«La Asistente»: una mirada al reino de terror de Harvey Weinstein
La larga escena en la que Jane (Julia Garner) acude con el director de Recursos Humanos para levantar una queja sobre el comportamiento inapropiado de su jefe engloba no solo lo que representa La Asistente (The Assistant, 2019), sino el drama laboral que viven cualquier cantidad de mujeres. La indiferencia del tipo muestra todo el poder del patriarcado y la poca importancia que se le da al testimonio de las víctimas de abuso.
La cinta, a pesar de su deprimente final, pretende hacer un llamado a la acción para continuar el cambio que #MeToo comenzó hace unos años.
Jane es una joven asistente que lleva un par de meses trabajando en una importante productora en Nueva York. Aunque se trata de un empleo supuestamente soñado, el estrés y el poco aprecio por su trabajo comienzan a pasarle factura mentalmente. Sus compañeros llenos de vicios no ayudan del todo; pero estos no se comparan con su jefe, un tipo grosero e insoportable que, además, pasa demasiado tiempo con las actrices a solas en su oficina.
La paciencia de Jane llega a un límite cuando una nueva y guapa asistente, sin experiencia alguna en el medio, es contratada a petición expresa del jefe. Preocupada por las posibles implicaciones, esta se decide a levantar una queja a pesar de saber lo que eso podría significar para su carrera.
Kitty Green, cuyos documentales comprometidos con causas feministas han sido acogidos por festivales como Sundance, Berlín y Venecia, hace su primera película de ficción con La Asistente, la cual refleja el que fue el reino de terror de Harvey Weinstein. Aunque, por supuesto, no hay ninguna mención por nombre al infame productor, resulta imposible no referenciar al que alguna vez fue uno de los hombres más poderosos de Hollywood.
A través de Jane, Green señala el abuso psicológico y físico hacia todas aquellas mujeres con grandes sueños en una industria que pide un alto precio para entrar. No por nada una de las empleadas trata de “reconfortar” a la asistente diciéndole que su más reciente víctima “obtendrá más que él”.
La trama transcurre en un día laboral de la joven. Como la primera en llegar y la última en irse, esta trata de mantener en orden la oficina y la vida personal del jefe. Esto le permite obtener un vistazo no intencional a aspectos repugnantes de su día a día; pero, aunque la mayoría en la oficina lo ve como algo gracioso, Jane no puede evitar sentirse mal por todo lo que descubre.
Garner, conocida por su gran papel como Ruth Langmore en la serie Ozark, se aleja por completo de la explosividad de este personaje para entregar una actuación bastante más sutil y retraída, pero no menos convincente. Su frustración y decepción quedan evidenciadas con las lágrimas que apenas contiene cuando el director de Recursos Humanos le da la “lección” más dura de la industria.
El jefe, el gran villano, permanece como una presencia absoluta que se hace sentir en todos los empleados y en cada aspecto de la empresa. Green opta por no darle nombre a esta entidad y ni siquiera a mostrarlo en pantalla. Sus manifestaciones físicas se limitan a su voz, lejana o por teléfono, y algunas líneas digitales que Jane puede leer en su correo. Esta decisión deja en claro hasta dónde se extiende el poder del individuo, quien no necesita estar presente para afectar negativamente a la protagonista.
Sus deplorables acciones, nunca mostradas explícitamente, también quedan a la imaginación, lo que puntualiza ese carácter de rumor con el que estas cosas se manejan. Al no haber pruebas más allá de los relatos de las víctimas, ¿por qué molestarse? Es a través de las reacciones de Jane y su constante malestar que se puede moldear al jefe a partir de un tipo como Weinstein. Porque hay que ser claros, él no era (es) el único con este comportamiento en la industria.
Green apela a un estilo minimalista y sin aspavientos para retratar el viacrucis de su protagonista. Disponiendo solamente de tomas fijas, un ritmo semilento y nada de música, la cinta puede sentirse con muy poca urgencia a pesar de la situación. El encuentro con el director de Recursos Humanos es uno de dos momentos en los que la directora finalmente apela a un leve desborde de emociones y una edición un poco más rápida para acentuar el estado de ánimo de Jane. El otro, casi al final, introduce algo de música, un travelling y una locación distinta para mostrar un poco de alivio en la atormentada joven. Pero, eso no significa que la sombra de su jefe no continúe amenazando su estabilidad emocional.
Quizá lo que se le podría reprochar a Green es el poco desarrollo de su protagonista, quien transita la trama de principio a fin sin cambio alguno. Esto parece estar anclado a la idea del tedio de la rutina y la pesadilla en la que se ha convertido su trabajo ideal. La escena en la que Jane recibe un correo del jefe en el que le explica que es duro con ella porque quiere “hacerla la mejor” sostiene este lavado de cerebro que ata a las víctimas al pensamiento de que “es por mi bien”. Sea como sea, este desarrollo prefiere quedarse en la superficie que indagar todavía más en el sentir de Jane.
En La Asistente, la palabra oportunidad aparece en varias ocasiones, aunque no de la forma que Jane quisiera. “Agradezco la oportunidad de continuar trabajando contigo”, le dice que escriba uno de sus compañeros para pedir disculpas al jefe; “es una gran oportunidad”, comenta su padre, a quien no pudo felicitar en su cumpleaños por la falta de trabajo, por teléfono. La ironía es desconsoladora.
En la escena poscréditos, Green enmarca la perpetuidad del abuso y el alto precio a pagar por una pizca de reconocimiento. Es entonces el apoyo, ausente en este caso en gran medida, lo que emerge como una herramienta poderosa en contra de todos los Harvey Weinstein del mundo.
La Asistente está disponible en Prime Video.