The Breadwinner: la denuncia a una sociedad misógina
Cartoon Saloon, el estudio de animación irlandés que nos deleitó con The Secret of Kells (2009) o la fantástica Song of the Sea (2014), películas que hacen uso del folklore y la mitología irlandesa para crear universos mágicos aptos para toda la familia, sorprende con un giro de 180 grados en The Breadwinner, construyendo un relato adulto y devastador que da voz a una heroína poco común en el cine de animación: una niña oprimida en una sociedad misógina.
Adaptando libremente la novela homónima de Deborah Ellis, The Breadwinner cuenta la historia de Parvana, una niña de 11 años que vive en Kabul, Afganistán, junto a sus padres, su hermana mayor y su hermano pequeño. Cuando su padre es detenido por un grupo de talibanes por educar a sus hijos con libros prohibidos, y los intentos por sacarlo de la cárcel son reprimidos con violencia, Parvana se ve obligada a hacerse pasar por un niño para poder mantener a su familia.
Una sociedad misógina en un país estancado
Al tomar el punto de vista de Parvana, The Breadwinner trata principalmente la dura misoginia presente en el Afganistán contemporáneo: una sociedad estancada en donde la mujer no puede salir a la calle sin su marido y queda relegada a las labores del hogar. A causa de los grupos extremistas armados, toda posibilidad de cambio es oprimida con terror y violencia, y la película no se corta en tratar escenas muy duras al respecto, siempre en fuera de plano pero igualmente dolorosas.
Cuando Parvana se transforma en niño para poder ir al mercado y comprar alimentos para su familia, todo a su alrededor se vuelve más sencillo. Como Kaseem, pasa a ser capaz de deambular libremente por su pueblo, comprar, trabajar y, en definitiva, gozar de una autonomía desconocida para ella. Y no tan solo eso: también se da cuenta de que no es la única que ha tenido que recurrir a esconder su sexo. Ese cambio de perspectiva y de realidad es realmente devastador.
The Breadwinner también se atreve a tratar por encima otros problemas que sufre esa sociedad, como el patriotismo extremo, el asedio constante de la guerra o cómo aprovechan los grupos extremistas las pocas posibilidades de los jóvenes afganos. Es una situación compleja, poliédrica, y aunque la película no pretende ahondar en cada una de esas cuestiones, sí se atreve a representar un mapa contundente que sirve como primera aproximación.
El uso de la ficción para superar la realidad
Otro acierto de The Breadwinner es combinar constantemente la cruda realidad con un agradable relato de ficción. Heredando de su padre la habilidad y el interés por contar historias, Parvana se inventa un cuento y lo narra diariamente a su hermano pequeño con el objetivo de evadirlo de la triste situación que les rodea.
Con un estilo que imita a la animación en dos dimensiones de recortes o cut-out, el relato es todo un acierto para oxigenar una narración dramática y densa, y pese a que en algún momento puede cortar el ritmo y el tono, en la mayoría de ocasiones es más que bienvenido. Sin embargo, lo más sorprendente es que, poco a poco, ese cuento que comienza como método de evasión, se acaba convirtiendo para Parvana en un empujón para afrontar la realidad. Es un espacio en donde puede tratar temas tabú en su familia, como la muerte de su hermano mayor, un enigma que la película resuelve de una manera sorprendente.
Por lo tanto, ese montaje alternando la realidad con el cuento fantástico es todo un acierto, y hace que The Breadwinner también hable acerca de lo importante que es la creatividad en situaciones opresoras, como evasión para afrontar la realidad e incluso como método sano para progresar.
Animación que da voz a quien la necesita
Con un final áspero y abrupto que nos recuerda que no estamos asistiendo a una narración amable, The Breadwinner supone una película animada bien adulta, probablemente inconcebible si fuera de imagen real; tanto por contenido, como por ritmo o algunas decisiones de estructura, y por eso mismo hay que reivindicarla: por su valentía. Se puede comprender como una firme sucesora espiritual de Persepolis (2007), y aunque se notan algunos contratiempos en su desarrollo y estructura que surgen de las limitaciones que el medio tiene al adaptar la novela, Parvana y sus grandes ojos verdes recuerdan a la famosa fotografía de la joven afgana que National Geographic publicó en junio de 1985, y calan igual de hondo.