“Mimic: voces del más allá”, el terror de escuchar a los muertos
Mimic: del verbo imitar, simular o remedar; pero, ¿imitar qué? En el mundo real podría limitarse al que una persona remede a otra en su voz, en su forma de ser o hasta en algo tan simple como sus movimientos; en el mundo espectral o fantástico, la imitación podría ir más allá, llegando al punto no sólo de remedar a una persona hasta en su más mínimo detalle, sino hasta el extremo de robarle la esencia, la personalidad…de convertirse en la persona misma (tómese como ejemplo el relato William Wilson, de Edgar Allan Poe). Sin embargo, ¿qué pasaría si en la noche, en la completa oscuridad, escuchas que alguien te llama y te pide que lo acompañes; alguien a quien amas y que, sin embargo, lleva años muerto? ¿Acudirías al llamado? Si la respuesta fue sí, entonces Mimic (Mimic: voces del más allá, 2017) del director Jang-san-beom es para ti.
La película relata la trágica historia de una pareja que ha perdido a uno de sus dos hijos en misteriosas circunstancias. Con la esperanza de superar la pérdida, la pequeña Jun-hee se muda junto con su padre Min-ho (Park Hyuk-kwon) y su madre Hee-yeon (Yum Jung-ah) a una pequeña villa en medio del monte Jang. El problema sobreviene cuando encuentran a una niña (Shin Rin-a) que ha sido abandonada, misma que poco a poco comenzará a imitar a la perfección la voz de la hija de este matrimonio; sin embargo, pronto se darán cuenta que podrían estarse enfrentando a un malévolo ser que usa la imitación para atrapar a sus víctimas.
Sin duda alguna la trama suena interesante, y hasta cierto punto lo es, pues los momentos iniciales de la película nos muestran un aparatoso accidente entre tres personas (sin ser los protagonistas antes mencionados) que mezcla la tragedia y lo sobrenatural. A partir de aquí la historia se torna envolvente, ya que lo visto en esta primera secuencia deja al espectador en la total incertidumbre al no saber bien qué pasó pero con ganas de descubrirlo.
Luego de esto la película da un brusco salto en la trama para, ahora sí, llevarnos con los personajes principales de la película, a quienes vemos mudándose a mitad del bosque. Poco a poco se expondrá la razón por la cual decidieron cambiarse de hogar, que no es otra sino la de superar la pérdida de su hijo menor. Ahora bien, la pérdida del niño será aquello que desemboque todo el terror de la película, pues no sólo ocasiona que se susciten peleas familiares entre el matrimonio, sino que la obsesión de encontrarlo los hace unos padres distantes con su otra hija; al grado de que la madre va perdiendo la cordura lentamente.
Por desgracia bien dijimos que la trama es interesante hasta cierto punto, y ese punto es hasta aquí, ya que una vez que se nos exponen los problemas personales a los que la familia se enfrenta, el filme decae rápidamente para volverse un producto apenas (pero muy apenas) entretenido. Esto se debe a que si bien desde un inicio se nos mostraron eventos paranormales, prácticamente no vuelve a ocurrir nada sobrenatural sino hasta los últimos instantes de la cinta; en lugar de ello terminan por presentar un drama familiar que de espectacular tiene poco.
Gran parte de ello se debe a que en casi toda la película vemos a Hee-yeon totalmente obsesionada con volver a encontrar a su hijo, por lo cual deberá afrontar el disgusto tanto de su familia como el de la policía al ver que nadie la apoya en la decisión de recuperar al niño. Más aún, pues luego de que a la casa de la familia llegue una niña que fue abandonada en el bosque, el comportamiento de la madre se tornará aún más extraño, al grado de llegar a tomar a la «inquilina» como si fuera otra de sus hijas, pues incluso ésta comienza a comportarse y a hablar (literalmente) como la verdadera hija.
A raíz de que esta niña aparece se abren varias preguntas que agregan diversos elementos cliché a la cinta: por un lado hará aparición una anciana con pinta de oráculo que, como era de esperarse, trata de advertirle a la familia que se vayan de allí “antes de que algo malo suceda”; por otra parte, la policía abrirá una investigación que, con tal de que la trama se vuelva sobrenatural, bien podría convertirse en la peor investigación policial del siglo. Y es que luego de que se nos muestre a un par de detectives, uno de ellos iniciará su propia búsqueda respecto a la niña abandonada, con lo que descubrirá de una manera bastante simple -por no decir floja- la relación que hay entre esta niña y los eventos paranormales que ocurren en el monte Jang, donde varios testigos afirman escuchar espectrales voces.
Asimismo, si bien la película contiene varios jumpscares, estos no causan el más mínimo impacto ni la más pequeña sensación de miedo, pues gracias a que la cinta se acerca más a un ligerísimo thriller con toques de drama familiar, esto provoca que los elementos de terror con los que cuenta no sean para nada efectivos. Además, si a esto le sumamos las pobres actuaciones de todos los personajes -muchos de los cuales sólo aparecen durante breves minutos para no volver a aparecer más o, si lo hacen, acaban en sitios en los que nunca se explica cómo llegaron ahí- terminan por hacer que el filme se vuelva bastante aburrido.
Y aunque la película retoma el terror en sus momentos finales para mostrar una historia cien por ciento sobrenatural y explicar el misterio tanto de la niña abandonada como el de las extrañas voces que se escuchan en el monte, esto no la salva de que la monotonía y simpleza de su trama la conviertan en una cinta que seguramente muchos dejarán en el olvido.
En conclusión: es una cinta de terror bastante simple que disfrutarán más aquellos que no son demasiado exigentes con el género, pero para quienes gusten desde lo más sencillo como lo es el jumpscare al estilo James Wan, hasta lo más brutal como lo es “Martyrs”, entonces “Mimic” podría catalogarse como una de las peores películas del año.