“La cacería”: lo divertido y sangriento del nuevo racismo
En un mundo donde ser cada vez más “políticamente correcto” es una nueva especie de intolerancia y de racismo, ¿dónde queda lugar para el humor negro, la libre expresión y el debate? Aunque todos tratamos de hacer de este un lugar mejor, no es posible estar de acuerdo con todos ni con todo, y eso mismo es lo que ha provocado que, en nuestro afán de ser mejores y más inclusivas personas, caigamos en lo ridículo, como lo demuestra La cacería (2020).
Doce personas elegidas al azar son enviadas a un lugar desconocido, donde sin razón ni motivo se les entregan todo tipo de armas. Una vez en el sitio, se percatarán de que acaban de entrar en una zona de caza, donde ellos serán las presas de varios millonarios que buscan eliminarlos por el simple gusto y placer de poder hacerlo.
Con La cacería, el director Craig Zobel nos entrega un divertido y extravagante survival repleto de humor negro, exquisitas y divertidas escenas gore y una ácida pero certera crítica social. Sin embargo, aunque su trama es totalmente predecible y nos predispone a ver otra cinta más de gente privilegiada (e intolerante) abusando de las minorías y de los oprimidos, es importante resaltar que contiene un giro de tuerca que la hace bastante especial y diferente.
Películas como La purga, Tú eres el siguiente y la reciente Boda sangrienta nos han hecho ver que la clase privilegiada es la principal célula cancerígena de la sociedad, pues mediante abusos, corrupción y poder adquisitivo plasman escenarios donde el rico (casi siempre conservador) puede tratar al pobre como un mero producto desechable.
Asimismo, Huye, Hostal o The Killer Unicorn nos dejan en claro que, ante la indiferencia e intolerancia, las víctimas de estos millonarios suelen pertenecer a las llamadas “minorías”, como son los negros (afroamericanos), los gays (homosexuales) o los también repudiados “espaldas mojadas” o indeseables (inmigrantes). Por esto es grato ver que en algún momento de la cinta estos sectores sociales logran revelarse contra aquellos que los han maltratado y oprimido.
Y sí, La cacería es más, más y más de esto mismo, con la gran diferencia de que Zobel se vale de un increíble y bien estructurado humor negro para exponer estos temas. Aunque por otro lado y como dijimos antes, también imprime a la trama un gran plot twist que la hace ver como un producto en extremo fresco, divertido y sangriento.
Otro gran acierto de la obra es que dentro de su predictibilidad radica su enorme imprevisibilidad ya que, a pesar de que contiene todos los clichés del subgénero y respeta los mismos a la par de que se burla de ellos, gracias a esto suceden cosas inesperadas. Así, al conseguir engañar al espectador (burlándose de su propio conocimiento en esta clase de tramas), también logra impactarlo con giros inesperados y gratas sorpresas.
No obstante, lo mejor de La cacería es el tema que denuncia, que no es otro sino el de la intolerancia, además de lo agobiante y de lo ridículo que llega a ser el afán de convertirse en una sociedad políticamente correcta hasta el extremo (por no decir hartazgo).
Después de todo, parece que nos acercamos al punto donde el exigir respeto hacia los demás se ha convertido en una nueva forma de violencia, así como la igualdad roza cada vez más otro nivel de racismo.
Es importante aclarar que este filme tiene fallos como cualquier otro, sobre todo porque al enfocarse más en el humor y en la crítica ácida hace que la trama se siente bastante simplona. Pero como dijimos antes, su manera tan diferente de mostrar los hechos y al hacer uso de eventos (y argumentos) tan acordes a estos tiempos, la vuelven una película extremadamente divertida, sangrienta y acertada.