“Henry, retrato de un asesino”, de la depravación y psicopatía en la familia
En el cine de terror, pocos antagonistas son tan exquisitos como los asesinos en serie, pues su perversidad y monstruosidad los convierten en seres irresistibles y por demás perversos cuanto más humanos son. Esto se debe a que en demasiadas ocasiones, lo que vemos en pantalla no es más que el reflejo de la cruda realidad en que vivimos; una realidad que claramente refleja la pérdida de la moral y la decadencia en que la sociedad ha caído.
Esto lo refleja muy bien la cinta Henry: portrait of a serial killer (Henry: retrato de un asesino, 1986) del director John McNaughton.
En la película, Henry (Michael Rooker) es un hombre que parece llevar una vida normal, sin embargo, se trata de un asesino serial que gusta de torturar y matar a jóvenes mujeres. Junto a él se encuentra Otis (Tom Towles), otro sujeto igual de perturbado que se convertirá en su compañero en el crimen, o al menos hasta que Becky (Tracy Arnold), hermana de este último, interfiera en la vida de ambos.
Cabe resaltar que dicha obra está inspirada en la vida del verdadero asesino serial Henry Lee Lucas y su compañero Ottis Toole. Estos dos asesinos tenían tendencias bastante sádicas y perversas, además de ser catalogados como “psicópatas con serias desviaciones sexuales”. Basta con saber que mientras el primero era un hombre capaz de abusar sexualmente de sus hijas adoptivas y hasta de diversos animales, el segundo era un pirómano que desde niño gustaba de vestirse de mujer y darle sexo oral a los borrachos por unas cuantas monedas, además de que encontraba un gran placer al masturbarse mientras veía arder las casas que incendiaba.
Afortunadamente, la película sólo muestra a grandes rasgos los detalles de la relación entre estos dos asesinos, pues si bien en esencia ya es una cinta bastante cruda y cuyas escenas ocasionaron que estuviera prohibida durante cuatro años, si se hubieran retratado todos los crímenes y traumas que vivieron en la vida real este par de psicópatas, seguramente nunca habría llegado a ver la luz; es por ello que aquí nos enfocaremos única y especialmente a lo que muestra el filme, dejando de lado la historia real.
Desde un principio la película sabe jugar bastante bien con las emociones tanto del espectador como de los protagonistas, pues tan sólo en los primeros instantes se presentan diversas escenas del crimen que resumen en gran parte la vida oculta de Henry. Estos escenarios están compuestos por imágenes de los cadáveres de mujeres asesinadas brutalmente (como lo es aquella que tiene una botella de vidrio enterrada a mitad del rostro) y van acompañadas de una voz en off en donde le dan al público un breve pero conciso contexto de la manera en que murieron. Este recurso ocasiona que de una manera rápida se nos cuente gran parte de la historia y la psique del personaje principal, pues con sólo mostrarnos esto, se entrevé que el antagonista ya guarda demasiados esqueletos en su armario y lleva tiempo haciéndolo, lo que indica que sabe muy bien cómo cubrir sus huellas.
Luego de estas secuencias se nos presenta a Henry, a quien vemos como el depredador que es, pues desde su auto se mira acechando a la mujer que será su próxima víctima. Y aunque únicamente se dedica a seguirla para saber dónde vive, más adelante terminará por asesinarla valiéndose de sus habilidades de convencimiento, pues incluso será ella quien lo invite a pasar. Esto ya nos indica que el asesino no es impulsivo, sino que se toma su tiempo para idear un plan y así poder saciar su sed de sangre específicamente con la presa que él decide; nunca al azar.
Poco tiempo después entran en escena quienes serán los compañeros de Henry, uno en el crimen y el otro en lo sentimental: Otis y Becky. Se trata de una pareja de hermanos que no se han visto en mucho tiempo debido a que ella decidió escapar con otro hombre; sin embargo, pronto explica que las cosas no fueron bien con él, por lo que decidió huir para refugiarse en los brazos de su hermano Otis. Pronto deseará no haberlo hecho.
Ahora bien, desde los primeros momentos que vemos a Otis nos podemos dar cuenta que se trata de un hombre repulsivo, sádico y pervertido; alguien a quien le gusta que las cosas siempre se hagan a su manera. Sin embargo y para desgracia de su hermana Becky, éste último comparte departamento con Henry, a quien conoció en la cárcel. Por supuesto, ella y Henry no tardarán en conocerse, dando pie así a una especie de triángulo amoroso en donde el incesto y los asesinatos no quedan fuera.
¿Incesto? Sí, pero antes de tocar ese tema es necesario conocer un poco más a los personajes.
Henry, retrato de un asesino
Prácticamente tanto la personalidad como los trastornos de estos tres seres se nos dan antes de la mitad de la cinta, pues mediante una conversación entre hermano y hermana, Otis le confiesa a Becky que Henry es un hombre despiadado que mató a su propia madre; algo que, por supuesto, es verdad, pero no de la forma en que Otis lo cuenta.
