un primer momento, y poco a poco comienza a ser vox populi conforme las pistas comienzan a quedar irremediablemente regadas. Desde esa estructura, “And Then We Danced” no echa nuevos ni sorprendentes caminos en el tema, más allá de ser ejecutada con mucho rigor por sus protagonistas. Los giros de la trama y el efecto bola de nieve son de alguna manera calculados a la vista, reservándose un cierre que busca ser la salida simbólica al problema principal. Evidentemente, frente a películas recientes como la francesa “120 battements par minute” (2017), su aporte es más discreto, pero contextualmente no deja de ser interesante y reveladora.

*Sección: Al Este Especial:

SIBERIA (Ita/Ale/Gre/Mex) de Abel Ferrara:

Ninguna novedad es que este director estadounidense explore las entrañas de sus personajes desde sus motivaciones al límite, pero la mayoría de las veces con mucho apego a los universos marginales derivados del policial. En el caso de “Siberia”, estamos ante un tratamiento que se acerca más a un viaje interior de su protagonista, Clint (Willem Dafoe), un hombre que entre los recuerdos de las visitas a los parajes más gélidos de Canadá junto a su padre durante su niñez, busca las respuestas al derrotero de su vida y a resolver el lugar que ocupa en el mundo.

Al hacer la salvedad sobre las preferencias formales de Ferrara en su obra general, es relevante indicar que esta película ingresa inusualmente en los terrenos del surrealismo al ofrecer una experiencia sensorial y onírica que rompe con el tiempo y el espacio. En esa vorágine de sueños, recuerdos, traumas, amarguras y relaciones que colapsaron, la figura paterna se convierte en un eje fundamental al ser definida como un rol tanto castrante como de inevitable herencia que condiciona fuertemente su visión. Esa ansia de búsqueda de Clint, alimentada por esas experiencias, lo llevan a nuevos escenarios que jamás imaginó, desde las estepas rusas hasta los desiertos africanos, siendo testigo incluso de una violencia que ha dejado su huella en la historia de cada destino.

De este recorrido, el director se regodea proponiendo un estado ilusorio que bien podría ser la secuencia de imágenes de un sueño. Aunque la lógica narrativa se impone desde esa condición, la travesía por los estados mentales del viajero no dan paso a un delirio desbordado al estilo de los últimos trabajos de Lars Von Trier, sino que conforman un universo de sensaciones que fluyen con calma y mesura para entrar en una clave inusual para este cineasta, pero sin renunciar a ese ánimo exploratorio sobre sus parias.

Quienes tienen interiorizada la etapa más clásica de Ferrara quizás lo vean sin el mismo ánimo que a sus títulos favoritos, pero incluso en la densidad de esa búsqueda deja su huella autoral en un universo difuso a pesar de tratarse de una obra menor.

*Sección: Far East Taiwan:

NINA WU (Taiwán) de Midi Z:

Los avatares de ingresar a la industria del cine son el motor de esta película, con Nina Wu (Ke-Xi Wu), una muchacha del campo que deja una pequeña compañía teatral para mudarse a la ciudad y tentar suerte como extra e influencer en las redes sociales. Resignada a un estilo de vida que –mal que bien- le permite sobrevivir en la urbe aunque sin mayores lujos, su suerte da un repentino giro al ser convocada por un prestigioso director para el casting al papel principal de su nueva producción.

El momento de decisión deja muy en claro algo de parte de su agente: puede ser la oportunidad de su vida, pero si siente que es demasiada presión, no debe aceptar. Por supuesto, Nina se presentará, comprobando que desde el rol de heroína en un mundo de espías, el precio a pagar será terrible. Lo más llamativo es que desde esa condición, la película hace un repaso por las historias de ascenso al estrellato (evocando incluso al Hollywood clásico) para subrayar la deformación del compromiso profesional por la explotación más burda.

Pero eso no es todo. Si bien el desnudo artístico es parte de ese volátil mundo, los entretelones detrás de los requerimientos de un “cineasta de autor” exponen un trato torturante de parte de quien maltrata a su actriz en el afán de “sacar lo mejor de ella” (algo conocido desde cineastas como Otto Preminger hasta Bernardo Bertolucci); además de los chantajes y extorsiones de productores malintencionados que usan su posición de poder frente a nóveles artistas que callan por miedo a perderlo todo (aquí llegamos a la esencia de monstruos como Harvey Weinstein).

Ese fondo de la historia es solo una capa visible expuesta desde una fórmula narrativa en la que poco a poco, la mente de la protagonista empieza a trastocarse por amores del pasado y conflictos familiares, al punto que su sentido de realidad se ve asaltado por delirios que denotan su conflicto interno y que se apoderan progresivamente de ella.

La presión del entorno aumenta y llega un punto en el que es imposible dividir la diégesis representada entre lo real y concreto y lo ilusorio, y es ahí donde radica uno de los mayores méritos de Nina Wu, al romper un mundo de exaltación cotidiana hasta llegar a las fibras de otro artificial y pantanoso que –literalmente- lo invade sin clemencia. El cine taiwanés consigue así un meritorio momento de inflexión que cuestiona severamente a la industria del cine.

*Sección: Competencia Itinerante:

MAMÁ, MAMÁ, MAMÁ (Arg) de Sol Berruezo Pichon-Riviére:

Tras pasearse por la sección Generación en la Berlinale y en Horizontes Latinos en San Sebastián, la Ópera Prima de esta directora argentina supone una introspección en el universo familiar y femenino desde una tragedia personal. Cleo es una adolescente que es testigo del trauma que trae abajo a su madre luego que su hermana menor, Erin, se ahoga en la piscina de la casa de campo que habitan en un acomodado country. Junto a sus primas y tía, la muchacha emprende un largo camino de recomposición anímica y emocional, en el que busca redescubrir el universo de sensaciones que antes la guiaba y ahora la aturde.

Pensada desde una perspectiva minimalista, la historia se desarrolla dentro de un universo cotidiano en el que las sensaciones y las preguntas afloran desde la mirada infantil. En aquel mundo de inseguridades, de aparición del despertar sexual y de ir descubriendo los cucos de un mundo real que es entendido desde un simbolismo pueril, la película se va abriendo camino como si sus jóvenes protagonistas transitaran por los niveles de un cuento de hadas que, de tanto en tanto, colisiona contra la realidad.

“Mamá, mamá, mamá” termina siendo un ejercicio vital en su ánimo de explorar el mundo desde la ensoñación y el intimismo. Heredera de otras realizadoras como Milagros Mumenthaler (“Abrir puertas y ventanas” y “La idea de un lago”), aunque con una idea más introspectiva e interior, la solvencia de su tratamiento visual y narrativo nos echa luces acerca de las posibilidades futuras de su directora, quien encuentra los caminos para direccionar su historia a una resolución que se va por el naturalismo y esquiva las formulas forzadas y condescendientes.