Western (2017): la deconstrucción posmoderna de un género tradicional
A 16 años de su ópera prima Mein Stern (2001), que se llevó premios en Torino y Toronto, y a 11 años de Sehnsucht (2006), que compitió en Berlinale y ganó en Buenos Aires, Varsovia y Gijón, Valeska Grisebach presentó en la sección Un Certain Regard de Cannes su tercer largometraje Western, filme que aúna el sello particular de la directora alemana a uno de los géneros más tradicionales del cine, el western, del que la cineasta se confiesa aficionada desde que creció viéndolo en la televisión. Fiel a su estilo, Grisebach construye una obra flexible que se funda en la libertad de un guión poco riguroso que se abre a la improvisación, dando espacio a actores amateurs a quienes la misma Valeska conoce en las calles y cuyo encuentro detona el surgimiento de las ideas principales.
La naturalidad improvisada
Alejándose de los convencionalismos formales, la narración hipnótica y sugerente que construye Valeska fluye con una naturalidad comparable a la riqueza del espacio filmado y la espontaneidad de una obra asentada en la improvisación. Esto se traduce en un filme elusivo y observacional centrado en personajes que en ningún momento se sienten forzados y que se dejan retratar casi como en un documental. Western se planta ante el espectador como encarnación corporal de la tensión, lo que la emparenta con el cine de Fassbinder de los 70. Su andar deviene accidentado por las explosiones de violencia salvaje de un campo minado de tragedias atemporales que conduce, finalmente a un drama realista de alto grado poético.
La estructura masculina
Desmintiendo el entendido común de que las directoras de cine realizan cine enfocado exclusivamente en lo femenino, Grisebach se reconcilia con el héroe solitario y melancólico del western para reflexionar sobre la mitología del macho, asentada en el honor, que se puede observar en los duelos y la renuencia a hablar de los sentimientos y emociones, silencio que ayuda a construir el suspenso del filme. Adentrarse de lleno en la estructura masculina sirve a Western para posicionarse también como obra política, aprovechando la trama para hablar de la dominación alemana sobre los países de la periferia, que se concreta en el fantasma obsesionante del nazismo.
Deconstruyendo un género
La decisión de Grisebach de desplazar la acción al corazón forestal de Bulgaria, uno de los países más boscosos de Europa, supone la primera subversión al canon clásico del western, que suele ubicarse en parajes áridos y desolados. Apropiándose de los códigos del género más masculino del cine, pero con la visión arquitectónica y mecánica de Antonioni, Western narra las tensiones entre un grupo de obreros alemanes que construye un sistema hidráulico y los habitantes del pueblo búlgaro más cercano a la construcción, abordando temáticas como las diferencias culturales y la xenofobia.
Como en todo western, Western se centra en un personaje solitario, un forastero que no encaja en donde debería, aquí se establece una analogía entre los obreros y los grupos de bandidos que llegaban a sembrar el terror en los pueblos del lejano oeste; pero que establece lazos sentimentales con los lugareños, encontrando su lugar en un espacio que, aparentemente, no es el suyo. Grisebach construye un relato realista contemporáneo que se funde con los ingredientes clásicos del western para abordar el problema del inmigrante moderno, ese outsider que, desplazado por motivos económicos, se convierte en el nuevo cowboy.