“El Ángel”, un seductor y carismático asesino múltiple
Por alguna extraña razón, hay asesinos en serie a los cuales es imposible odiar a pesar de sus atroces crímenes, pues si bien fueron viles y pervertidos psicópatas, cuentan con un brillo y un atractivo especial que los hace sumamente exquisitos al pensamiento. Además, cuando el cine entra de por medio y los dota con un enorme carisma y personalidad, estamos hablando ya de seres más allá del bien y del mal, como lo demuestra la cinta argentina El Ángel, del director Luis Ortega y protagonizada por Lorenzo Ferro.
Carlos Robledo Puch (Ferro) es un joven de apenas 17 años de edad que goza de la vida como nunca: roba, asesina y experimenta cada momento como si fuera su último suspiro. Pronto se aliará con Ramón Peralta (Chino Darín), con quien comenzará una oleada de crímenes en donde además de la sangre y los hurtos, deberán hacer frente a sus propios sentimientos e intereses personales.
El Ángel es una película sumamente colorida no tanto por su aspecto técnico, sino más bien por su narrativa, pues inspirándose en la vida del asesino múltiple más joven y famoso de Argentina, cuenta una historia atractiva y divertida en la que a pesar de contener diversos crímenes y asesinatos, además de otros temas de índoles sexual, nunca llega a lo morboso ni a lo ofensivo.
En esencia esto ocurre porque la cinta está más inspirada que basada en la vida de Puch, ya que a pesar de que éste cometió y fue cómplice de varios crímenes aberrantes (desde violaciones hasta poner en riesgo la vida de un bebé), en esta historia se dejan de lado varios detalles de su vida para enfocarse en sus últimos meses como hombre libre. Es por ello que la trama sólo presenta algunos cuantos de sus delitos de forma superficial pero de manera efectiva.
Por ello quienes estén buscando una película llena de sadismo, locura y morbo no la encontrarán aquí, pero sí una historia interesante y hasta cierto punto cautivadora, sobre todo por la actuación de Lorenzo Ferro como un joven Puch, quien inyecta a su personaje una enorme dosis de vitalidad, carisma e incluso sensualidad en ciertas secuencias, por lo que es fácil generar una gran empatía con el asesino no sólo por su vivaz personalidad, sino también por su filosofía de vida, la cual es simple pero potente: vivir al límite y disfrutar cada momento.
Así, junto con Ramón (inspirado en su cómplice Jorge Ibáñez), lo vemos llevar a cabo una serie de crímenes como robos y asesinatos que si bien dejan en claro la frialdad y la sociopatía de Carlos, también nos muestran a un individuo templado y consciente de sus actos, alguien que sabe perfectamente que lo que hace está mal, pero que en el fondo no le importa nada con tal de vivir su vida al extremo, sin importar las consecuencias ni cuánta gente resulte dañada a su alrededor, tanto física como sentimentalmente hablando.
Por otro lado la relación entre Puch y Ramón no se limita simplemente a lo delictivo, sino que entre ambos surge una relación que se basa más en lo sensual que en lo romántico, ya que si bien hay ciertos acercamientos físicos entre ellos, esto resulta ser más una forma de expresar la homosexualidad del verdadero Carlos, a quien tras su detención la sociedad y las autoridades lo calificaron como un “desviado y torcido”, elementos con los que la película resalta el estigma que las preferencias sexuales tenían en aquella época al emparentarlas con alguna conducto criminal o aberrante.
Ferro representa esto último de gran forma en pantalla, pues su comportamiento por momentos inocente y por momentos afeminado, mezclados con su comportamiento delictivo, al igual que su temple sereno frente a situaciones de gran riesgo y peligro, provocan que su personaje se torne bastante llamativo, demostrando que la belleza y la jovialidad también pueden ser sinónimos de maldad y locura.
Además, si a esto agregamos que la película cuenta con una banda sonora bastante pintoresca y una fotografía por demás llamativa, entonces no es difícil quedar atrapado en ella desde los primeros momentos, pues tanto su trama como su ritmo son capaces de presentarnos una historia un tanto alegre pero sin dejar de mostrarse sombría y llena de crimen.
PD: En la vida real Carlos Puch fue condenado a cadena perpetua con tan sólo 20 años de edad. Entre sus crímenes se encuentran 11 asesinatos y casi una veintena de robos. Fue apodado como “El ángel negro” o “El ángel de la muerte”.