«Monstruo», de Anthony Mandler (Netflix): un drama legal sin sutileza

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En un momento en el que el racismo sistémico continúa acaparando los titulares en Estados Unidos —después de un año de intensas y necesarias protestas sociales—, el estreno de Monstruo (Monster, 2018) podría parecer más que pertinente. Estamos hablando de una película sobre un joven negro arrestado por un supuesto crimen, y cuyo juicio apunta hacia al encarcelamiento masivo al que ha sido sometida esta minoría. Pero la realidad es que la cinta se queda muy lejos de ser parte del señalamiento que otros cineastas han incorporado efectivamente en su trabajo. En su lugar, nos quedamos con una historia endeble, sumamente predecible y preocupada más por lo estético que por la sustancia y la crítica.

Steve (Kelvin Harrison Jr.) es un adolescente de Harlem con un futuro promisorio. Su excelente desempeño académico y su inmejorable actitud lo tienen con pie y medio en una universidad importante. En su familia esperan grandes cosas de él. Pero todo cambia cuando James (A$AP Rocky), un joven problemático del barrio, se acerca a él para arrastrarlo a su camino criminal. Después de un robo en una tienda, que termina con el homicidio del dueño, Steve es culpado y llevado a prisión por el hecho. Lo que sigue a continuación es un juicio para decidir si fue parte del crimen o no, y si merece una nueva oportunidad.

Monstruo
Crédito: Tonik Productions, Charlevoix Entertainment, BRON Studios, Creative Wealth Media Finance, Get Lifted Film Company

El director Anthony Mandler —desenvuelto por años en el mundo de los videos musicales y de los comerciales— hace su debut con Monstruo; la cinta se estrenó en el Festival de Sundance en el 2018, pero hasta ahora recibió distribución global gracias a Netflix. Que el filme haya estado congelado por tres años no resultaba un buen augurio, sobre todo por tratar un tema vigente con un abordaje accesible. Desde entonces, varios de los involucrados han saltado a la fama o vuelto a sorprender con distintos papeles, lo que ensombrece todavía más su tardío lanzamiento.

Harrison interpreta a un adolescente seducido por lo que James representa: la no rendición de cuentas. Pero desde la caracterización de ambos, enclavada en lo convencional y lo estereotipado, podemos encontrarnos son serios problemas. El estatus socioeconómico de la familia de Steve parece hacer un comentario totalmente equivocado: solo los ricos o casi ricos tienen algo que perder. La frase incluso aparece durante el juicio, cuando su abogada (Jennifer Ehle) trata de hacerle ver al jurado que un chico refinado y con un futuro brillante sería incapaz de un acto así. Del otro lado, James queda marcado como el individuo convertido en maleante «porque quiere». La resolución, por supuesto, solo apunta hacia una dirección, y no resulta difícil adivinar de cuál se trata.

Monstruo
Crédito: Tonik Productions, Charlevoix Entertainment, BRON Studios, Creative Wealth Media Finance, Get Lifted Film Company

Curiosamente, al año siguiente, Harrison se comprometería con un papel similar en Las Olas (Waves, 2019), donde interpreta a Tyler, un estudiante preparatoriano —integrante de la selección de lucha— que aspira a entrar a una buena universidad gracias a su talento deportivo. Al igual que Steve, aunque por un incidente completamente distinto, Tyler termina en prisión, arruinando su vida para siempre. Si bien en la más reciente obra de Trey Edward Shults el enfoque no se encuentra del todo en lo racial, sino en la ruptura de la dinámica familiar, la potencia de las actuaciones y la astucia que destilan los recursos narrativos utilizados hacen de este ejercicio uno muy atractivo.

Monstruo se va a lo seguro, y aun así no consigue convencer. La injusticia racial a la que se hace alusión en algunos momentos queda opacada por las erráticas decisiones creativas. Los flashbacks —en los que Harrison actúa como el protagonista de un video musical del tema que suena en determinado instante— solo distraen de la trama principal. Por alguna razón, los guionistas —entre los que, sorprendentemente, se encuentra Radha Blank (Rapera a los 40)—, consideraron que era necesario recordar constantemente que la vida del personaje principal era perfecta. El resultado es notablemente odioso. Quizá el meollo del problema se encuentra en el material original —la novela para jóvenes adultos del mismo nombre, de Walter Dean Meyers—; sin embargo, eso no excusa a Blank y sus compañeros del pésimo tratamiento y de una pobre adaptación.

Monstruo
Crédito: Tonik Productions, Charlevoix Entertainment, BRON Studios, Creative Wealth Media Finance, Get Lifted Film Company

Quizá uno de los aspectos más criticables del relato es la forma en la que se trata el punto de vista del protagonista. Steve cuenta su historia como si fuera el guion de su propia película. Al hacer esto, Mandler y sus guionistas asumen una postura un tanto hipócrita. A pesar de la ambigüedad con la que termina la trama, intencionalmente o no, los cineastas se ponen del lado de Steve, asumiendo que su verdad es la única que cuenta. De hecho, durante otro flashback, en el que vemos al joven en sus clases de cine, una osada comparación con Rashomon (1950) autovalida lo anterior. En suma, Mandler y los escritores, de manera poco sutil, pretenden significar su obra artificial y fallidamente.

El melodrama de Monstruo asfixia por completo cualquier indicio de crítica social. Aunque algunos detalles técnicos —como el montaje— hablan de las habilidades visuales de Mandler, obtenidas durante años de dirigir videos musicales, su incapacidad para ver la inconsistencia de la historia da como resultado un debut muy frío. Afortunadamente, Harrison, Blank y hasta John David Washington —en un papel olvidable e igualmente estereotipado— pudieron brillar después de este desafortunado esfuerzo.