Museo: cuando lo invaluable no vale nada
La noche buena de 1985, dos estudiantes de veterinaria le regalaron a México la noticia del más desconcertante robo que el país haya atestiguado. De mano del director de Güeros (2014) Alonso Ruizpalacios, nos llega Museo, la historia de dos jóvenes quienes viven bajo el sentimiento sofocación y hastío por la vida monótona que llevan. Ruizpalacios se centró en las inquietudes y cuestionamientos de sus dos personajes principales, Juan Núñez y Benjamín Wilson, personajes recordados por todos los mexicanos ya que fueron los autores del histórico robo perpetrado en 1985 de más de 140 piezas históricas sustraídas del Museo Nacional De Antropología.
El segundo largometraje del director mexicano, no reconstruye los hechos de manera precisa, sino reescribe a dichos personajes optando por explorar sus motivaciones y el contexto que impulsa a estos jóvenes a cometer el famoso crimen. Esta película cuenta con las actuaciones de Gael García Bernal y Leonardo Ortizgris (Güeros, 2014) quienes enriquecieron la pantalla con sus interpretaciones mandando a esta producción a una nominación por el Oso De Oro en el Festival Internacional De Cine De Berlín.
Una de las cualidades del director mexicano es la forma enriquecedora de manejar la narrativa, ya que al dramatizar y extender la historia de los personajes, nos detalla tanto las instancias del robo, como sus vicios y debilidades. En el caso del personaje principal, Juan Núñez (Gael García Bernal), vemos a un descontento estudiante de veterinaria proveniente de una familia extensa de clase media, hijo de un padre de posturas muy rígidas que no ha dudado en exigir de todo a su hijo, razón que incentiva a Núñez a actuar de forma paradójica en contra de todo lo que se le ha establecido en casa.
El fuerte hastío que Núñez siente hacia todo y todos es compartido también por su entrañable amigo Benjamín Wilson (Leonardo Ortizgris), quien es compañero de Núñez en la facultad de veterinaria y quien será su secuaz en la planeación y ejecución del robo al museo.
El día que seleccionaron para realizar el atraco fue una navidad en la madrugada del 85, horarios y fecha donde el museo se encontraba más vulnerable. Es en el momento del robo que nos damos cuenta de la determinación de Wilson y Núñez de llevarlo a cabo, ya que lo efectúan de forma exitosa y sistemática como si se tratase de profesionales con experiencia. Ruizpalacios nos relata lo bien sentado de las intenciones de los personajes al hacer del robo una puesta en escena exquisita, mostrando con detalle lo minucioso de las técnicas que los ladrones usaron para violar las vitrinas, aparadores y estanterías que contenían los tesoros del museo, haciendo un paralelo cinematográfico y narrativo que rinde muy bien la astucia de los protagonistas del atraco.
El robo es el excitante comienzo de un viaje que los llevará a plantearnos cuáles son sus deseos e incluso a dudar de qué es lo que quieren en realidad. La premisa de los personajes se sostenía en trascender la aburrida vida que decían tener y alcanzar libertad financiera con la venta del vasto acervo que sustrajeron. Una vez teniendo posesión de las piezas, se desplazan al sureste mexicano en busca de los posibles compradores, dando finalmente con Frank Graves Simon (Simon Russell Beale), un coleccionista británico de reliquias artísticas. Es ahí en ese momento que Núñez y Wilson se dan cuenta de que lo que habían robado tenía un valor incalculable al punto que era imposible vender dichas piezas, ya que el comprador británico incluso resultó indignado por la trasgresión a la herencia de la humanidad que los jóvenes habían cometido con ese robo. Graves, se niega a denunciarlos y les sugiere escapar del país, momento crucial en la trama ya que hasta este punto Wilson y Núñez, se topan con su inevitable destino, el fracaso.
Esta película, contiene lo que los críticos consideran es unas de las últimas mejores actuaciones por parte de Gael García Bernal, así como un guión sólido escrito por el mismo Alonso Ruizpalacios, mismo que tuvo reconocimiento en el Festival Internacional de Cine de Berlín al ganarse un Oso de Plata a mejor Guión. Una de las características resaltables de esta producción es la magnífica banda sonora, compuesta por Tomás Barreiro, mismo que ya había trabajado con Ruizpalacios en Güeros también. La música esta vez viene de una sinfonía que produce una pared de sonido que incluso funge como ambiente de la dramatización, llegando a ser escalofriante en ocasiones pero resaltando la magnitud del crimen retratado.
La operación fue por demás escandalosa y las situaciones en las que los personajes se ven envueltos, los hacen darse cuenta los motivos por los que procedieron a efectuar el robo. Núñez actuó sobre compensando el aprisionamiento de actitud al que su padre lo sometió toda su vida, el robo fue su manera de expresarle que podía hacer cosas tan grandes como opuestas a las normas que le dictaron. Esta travesía también los hace conscientes de lo irreverente de sus acciones y de que la colección de piezas que robaron, debía ser devuelta al museo, hecho que tanto en la historia verdadera como en la narrada por Ruizpalacios sucede.