Good Time: ¿por qué te comportas como un cabrón todo el tiempo?
Por espacio de una noche, acompañemos a Constantine Nikas, que intentará salvar su vida y la de su hermano, quien fue atrapado por la policía luego de que ambos cometieran un robo de banco que se salió de control, conduciéndolos a través del inframundo neoyorkino repleto de yonkis y ladrones, seres desesperados sin sentido de ética o moral; escorias marginadas capaces de hacer cualquier cosa para alcanzar lo que desean. La presencia de Robert Pattinson como protagonista, quien últimamente ha interpretado papeles notables, hace más llamativo el segundo largometraje de ficción de los hermanos Benny y Joshua Safdie.
Con su opera prima, Heaven knows what llamaron la atención al recorrer el submundo de Manhattan jugando con los límites entre la realidad y la ficción al adaptar/documentar el diario de Arielle Holmes, una chica que a los 18 años vivía en las calles, buscando la siguiente dosis de heroína, metida en una relación enfermiza con Ilya, yonki indigente como ella. Los cineastas la sacaron de las calles para que protagonizara un híbrido entre teatro callejero, cine documental y película de arte que ganó el elogio de la crítica y premios internacionales.
El lado oscuro de la gran ciudad
Good time sucede también en el lado oscuro de Nueva York, pero al asumirse plenamente como ficción, manipula con menos sutileza la oscuridad del entorno, romantizando, aunque sin embellecer, la cotidianidad de personas que habitan en la marginalidad y que se enfrentan a una realidad hostil, al tiempo que incrementa las influencias de Scorsese y Ferrara.
Al igual que estos directores, los Safdie deciden abordar un Nueva York que permanece un poco relegado en el cine, que se ocupa normalmente del lado glamoroso de la Gran Ciudad. Lejos de cobijarse en sus influencias, toman los clichés del género para subvertirlos de forma embriagante, construyendo un ambiente opresivo y tenso que se potencia por la música oscura y experimental de Daniel Lopatin, conocido como Oneohtrix Point Never, quien triunfó con el Mejor Soundtrack en Cannes y en los Hollywood Music in Media Awards.
Hiperviolencia vaporwave
Con su atropellado avance, Good time adopta la estética del cine neo-noir de los 70s y 80s, pero la inserta en un relato fragmentario con un ritmo frenético más a mood con la inmediatez del siglo XXI. Las luces neón y tonos de color chillones, así como el sonido industrial, que reverbera en la escena casi como si se palpara, pero retorcidos en una estética más cercana al vaporwave, sirven de fondo a una historia de violencia y locura.
Esa capacidad de los Safdie de crear localizaciones y momentos visuales abrumadores, acaba por derivar, en ocasiones, en situaciones tan numerosas y variadas que no dejan espacio a conclusiones y desaparecen abruptamente, en lo que se antoja como efecto secundario de un guión que avanza vertiginosamente, observado hacia atrás sólo para crear microficciones ingeniosas que resultan llamativas y entretenidas, pero que no tienen peso en los acontecimientos clave de la película.
Si quieres que Dios se ría de ti, cuéntale tus planes
Con el determinismo negativo de nacer y crecer en la periferia de la sociedad, los personajes caminan por una ciudad esperpéntica que se comunica con algunas tomas aéreas que se elevan para mostrar a la ciudad desde los cielos como una especie de basurero habitado por sujetos tan insignificantes como turbios; pequeñas e inútiles hormigas con voluntades tan diminutas que no pueden sino resultar risibles para quien mira desde arriba.
Cuando la cámara se acerca vemos a Connie, un individuo errático que realiza acciones-tapón, es decir que todo lo que hace tiene la finalidad de corregir o tapar las consecuencias erráticas de malas decisiones. Este camino conduce a un descenso angustiante hacia el vacío y la decadencia. Cada acto infortunado, abre la senda de Connie en distintas bifurcaciones que sólo llevan a la desesperación y la locura, resolviéndose cada vez de forma más irracional por un Connie que se comporta todo el tiempo como un cabrón de mierda.
El naufragio de una apuesta interesante
El resultado final es una película ingeniosa que entretiene bastante, con propuestas muy interesantes, pero que se me antoja irregular. Aunque en el aspecto técnico mejora conforme avanza (la primera escena, que se construye con primeros planos descuadrados que alternan entre los personajes que hablan pero con mala sincronización, me hizo pensar que la película sería muy mala), llegando a regalar escenas en las que los personajes se comunican perfectamente a través de gestos y movimientos específicos, hay ocasiones en que las acciones de los personajes se antojan cuestionables y absurdas incluso para un yonki desesperado.
Sin embargo, los mayores problemas estriban en un guión al que le acaba “valiendo madre” soltar un “bonche” de hilos que no continuarán, tejiendo una historia general algo deshilachada que abunda en cabos irresueltos. Es cierto que se pueden justificar estos “fallos” de verosimilitud como realizados a propósito para reflejar la perspectiva surrealista de quien está en el viaje o la estructura delirante de la película, pero en raras ocasiones concedo a una obra esta excusa por considerar que puede servir para fomentar el conformismo.
Después de balancear los pros y contras que observo en Good Time, recomiendo observarla como una historia que intenta narrar más desde la experiencia que de la historia. Good Time es una odisea con personajes singulares y situaciones absurdas dignas de una película de culto, un experimento rico en texturas visuales y sacudidas sinestésicas frescas. Habrá que esperar el siguiente trabajo de los hermanos Safdie para ver si continúan con la tarea de construir un estilo que enriquezca ampliamente el cine del género negro.