La piel que habito, un choque entre la locura y la venganza

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Imagina que un día despiertas, tu memoria no está clara y tu vista es borrosa; haces vanos esfuerzos por recordar lo que te pasó y poco a poco viene a tu memoria el hecho de que alguien, un desconocido, te ha secuestrado desde hace días, matándote de hambre y sed, encerrándote en un sucio calabozo. Pero hoy no, hoy has despertado y no tienes cadenas en las manos ni duermes en el frío piso, no; hoy te encuentras sobre una cama y piensas que todo ha sido un sueño, o al menos eso es lo que más deseas cuando, de pronto, un ligero malestar se siente en tus piernas, así que poco a poco bajas tus manos recorriendo tu cuerpo, bajando cada vez más por tu vientre, intentando descubrir la causa de tu molestia; te detienes súbitamente al llegar a tu entrepierna, palpas de un lado a otro y grande es tu sorpresa cuando al fin te percatas de lo que tu enfermo y perverso captor ha hecho contigo, pues ahora sabes que nunca, nunca más volverás a ser la misma persona.

Esta es, a grandes rasgos, la idea que nos presenta La piel que habito (2011), obra del director Pedro Almodóvar basada en la novela “Mygale”, del escritor Thierry Jonquet.

La piel que habito. Fuente: Enter.com

La piel que habito. Fuente: Enter.com

Robert Ledgard (Antonio Banderas) es un exitoso cirujano plástico que pierde a su esposa luego de que ésta decidiera suicidarse tras ver las terribles quemaduras que dejó en su cuerpo un aparatoso accidente. Tiempo después la hija de ambos sufre un ataque sexual que la marcará de por vida, hecho que la orilla a quitarse la vida. Al perder a las dos mujeres que más amaba, Ledgard pierde totalmente su cordura y de ser un padre amoroso se ha transforma en un hombre sediento de venganza capaz de los hechos más atroces, pero no sólo eso, pues de manera extraña ha desarrollado una obsesión por la piel humana.

No obstante, será está misma fijación por la piel la que desatará toda la trama de la cinta, pues con tal de “mejorar” el cuerpo humano, este cirujano llegará al extremo de secuestrar a una mujer llamada Vera (Elena Anaya) para llevar a cabo todos los experimentos que él desee con ella. Sin embargo, poco a poco y de manera anacrónica se irán revelando los verdaderos motivos por los que Ledgard decidió privar de la libertad a su víctima.

Cabe resaltar que esta película de Almodóvar es una de las pocas que pueden jactarse de, si bien tal vez no superar a la novela en que está basada, sí al menos igualarla, pues en sus dos horas de duración el director nos presenta una historia llena de odio, venganza y sufrimiento pero, sobre todo, de sentimientos encontrados, ya que el espectador difícilmente genera una empatía con los personajes; pero no porque la cinta sea mala, sino porque apenas uno se está “encariñando” con uno de ellos, enseguida se nos revela parte de su oscuro pasado, dejándonos ver que ninguno es tan inocente y que tal vez se merecen todas y cada una de las cosas que les suceden.

De igual manera, la mayor ventaja que tiene la película es la manera en que está narrada, pues si bien pareciera tener un ritmo un tanto lento, al estar contada de manera anacrónica mediante los recuerdos de los protagonistas, esto permite que los secretos del cirujano y de su amada Vera cobren más fuerza en su desarrollo y se les dote de un mayor impacto al momento de ser revelados, pues en cuanto se sabe la razón por la cual Ledgard mantiene secuestrada a la joven mujer y todo lo que ha hecho con ella, lo que el espectador ha visto hasta el momento adquiere tonos oscuros y retorcidos, ya que dan muestra de hasta dónde es capaz de llegar la locura humana con tal de cumplir una venganza pero, también, de sobrevivir.

La piel que habito es, sin duda, una obra que utiliza muy bien algunos temas que son considerados tabú –sobre todo de índole sexual- para crear un excelente drama que impactará totalmente a quien la mire.