Crazy ExGirlfriend: Encuentra tu ritmo
La vida no es un musical, es todo lo contrario. Tal vez por eso no todo el mundo soporta los musicales y los ve demasiado positivos, alejados de la realidad. Aun si lo que quieres es escapar, a veces este tipo de obras se sienten muy forzadas o ingenuas, y hasta resultan empalagosas. Seré honesto: pareciera que eso pasa en Crazy ExGirlfriend, pero hay mucho más de lo que creen. Especialmente para ser algo desarrollado en ese espacio blando y maleable donde nos venden las ideas más convenientes, el vehículo cultural que elimina preguntas y genera confort: la televisión.
Crazy Ex es un show sobre Rebecca, una mujer que trabajaba duro en Nueva york, ganando mucho dinero pero sintiéndose miserable. En el colmo de la ansiedad se reencuentra con un viejo amor que vive al otro lado del país, se enamora y decide abandonarlo todo para irse a vivir donde está su ex.
Lo genial de esta serie está en lo fresca que se siente comparada a productos que nos inyectan con nostalgia hasta dejarnos vacíos de presente (te estoy mirando Stranger Things), o que nos presentan historias emotivas que hablan desde la trivialización de la realidad (como una favorita mía: Friends). Está bien matizada, de forma que es algo más que un musical/comedia romántica. Su trama suena banal y hasta sexista, pero logra jugar con los elementos más clásicos de las historias de amor y los musicales para utilizarlos como herramienta de deconstrucción del romance mismo… pero también del rol de hombres y mujeres en el patriarcado. Es un producto cargado de perspectiva inclusiva, pero que no te impone la idea ni te la vende. Te informa, te señala que existe, te muestra personajes que representan diferentes alternativas al caucásico heterosexual y lo hace con canciones que juegan a quitarle glamour al romance, a la obsesión, al sexo y hasta a los estereotipos raciales, de tal forma que es entendible, pero también resulta divertido.
La serie nos presenta a una persona muy intensa y disfuncional a quien juzgaremos como loca. Pero la fuerza del show no recae solo en ella, sino en todos los secundarios. Rebecca es el ritmo principal, es el sonido que todos los demás necesitaban para salir de su estancamiento y empezar a moverse a algo nuevo, tan intenso como ella misma: el cambio. Y así la historia no solo narra las cosas desde la particular perspectiva de Rebecca, sino que utiliza a los otros como instrumentos en una orquesta, en un show sobre tener 30 y darte cuenta que no eres feliz y ni siquiera puedes conformarte con eso que llamas tu vida.
¿Todo esto en una serie con título tan cliché? Sí. Uno puede lanzarse a condenar al show, pero los que se quedaron con la falsa impresión de la cubierta se perdieron mucho de las peripecias de los personajes y sus canciones que hablan de problemas reales sin hablar de ellos, logrando que la búsqueda de cada uno por un nuevo ritmo nos ayude a ver el mundo ya no desde la mirada juzgadora que clama que “¡las cosas deberían ser normales!”, sino de tal forma que podamos sentir lo que sienten estos personajes… que nos parecerán disfuncionales, pero que en un punto harán algo que nos recordará a nosotros mismos. Al ritmo en que vivimos nuestras vidas.
Crazy Ex es un show que existe en contra de toda expectativa. Las que genera su sinopsis, su título, su formato. De bajos ratings que, contra viento y marea, consiguió una tercera temporada. Uno no muy predecible, de momentos dramáticos muy reales que se amparan en una cubierta superficial. Un show que se da el trabajo de darse dimensiones poco a poco, siempre hablando sobre resistirse al cambio a la vez que, curiosamente, va cambiando al son de melodías que, a lo mejor, despertarán algún ritmo en nosotros.