«Parasite», una grandiosa vorágine entre la risa, el llanto y lo imprevisible

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Un ir y venir entre diferentes emociones e inesperados acontecimientos. Así es el nuevo filme del aclamado cineasta surcoreano, Bong Joon-ho.

“Cada clase social tiene su patología”, dijo Marcel Proust, novelista, ensayista y crítico francés de gran influencia en la literatura, filosofía y teoría del arte.

¿Qué quiso decir? Las conductas erráticas no respetan posición económica, carencias, privilegios o nivel educativo. Ricos y pobres padecen de fobias, obsesiones, fetiches, sueños frustrados, desamores y crisis existenciales.

Esto ha sido motivo de inspiración para escribir historias constituidas a partir de la ironía y del sarcasmo (en muchas ocasiones llevadas a la pantalla grande) sobre la mezcla entre “distintas sociedades”. Y más entretenidas aún, cuando son desarrolladas en países con una brecha más amplia entre niveles socioeconómicos, donde así como hay gente muriéndose de hambre (literalmente), también habitan familias en grotesca opulencia.

No, este fenómeno no es exclusivo de México; aqueja también a regiones como Corea del Sur, de gran tradición cinematográfica, que ha encontrado a uno de sus mayores representantes en Bong Joon-ho, director de Parasite (2019).

La historia se centra en Kim Ki-woo (Woo-sik Choi), un adolescente que vive en un sótano en deplorables condiciones. El está con su padre, Kim Ki-taek (Kang-ho Song); su madre, Kim Chung-sook (Hye-jin Jang),y su hermana, Kim Ki-jung (So-dam Park), quienes se encuentran desempleados y apenas sobreviven con trabajos temporales que consiguen vía Whatsapp robando el Internet de la vecina.

Un día, Min (Seo-joon Park), amigo de la familia, le pide a Ki-woo que lo reemplace como profesor particular de inglés de Park Da-hye (Ji-so Jung), hija de Park Yeon-kyo (Yeo-jeong Jo) y de Park Dong-ik (Sun-kyun Lee), un matrimonio tan ingenuo como bien acomodado.

Ki-woo se aprovecha de ello y arma todo un montaje en complicidad con su hermana y con sus padres para apoderarse de la estabilidad económica que ofrece el trabajar para los ricachones.

Ambas familias son diferentes y similares a la vez, lo cual logra una hilarante sátira de algunos desperfectos culpables de la situación actual del tejido social: conformismo, adicción al trabajo, malicia, idealismo, verdades a medias y exceso de confianza. No obstante, comparten la virtud de ser familias unidas.

Por un lado, exhibe lo que provoca vivir en la miseria. Como se dice en México, “defenderse gato panza arriba” sin remordimiento de arrebatar lo ajeno y utilizar la mentira como talento.

Y está la otra cara de la moneda. Hay quienes rodeados de privilegios y de soluciones fáciles a los “problemas cotidianos” se vuelven clasistas e inhumanos, además de dependientes del dinero y de otras personas que los reducen a empleados, al grado de distanciarse de la realidad y vivir en una burbuja en la que, una vez entregado el billete, cualquier situación se resuelve al momento.

Es un largometraje impredecible, con revelaciones que rosan lo macabro. Sin embargo, no hay víctimas ni victimarios, solo seres humanos tomando decisiones con base en sus privilegios y en sus carencias económicas, educativas y hasta cognitivas.

Se sufre y se ríe por igual, pero no cae en lo experimental o indescifrable, ya que la trama avanza a un ritmo constante y digerible gracias a un excelente guion y a una exquisita dirección. Todo esto bien respaldado por destacados actores, una fotografía sobresaliente y gran musicalización.

Bong Joon-ho

El director se caracteriza por su peculiar estilo para escribir y dirigir historias de drama, crimen, suspenso, terror y ciencia ficción.

Ha ganado dos premios FIPRESCI: el del Festival Internacional de Cine de Hong Kong por Barking Dogs Never Bite (2001) y el del Festival de San Sebastián por Memories of Murder (2003).

Con The Host (2006) obtuvo varios premios, entre ellos, el de mejor película en los Asian Film Awards y en los Blue Dragon Film Awards. Asimismo, la aclamada Snowpiercer (2013) se ha posicionado como una de las películas más taquilleras de todos los tiempos en Corea del Sur.

Por su parte, Parasite ha recaudado 128 millones de dólares en todo el mundo, lo que la convierte en el lanzamiento de mayor recaudación y en la decimonovena película de mayor taquilla en su país.

Hasta el momento, esta nueva entrega de Bong Joon-ho ha sumado 157 premios, de los cuales destacan la Palma de Oro en Cannes (primera surcoreana que la obtiene) y el Globo de Oro a la mejor película extranjera, así como el mejor filme independiente, mejor película extranjera, mejor director y mejor actor de reparto (Kang-ho Song) en los Premios del Círculo de Críticos de Películas Independientes de Chicago.

Además, está nominada en los premios Óscar a mejor película (lo cual ya es histórico y marcará un hito si gana), mejor película internacional, mejor director, mejor guion, mejor diseño de producción y mejor edición.

¿Conclusión?

La genialidad de la cinta radica en que es única y lo tiene todo: es entretenida y angustiante, con elevadas dosis de comedia ácida y de violencia, pero también incluye ligeras salpicaduras de humor pastelero para romper las barreras entre el llamado “cine de arte” y el de las “palomeras”. Además, obliga a cuestionarse quiénes son los que viven a expensas de los demás. ¿Cuál o cuáles personajes son los auténticos «parásitos»?

Un verdadero deleite tanto para los gustos más exigentes como para los menos sofisticados.