Alejandro González Iñárritu invita a Donald Trump a experimentar “Carne y Arena”

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Carne y Arena, el proyecto de no ficción en realidad virtual del director mexicano Alejandro González Iñárritu y el fotógrafo Emmanuel Lubezki, ambos ya galardonados con el Óscar por The Revenant (2015), se estrenará esta semana en Washington D.C., ciudad desde donde gobierna desde hace más de un año Donald Trump.

Las reacciones ante la noticia no se hicieron esperar, y fue el propio Alfonso Cuarón el que escribió en Twitter: “Carne y Arena abre la próxima semana en Washington, un lugar que tiene que poner sus pies descalzos en medio de la experiencia migratoria. Me encantaría que Donald Trump la experimentara”.

Se trata de un proyecto en el que Iñárritu tenía trabajando varios años, desde que filmara Babel, que intenta ofrecer al espectador, casi en carne propia, la experiencia que atraviesan los inmigrantes latinoamericanos: mexicanos, hondureños, salvadoreños, al intentar cruzar la frontera estadunidense. El director se vale de un recurso tecnológico relativamente nuevo: el de la realidad virtual, para situar al espectador justo en medio de la situación.

“No es una película”, había dicho Iñárritu cuando se estrenó su proyecto en Cannes, “si la gente viene aquí con la intención de ver un cortometraje, están equivocados, no es una película, al menos no en el sentido convencional; es más bien una instalación de museo. Experimentarla como un ser humano será no criticar la premisa, simplemente estar ahí. Todo lo que quiero decir ya está montado en el proyecto. No aplausos, no discursos políticos”.

La pieza de realidad virtual, que tiene unos siete minutos de duración, debutó el año pasado y ha visitado ya países como Italia, en la Fundación Prada; Francia, en el Festival de Cannes; Estados Unidos, en el Museo de Arte de Los Ángeles, y ahora Washington, y desde luego México.

De hecho, su instalación en México fue una de las más costosas que emprendiera la Universidad Nacional Autónoma de México y el gobierno de la Ciudad; su exhibición en Ciudad Universitaria costó alrededor de 28 millones de pesos, el gasto más grande que se ha dedicado a un solo autor y a una sola exhibición.

Sin embargo, Iñárritu ha declarado que el proyecto se trata de una expresión artística que no se hizo para ganar dinero, sino simplemente para su exhibición; en este sentido, los gastos por la exhibición de Carne y Arena son por los derechos del material, y la instalación propiamente dicha que, al estar diseñada para una sola persona, eleva el costo de producción y montaje.

El material ha tenido un importante impacto. De hecho, la Academia estadunidense le otorgó al mexicano un Óscar honorario por su contribución a “una nueva narrativa cinematográfica”. En los noventa años de historia de la Academia, este premio ha sido otorgado solamente en 18 ocasiones, y el último antes de Iñárritu, fue dado a John Lasseter, hace 22 años, por crear la primera película de animación CGI: Toy Story.

El estreno de este material en Washington tiene, pues, una importante carga social y política: en el material de realidad virtual, el usuario puede asistir en primera persona al traslado que los coyotes hacen de los mojados, o aquellos que buscan cruzar, y cómo son asediados por las patrullas fronterizas, arrestados con violencia y luego llevados a los congeladores, que son celdas muy frías, de las cuales ya se han hablado en la prensa, dedicadas especialmente a los inmigrantes.

Su exhibición servirá como un marcador en la agenda política y cultural de Estados Unidos, que mantiene desde hace más de un año una política de terror y odio en contra de lo no blanco, cuyo epicentro es Washington, y su efigie es Donald Trump.