«Las hermanas de la Magdalena»: el crudo castigo de ser mujer

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La castidad, la obediencia, el dolor y el sacrificio son características que se esperan de una buena mujer o, al menos, es lo que algunas religiones dictan. Tan es así que aquellas que se atreven a ir en contra de la norma deben ser castigadas para enmendar su error. Como ejemplo de esto basta mirar Las hermanas de la Magdalena (2002).

A inicios de los años 60, las monjas de los Conventos de la Magdalena sufrieron severas torturas físicas y psicológicas por parte de sus superioras. En el mejor de los casos, los castigos buscaban corregir el comportamiento pecaminoso, mientras que en el peor, servían como tratamiento para enfermedades mentales.

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Las hermanas de la Magdalena. Fuente: Amazon

Las hermanas de la Magdalena, dirigida por Peter Mullan, retrata la cruel historia de cuatro mujeres. Por una u otra razón, fueron consideradas como infractoras de la moralidad y de las buenas costumbres familiares.

Víctimas de la vergüenza social al ser madres fuera del matrimonio, castigadas por tener un rostro hermoso y una personalidad seductora, culpables de inducir a los hombres a violarlas, perjudicadas por negligencia médica al ser «pecadoras» y no enfermas mentales son algunas causas por las que estas cuatro mujeres vivieron los peores días de su vida.

Las hermanas de la Magdalena. Fuente: JustWatch

Desde los primeros 15 minutos de metraje, el espectador atestigua las ideas retrógradas hacia la figura femenina. También, el castigo que las mujeres reciben de la sociedad y de sus familias al caer en estos “crímenes”.

Así, cada protagonista representa un “dilema moral” o un comportamiento pecaminoso que debe ser enmendado, como el caso de Margaret (Anne-Marie Duff), internada por haber “provocado” que su primo la violara; o el de Rose, que para evitar la pena de ser madre soltera y fuera del matrimonio, es anexada al convento por su familia.

Las hermanas de la Magdalena. Fuente: Daily Mail

También está Bernadette, joven que se sabe hermosa y seductora, dos de las “armas” más peligrosas contra los bajos instintos del género masculino. Por lo tanto, una mujer que debe ser aplacada.

En el caso más extremo está Crispina (Eileen Walsh), con problemas mentales que se vuelven su prisión interna al buscar su salvación en los rezos y no en la atención médica que le es negada.

Los casos de cada una, sumados a la atmósfera tan sofocante y fría del filme, hacen a Las hermanas de la Magdalena una película que retrata perfectamente algunos pensamientos conservadores que han permanecido hasta hoy.

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Las hermanas de la Magdalena. Fuente: Twitter

Además, a través de los castigos físicos y psicológicos que sufren las monjas, vemos la facilidad con la que el carácter más fuerte se doblega ante la manipulación y el miedo.

A pesar de que el final de la película es liberador, no deja de transmitir esa sensación de furia y de impotencia ante la injusticia. Sobre todo, al saber que se vive en una realidad donde ser mujer es sinónimo de culpabilidad y de victimización.