“Los perros de la plaga”, una desoladora historia de maltrato animal
Seres inocentes envueltos en un suave pelaje que sólo irradian pureza, inocencia y amor, es sólo una pequeña y muy indigna descripción para todo lo que pueden llegar a ser aquellos animales conocidos simplemente como “perros”, quienes mediante sus actos y cariño incondicional a menudo son víctimas del más despiadado comportamiento humano. Ejemplo de ello es la cinta animada Los perros de la plaga (1982), escrita y dirigida por Martin Rosen.
Basada en la novela homónima de 1977 de Richard Adams, esta obra cuenta la historia de Snitter y Rowf, dos perros usados en pruebas de laboratorio y en quienes han realizado atroces experimentos. Sin embargo, cuando ambos escapan de su martirio y buscan refugió en un pueblo cercano, causan una psicosis colectiva que se adueña de los residentes, quienes temerosos de contagiarse de alguna enfermedad comienzan una cacería furtiva contra los caninos, mismos que sólo buscan un dueño que los adopte y los cuide.
Los perros de la plaga es una historia que transmite una oleada de emociones que van desde la impotencia hasta la melancolía, pero nunca llega a la felicidad, pues es una trama que sin contar con secuencias explícitas se mira sumamente sombría y desoladora. Esto se debe a las lamentables situaciones de maltrato por las que vemos pasar a sus protagonistas perrunos, Snitter (voz de John Hurt) y Rowf (voz de Christopher Benjamin).
Este maltrato se deja ver desde un inicio, cuando se mira a uno de los dos canes ser víctima de un inhumano experimento en el que si bien no muere, no es por fortaleza, sino porque no se le deja fallecer con tal de revivirlo y sacar el máximo provecho a su cuerpo para futuras pruebas. Ahora, cabe mencionar que dicha secuencia es breve pero basta con ella para entender qué clase de torturas y pruebas se aplican a las ratas, monos y otros perros allí dentro.
Por otro lado, si bien uno esperaría que toda la trama girara en torno a estos experimentos, por fortuna para los más sensibles esa parte de la cinta sólo es una breve introducción para conocer a Snitter y Rowf, quienes logran idear un angustioso escape de esa cámara de torturas.
Sin embargo su hazaña dista mucho de ser un alivio para ellos y el espectador, pues aunque en los primeros minutos logran huir de las cirugías, los escalpelos, cuchillos y otras sustancias, deben hacer frente a una prueba todavía más peligrosa: el mundo exterior.
Es a raíz de su escape que comienzan los verdaderos problemas, pues aunque callejeros, ambos perros están lejos de ser animales salvajes, por lo que resulta penoso verlos tratar de sobrevivir en una pradera donde la cacería es una actividad desconocida para ellos y el conseguir alimento y refugio de la intemperie es una misión casi tan difícil como sobrevivir en el laboratorio.
Sin embargo es gracias a esta aventura que llegamos a conocer un poco más la personalidad y el pasado de cada uno de ellos. Así, mientras Rowf es un viejo y experimentado can que se ha forjado mediante el dolor, Snitter es todo lo contrario, es decir, un perro tierno y fiel pero a la vez loco (literalmente) que en sus mejores días fue amado por un dueño, pero que al mismo tiempo cuenta con experiencias bastante turbias que lo hacen juzgarse a sí mismo como un perro indigno que no merece amor y que necesita ser castigado.
Estos elementos vuelven melancólica a la película, pues las vivencias y desventuras de sus dos protagonistas, quienes deben apoyarse mutuamente para sobrevivir, son la muestra de la fidelidad y la inocencia que albergan los perros, presentándonoslos como seres salvajes por naturaleza pero también nobles. Además, si la cinta resalta estas características de los canes es porque en ella no existen momentos felices, si acaso menos tristes unos que otros, pero de ninguna manera plenos, por lo que sobresale aún más la fuerza de voluntad de dichas criaturas.
Asimismo la película cuenta con situaciones bastante tensas y llenas de suspenso en las que, como dijimos antes, aunque no llegan a ser explícitas sí son bastante sombrías e incluso turbias; sobre todo a raíz de que aparece Tod (zorro), un zorro salvaje que además de ser todo un enigma y quizá el personaje más interesante y sorpresivo de la cinta, también enseña a Rowf y Snitter cómo sobrevivir en la pradera, por lo que veremos a estos peludos cometer actos que si bien en un mundo civilizado serían deplorables, en el fondo son acciones que cualquier perro u otro animal salvaje realizaría en su estado natural ya sea por hambre o por instinto.
De igual manera, mediante ciertas escenas en las que tanto autoridades como pobladores tienen conversaciones sobre el peligro que representa el que dos perros enfermos anden sueltos, y por lo cual se organizan para encontrarlos y asesinarlos, es como la película da a entender que muchas veces el maltrato animal sólo importa cuando es visible, pues aunque se sepa que está allí, que ocurre y seguirá ocurriendo, es un acto que como muchos otros sólo duele cuando se ve y afecta directamente.
En resumen, Los perros de la plaga es una película que nuevamente retrata la inocencia y fidelidad de los caninos, al igual que el maltrato que sufren estos junto con otros animales; tema que se expone de la forma más cruda posible pero sin llegar al morbo, pues aunque resulta una obra bastante triste y desesperanzadora, evidencia un tema por demás aberrante que no puede ser tratado como una historia feliz, sino como lo que es: algo triste, inhumano y atroz.