“La maldición de la casa Winchester”, la eficacia del susto simple
Los tiempos cambian, y con ellos el cine y sus temáticas. He ahí la razón del por qué el terror de hoy en día no es tan efectivo como el de antes; o al menos no resulta tan bueno e innovador. ¿Por qué? Fácil, porque mientras en décadas pasadas la sociedad se veía inmersa en el miedo de un futuro incierto frente a las amenazas de guerras y una economía devastadora, el cine de género usaba estas problemáticas para crear historias que fueran catárticas y fueran una vía de escape al horror de la vida diaria; lamentablemente nos hemos acostumbrado a ese horror en una realidad donde la violencia y el miedo son el pan de cada día; estamos sumergidos en el mundo de la inmediatez donde sólo importa el fin y no los medios. Lo importante es sentir, no pensar.
Esta es una de las razones por las cuales el cine de terror ha resultado tan lastimado, pues la mayoría de sus directores se enfocan en darle a un sector del público lo que quiere: asustarse sin importar cómo, eso y nada más. Se ha sustituido una buena historia por el jumpscare: hemos pasado de la interesante construcción psíquica del antagonista a que el espectador simplemente salte de su butaca por un estruendoso ruido o por la inesperada aparición de un fantasma. Esto sería un ejemplo del éxito –al menos comercialmente hablando- de James Wan con su The Conjuring (El Conjuro, 2013) frente a Robert Eggers y su The Witch (La Bruja, 2015).
Pero no nos equivoquemos, Wan es bueno en su trabajo, y mucho, aunque éste sea el jumpscare…o el susto simple, por así decirlo. Ahora bien, enfocándonos en este aspecto es difícil encontrar una historia que esté al nivel de las de este director; sin embargo, para los amantes de estos filmes ha llegado Winchester (La maldición de la casa Winchester, 2018), bajo la dirección de los hermanos Spierig.
La película cuenta la historia de Sarah Winchester (Helen Mirren), una viuda convencida de que los fantasmas de aquellos que han muerto bajo el disparo de los rifles que su compañía produce han regresado del inframundo para atormentarla. Para escapar de la furia de los espectros, la adinerada mujer ordena construir una casa en constante expansión para otorgarle una habitación a todas y cada una de las almas en pena. Sin embargo, no todos los muertos pueden descansar en paz sabiendo que perecieron por culpa de ella, y ni mil habitaciones bastarán para detenerlos.
La cinta funciona por su simpleza, pues valiéndose de la leyenda de esta casa adecúa muy bien los elementos fantasmales con los históricos para crear una obra más que entretenida…aunque previsible. Comencemos por decir que a pesar de que se esperaría que la trama corra a cargo de la viuda Winchester, todo el peso recae sobre el personaje del Dr. Price (Jason Clarke), a quien se le encomienda la misión de hacer un examen psicológico a la mujer para demostrar que no está loca y puede seguir a cargo de su compañía.
Es precisamente este personaje el que irá develando poco a poco el verdadero misterio del filme, pues ya desde los primeros minutos nos lo presentan como un hombre atormentado y drogadicto, motivo por el cual uno se podría preguntar si los espectros que verá son reales o un simple producto de su imaginación.
Sin embargo, la curiosidad del médico lo orillará a buscar respuestas en los rincones más oscuros de la casa, hecho que le traerá problemas con la viuda. No obstante, poco a poco se formará una alianza entre ellos para dar solución a la solución sobrenatural que enfrentan. Por supuesto y como es de esperar, esto se realizará cuando ambos se enfrenten con sus propios demonios.
Ahora bien, cabe mencionar que la cinta no es para nada pesada, ya que su historia ocurre con bastante fluidez e, incluso, uno de los mejores sustos que contiene el filme ocurre a menos de 20 minutos de haber iniciado. Además, y como habíamos mencionado, la película está repleta de jumpscares que, si bien son efectivos durante la primera mitad y sin duda alguna cumplen con su cometido, llegados a la segunda parte de la historia ésta comienza a saturarse de ellos; no obstante, son necesarios para mantener en suspenso al público, pues es fácil adivinar lo que ocurrirá escena tras escena. Así, al menos, si el espectador no se entretiene con lo que se le está contando, sí lo hará al estar “cuidándose” del siguiente susto.
Otro de los puntos fuertes de la cinta es su ambientación, pues gracias a su escenografía es fácil adentrarse en esta historia de finales del siglo XIX y, al menos por un momento, experimentar la razón de por qué la mansión Winchester se conoce como “la casa más embrujada de todos los EU”. Y aunque no deja de ser una cinta más cuya fortaleza son los jumpscares, al menos la película nos deja en claro que así sea por locura o por salud, “las enfermedades se curan, las maldiciones no”.