Esta conversación dará pie a que Becky, lejos de intimidarse, se sienta más atraída por Henry, al grado de lograr que éste le confiese sus pecados. De esta manera él le abre su corazón y le cuenta su desastrosa historia: resulta que el buen Henry no tuvo lo que se llama precisamente una infancia feliz, pues su madre era una prostituta que lo obligaba a mirarla mientras otros hombres tenían sexo con ella; no conforme, lo hacía vestir ropa de mujer para darle la apariencia de una niña.
Es aquí cuando nos damos cuenta del porqué el buen Henry tiene un gran rencor contra el sexo femenino, pues mira en todas ellas a la mujer que le causó tanto sufrimiento de niño, además, claro, de introducirlo al mundo del sexo y la perversión a una edad donde debería haber estado jugando y no mirando a su madre acostarse (o incluso ser violada) por cientos de hombres.
Por supuesto, el que se mencione que también era obligado a vestirse como mujer tiene un gran impacto, pues si bien nunca se deja en claro, podría ser que su madre lo odiara por el sólo hecho de ser hombre, tratando de reemplazar a su hijo en una niña al colocarle vestidos. Obviamente también está la posibilidad de que lo hiciera vestirse así sólo por el hecho de hacerlo pasar vergüenza; sea como sea, cualquiera de los dos factores es motivo suficiente para que el infante guardara un enorme odio hacia su progenitora, no por nada terminó asesinándola a los 14 años de edad.
Becky, retrato de un abuso
En cuanto ella escucha la historia de Henry y comprueba que es verdad lo que su hermano le dijo, lejos de atemorizarse, también le cuenta su vida. Lo que ella menciona es que durante su infancia fue violada por su padre cada noche que vivió en su casa; por supuesto y como suele ocurrir, su madre no le creía. Fue el temor a quedar embarazada lo que la orilló a escapar, yéndose con un hombre que, al poco tiempo, también comenzó a maltratarla.
Lo que Becky cuenta es suficiente para darnos cuenta que se trata de una mujer acostumbrada a sufrir, alguien que se enamora rápidamente debido a que necesita sentir la aceptación de un hombre sin importar lo que éste le haga. No por nada se quedó al lado de Henry pero, sobre todo, de su hermano, quien de los tres resulta ser el más ruin y que, seguramente, es el vivo retrato de su padre en todos los aspectos.
Otis, retrato de una perversión
Como mencionamos antes, Otis es –y por mucho- el más sádico, pervertido y enfermo de estos tres personajes. Aunque en la cinta no se dice su historia, lo único que sabemos de él es que estuvo preso durante algún tiempo, pero basta con saber la infancia de Becky para darnos cuenta de cómo pudo haber sido también la suya.
Mediante sus acciones se deja ver que Otis es un homosexual reprimido, pero no sólo eso, sino que presenta una gran atracción sexual por su hermana, a quien intenta besar a la fuerza frente a Henry; por supuesto, éste no lo permite, sino que le enseña cómo liberar y cubrir los rastros de su libido y furia: asesinando.
A partir de aquí se formará una sádica alianza entre estos dos, cometiendo asesinatos a sangre fría que van desde matar a prostitutas hasta familias enteras; sobra decir que si en un principio es Henry quien parece disfrutar más, pronto Otis comenzará a sentir un gran placer por el dolor ajeno, sin importar que para causarlo tenga que violar a su propia hermana.
Sin embargo, a pesar de que Otis es mucho más imponente que Henry y fácilmente podría matarlo si él quisiera, éste ve en él una especie de guía que lo ayuda a sentirse bien consigo mismo, pues sin importar la manera en que Henry lo trate, siempre termina por obedecerlo en todo.
Ahora bien, Otis podría ver en Henry una especie de figura paterna, motivo por el cual lo obedece en todo y se muestra sumiso ante él. No obstante, pronto comenzará a perder el control de sí mismo, pues aunque ambos cometen los asesinatos, es Otis quien parece tener una satisfacción sexual más fuerte cada vez que asesinan a alguien, hecho en el que seguramente está implicada la homosexualidad que teme dejar al descubierto. Sin embargo, es el deseo que tiene hacia su hermana lo que lo convierte en un ser aún más despreciable, pues sin importar que los unan lazos de sangre, lo único que él desea es acostarse con ella, así tenga que forzarla para conseguirlo.
Un tercio amoroso, retrato de una fatalidad
Como hemos visto, estos tres personajes son los ingredientes perfectos para la fórmula de la perversidad, pues mientras en unos está presente la sumisión, en otros la locura y la depravación no tienen límites, dejándonos ver que el verdadero horror en el cine de género no proviene de los monstruos ni de lo desconocido, sino de las profundidades de la mente humana.
Más extraño aún resulta el hecho de que estos personajes formen una perversa “familia”, pues mientras Henry toma la batuta cual padre de Otis y Becky, estos lucharán por tener la atención y guía de su mentor. Además -y como en casi todas las cintas suele ocurrir-, el hecho de que haya tres personas que experimentan deseos tanto carnales como sentimentales entre ellos, solamente desatará una ola de violencia entre los integrantes de este trío amoroso cuya pasión se rige por la locura y la necesidad de sangre.