“Visitor Q”, un mórbido cuento de hadas
Los cuentos de hadas suelen ser bellas historias donde, por muy infantiles que estas sean, podemos ver una transición importante en los protagonistas, sobre todo cuando estos relatos intentan ser moralizantes. En ellos casi siempre aparece un héroe y sus fieles aliados, quienes deben enfrentarse a diversas situaciones para conseguir la felicidad; por supuesto, recibiendo un poco de ayuda ya sea de algún enigmático personaje o un mágico objeto. Sin embargo, ¿qué pasa cuando a la trama la agregamos un poco de incesto, necrofilia, leche materna, violaciones y excremento? Fácil, obtenemos a Visitor Q (Love Cinema Vol. 6, 2001), del director Takashi Miike.
La historia nos presenta a una familia disfuncional como muy pocas. Por un lado tenemos a un padre que sufre las secuelas de haber sido violado con un micrófono mientras realizaba un documental; en el otro extremo hay una madre totalmente sumisa e insatisfecha sexualmente que debe soportar los abusos físicos por parte de su hijo, mismo adolescente que es maltratado por sus compañeros de escuela. Por supuesto, en este grupo no puede faltar la hermana prostituta dispuesta a brindarle un poco de placer a su padre con tal de conseguir unas monedas. Todos estos ingredientes nos dan una receta perfecta para el caos, al menos hasta que al hogar de estos personajes llegue un extraño visitante llamado “Q”, quien de una peculiar manera los ayudará a superar sus problemas.
Como es costumbre, el director Takashi Miike no decepciona con su forma tan particular de contar una historia mediante el dolor y la violencia pero, sobre todo, valiéndose de escenas bastante surrealistas y temas tabú. No obstante y aunque están presentes en la película, estos elementos no se nos presentan a manera de una gran revelación o un giro de tuerca inesperado al final, sino que Visitor Q es un filme bastante crudo desde su inicio y hasta cómico por momentos.
El primer ejemplo de ello lo tenemos en la primera secuencia al ver a un hombre mantener relaciones sexuales con una prostituta, sólo para que a los 10 minutos se nos revele que son padre e hija. Acto seguido vemos al mismo sujeto llegar a su hogar únicamente para ver a su esposa ser golpeada por el hijo de ambos; sin embargo, el padre de familia no viene sólo, sino que ha invitado a quedarse con ellos a “Q”, un hombre que acaba de conocer y quien se muestra totalmente indiferente ante todo lo que ocurre en aquella casa, como si todo lo que sucediera a su alrededor fuera completamente normal.
Poco a poco se irán revelando los problemas de la familia, dejando en claro que la mayor afectada es la madre, quien se ha vuelto una drogadicta con tal de soportar el dolor que vive en casa por parte de su hijo -mismo que parece desquitar en ella todo el maltrato que le causan sus compañeros de escuela-; pero no sólo eso, sino que también se muestra como una mujer insatisfecha sexualmente frente a un marido con eyaculación precoz, secuela que le dejó el haber sido violado. Después de una historia así, no es de sorprenderse que la hermana escapara de casa para volverse prostituta y conseguir dinero fácil.
Como bien dijimos antes, esta familia recibe la ayuda del misterioso “Q”, quien si bien es un personaje casi invisible en la cinta, resulta ser la clave en la vida de los protagonistas. Para empezar, es él quien ayuda a liberar la libido sexual de la esposa de una forma muy peculiar (a saber, estrujándole los senos hasta hacerla lactar, casi en sustitución de la eyaculación) y logrando generar en ella una mayor seguridad consigo misma; mientras que al padre lo incita a seguir adelante con un extraño documental en el que el protagonista es su hijo siendo maltratado por sus compañeros.
A partir de aquí Miike da un vuelco macabro pero a la vez cómico en la cinta, pues hace que “Q” incite al padre de familia a superar sus traumas mediante elementos escatológicos y profanos como lo es el practicar la necrofilia. Por supuesto, esta situación pasará de lo grotesco a lo gracioso, ya que una curiosa situación durante el coito entre el hombre y el cadáver de su víctima, no sólo le hace darse cuenta que puede mantener una relación sexual más duradera, sino que este evento genera que entre él y su esposa vuelva a brotar el cariño y amor que parecía ya olvidado.
Y aunque “Visitor Q” parece una cinta totalmente carente de lógica y sentido, al final resulta ser una obra con toda la estructura para ser una bella historia en donde los medios no importan para conseguir la felicidad. No por nada y sin importar todo lo que hayamos visto en ella, termina por regalarnos en sus últimos instantes uno de los más bellos finales que nos demuestra que no hay amor como el de la familia.