«Madame Curie»: una cinta biográfica que se contradice a sí misma

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Condensar la vida entera de una personalidad mundial en una película de dos horas —a veces, un poco más— es la obsesión por excelencia del biopic ordinario. Por otro lado, el enfoque en un periodo o suceso determinado ha dado como resultado esfuerzos más atractivos. Ejemplo de ello es Steve Jobs (2015), cuya trama sigue tres eventos importantes en la carrera profesional del inventor, y Shirley (2020), un drama con tintes de misterio en la que la escritora Shirley Jackson no funge como protagonista única. Más allá de si fueron buenas películas o no, estas y otras más al menos llamaron la atención por su inusual acercamiento. Lo que nos lleva a Madame Curie (Radioactive, 2019), que bien podría ser un ejemplo de todo lo que no se debería hacer en un cinta biográfica.

Marie Curie (Rosamund Pike) y su esposo Pierre (Sam Riley) descubren la radioactividad después de una ardua investigación. Aunque su trabajo es aceptado en breve por la comunidad científica, Marie debe luchar el doble para obtener el reconocimiento de sus pares masculinos. Aunado a ello, la química poco a poco va descubriendo los efectos colaterales de su gran descubrimiento, el cual podría representar un peligro de usarse con fines poco éticos. Conforme envejece, Marie enfrenta la tragedia y asume facetas inesperadas para ella, como ser madre y darles un nuevo uso a los inventos producto de su trabajo.

Madame Curie
Crédito: StudioCanal, Working Title Films, Amazon Studios, Shoebox Films

Madame Curie intenta abarcar no solo demasiados momentos de la vida de la ganadora del Nobel, sino también una variedad de temáticas. Lo que comienza como una cinta biográfica con tintes románticos de pronto se convierte en un comentario sobre el papel de la radioactividad en el “progreso” humano. Y en el medio podemos encontrarnos con una crítica a la xenofobia, un melodrama, una historia de madre e hija —con una diminuta aparición de Anya Taylor-Joy— y hasta un segmento bélico. No hay duda de que la vida de la científica es realmente fascinante y digna de ser contada; pero esta ejecución muestra una notable confusión sobre lo que realmente se quería contar.

La directora Marjane Satrapi (Persépolis, Las Voces) y el guionista Jack Thorne (Extraordinario) se complican al buscar que la cinta luzca como algo aparentemente ambicioso. La historia comienza con el primer encuentro entre los Curie, lo que da como resultado una sociedad científica que cambiará el mundo para siempre. Extrañamente, su gran descubrimiento —la radioactividad— se nos muestra muy temprano en el filme; se trata de un clímax anticipado que lleva a los cineastas a explorar otros instantes de la vida de la protagonista que creían que no podían ser omitidos. A partir de ahí, la trama se dirige hacia todos lados y hacia ningún lugar. Lo que viene a continuación es una serie de episodios con poca conexión entre sí, y que muestra toda la debilidad del guion.

Madame Curie
Crédito: StudioCanal, Working Title Films, Amazon Studios, Shoebox Films

En un momento de la película, Marie se lamenta que el comité del Premio Nobel mezcle su vida personal con la profesional. El comentario ciertamente es válido, pero resulta imposible no relacionarlo con el abordaje de la misma cinta, el cual parece darle una enorme importancia a varios instantes sórdidos de su vida, como un amorío y un encuentro un tanto incómodo con un mundo tan ajeno como el paranormal.

Aunque, por supuesto, estas escenas se desprenden de las tribulaciones maritales, el guion de Thorne muestra cierto interés por el sensacionalismo y los chismes alrededor de su persona. Para ser un tratamiento supuestamente progresista, Marie, en ocasiones, es víctima de algunas incongruencias que dejan mal parado a su personaje. En una escena, por ejemplo, la mujer desaprueba que su hermana le recuerde su pasado como polaca; después, cuando el tema de la xenofobia se introduce súbitamente en la trama, Marie se convierte en férrea crítica del desprecio hacia ella.

Pero quizá la decisión más absurda de Thorne y Satrapi es utilizar el recurso del flashforward de forma totalmente arbitraria y engañosa. Estos momentos —algunos como si fueran parte de otra película— nos presentan las consecuencias futuras del descubrimiento de los Curie. Su inserción, además de no aportar a la narrativa, pareciera culpar a Marie de algunos de los desastres más dolorosos que la humanidad ha enfrentado. Por si fuera poco, estos flashforwards emergen como si estuvieran “abriéndole los ojos” al espectador; las escenas, mal actuadas y demasiado largas, pretenden iniciar un debate ético sobre el uso de la radioactividad, cuando este ha existido por décadas.

Madame Curie
Crédito: StudioCanal, Working Title Films, Amazon Studios, Shoebox Films

Hay muchas partes de la cinta que se sienten como un trabajo estudiantil: los filtros en las imágenes, la llamarada en el fondo mientras los amantes se besan, los insertos animados que señalan lo obvio, una estrambótica escena de muerte y un montaje inconsistente acentúan lo flojo del guion. Quizá el aspecto más llamativo de la película es la fotografía de Anthony Dod Mantle. Sus tonos neón ofrecen un vistazo a un mundo que, en ocasiones, alude a lo surreal.

Resulta curioso que el filme sea una adaptación de una novela gráfica: Radioactive: Marie & Pierre Curie: A Tale of Love and Fallout; Satrapi, hasta ahora, es célebre por la adaptación de su propia Persépolis, extraída del mismo formato. Ahí, la francoiraní consigue condensar su propia vida de forma brillante; es al querer emular aquel esfuerzo, con un live action y una vida ajena, que Satrapi falla rotundamente. Su toque personal apenas y pude dilucidarse entre tanto caos narrativo.

Madame Curie somete a su protagonista a un enorme sentimiento de culpa por acontecimientos que ni siquiera han ocurrido. Aunque su intención, por supuesto, es celebrar a la química, su manera de hacerlo raya en la contradicción. Al final, queda la impresión de que Satrapi y Thorne se apoderan de la persona de Curie para preguntarse si todo esto realmente valió la pena. El cuestionamiento ciertamente es injusto y hasta ingenuo.

Madame Curie está disponible en Netflix.


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