The Killing of a Sacred Deer: la sublimación estética de una nueva tragedia
Con su estreno en México fechado para el mes de febrero, llega The Killing of a sacred Deer, la más reciente película de Yorgos Lanthimos, el cineasta griego más popular de la última década y, sin duda alguna, uno de los directores más polémicos del cine internacional; quien, tras Doogtooth (2009) y Alps (2011), filmes inquietantes y atípicos que le dieron sus primeros premios importantes (además de una nominación al Óscar a Mejor Película de Habla Extranjera), alcanzó el reconocimiento internacional con The Lobster (2015), película que le valió ser nominado en Cannes, los Globos de Oro y los Premios Óscar, además de contar con un reparto liderado por Colin Farrel, Rachel Weisz, Leá Seydoux y John C. Reilly.
Estrenada en 2017, The Killing of a Sacred Deer supone la consolidación de un director que construye un estilo que, si bien recuerda en ocasiones a Terrence Malick, Michael Haneke o Stanley Kubrick, se define como propio al incorporar elementos de distintos géneros. En esta ocasión repiten el guionista Efthymis Filippou y el director de fotografía Thimios Bakatakis, quienes han colaborado en todos sus largometrajes, así como Colin Farrel que comparte actuaciones con figuras como Nicole Kidman, Alicia Silverstone y Barry Keoghan.
No hay que perder de vista a Lanthimos, quien ha estado bastante productivo, prometiendo volver al ataque este 2018 con el estreno de The Favourite, una película de época en la que podremos ver a Rachel Weisz, Emma Stone y Nicholas Hoult, entre otros. Mientras esperamos a entonces, tenemos en The Killing of a Sacred Deer una obra tan excelsa como compleja que vale la pena analizar en tanto que pone en juego géneros como la tragedia griega, la narrativa fantástica, el thriller y el terror para entregarnos una de las películas más técnicamente perfectas de la historia reciente, pero también un filme que, con toda seguridad, disgustará a muchos.
Fuck genres
En Ifigenia en Áulide, tragedia de Euripides, se narra el episodio de la mitología griega que refiere el sacrificio de Ifigenia por su padre Agamenón para aplacar la ira de la Diosa Artemisa, a quien molestó al matar a uno de sus ciervos sagrados. The Killing of a Sacred Deer reinterpreta la trama de Euripides, pero imponiendo la decisión que hubo de tomar el rey griego, sobre Steven, un médico de la era moderna, donde la normalización e indiferencia ante la muerte han revestido a las personas de una insensibilidad que las vuelve apáticas ante la crueldad y el sufrimiento del otro.
La venganza, motivo principal de los acontecimientos, no se hace patente hasta la mitad de la película, cuando Martin anuncia la maldición y echa a andar un reloj de arena que acabará con la vida de Kim, Bob y Anna, los hijos y esposa de Steven, a menos que él decida matar a uno de ellos. Lo que la amenaza de Martin produce en realidad es la creación de un punto de encuentro, una zona narrativa, donde confluyen el thriller, el terror, la fantasía y la tragedia griega.
Como en la tragedia griega, existe un destino fatal de orden sobrenatural (es decir, que trasciende las posibilidades de los personajes) que deriva, pese a los intentos de Steven, en la muerte. Lo que Lanthimos lleva a cabo es conducir la tragedia griega a través del teatro de la crueldad, el psicoanálisis, la novela existencialista, el terror fantástico y el cine de arte, englobando todo en una obra maestra del preciosismo minimalista y alcanzando la sublimación de lo grotesco perseguida por la escuela romántica de Víctor Hugo.
En The Killing of a Sacred Deer podemos resaltar las evidentes influencias, desde lo cinematográfico, de Kubrick, Malick, Bergman o Haneke; pero Lanthimos siempre encuentra la forma de torcerlas para llevarlas en otra dirección. Ejemplo de ello es que el acoso creciente de Martin, que recuerda al de Funny Games, no es iniciado por él: a diferencia de la cinta de Haneke, en la que el invasor irrumpe en el hogar, Steven es quien busca al chico y lo invita a cenar con su familia. Imposible es no pensar, también, en la novela Maleficio que Stephen King publicó en 1996 con el seudonimo de Richard Bachman, que se destaca por trasladar una maldición de una visión primitiva del mundo al terreno de la novela de horror moderna.
Preciosismo violento y belleza inquietante
Desde el excelente incipit, que presenta un primer plano de una operación a corazón abierto con «Stabat Mater D383 – I. Jesus Christus schwebt am Kreuzel» de Franz Schubert sonando de fondo, Lanthimos nos indica las intenciones de la película: The Killing of a Sacred Deer es una intervención al corazón, pero esa intervención es calculada, mecánica, una cosa de todos los días para los cirujanos.
La forma de grabar es demencial y hermosa, atípica: planos cenitales y angulares, enfoques claustrofóbicos y travellings que siguen a los personajes por pasillos eternos y laberínticos, se configuran como herramientas para fabricar un monumento a la belleza, esa deidad violenta e inquietante tan venerada por el ser humano. Toda la película es conducida con un movimiento perpetuo de cámara que cambia de ritmo sutilmente, acelerando y desacelerando, pero sin alcanzar jamás a detenerse. Este desplazamiento constante de la cámara, que se siente como un vaivén suave, lejos de tranquilizar, aumenta la tensión que emerge desde lo formal, incluso cuando en la pantalla no sucede mucho.
Confrontando la moralidad hipócrita
The Killing of a Sacred Deer nos coloca frente a personas acomodadas que viven en el confort materialista de quien no ha sufrido gran cosa. Estos seres son autómatas y transitan por el mundo ignorando sus problemas, como si no tuvieran nada que ver con ellos, hasta que el mundo los golpea y despierta sus emociones, obligándolos, de forma despiadada y turbia, a cuestionarse qué serían capaces de sacrificar para mantener el bienestar.
A medida que avanza la película, el grado de preciosismo estético se eleva y los personajes empiezan a desmoronarse: se destapan entonces los vicios y perversiones de una sociedad asentada en una moral hipócrita que privilegia las posesiones materiales y el confort. Esto sitúa a The Killing of a Sacred Deer como una crítica salvajemente cínica y analítica del comportamiento humano.Es evidente que a los personajes les cuesta conectar emocionalmente con los demás, lo que los lleva a actuar como robots (algo que se ha cuestionado mucho de la película), seres acartonados que no saben como confrontar sus emociones y suelen relegarlas a un plano secundario.
Incluso cuando Steven se decide a actuar lo hace a ciegas. El que cubra sus ojos para no saber a quien sacrifica, delegando el motivo de la acción al azar, es la última evidencia de su incapacidad para tomar una decisión que comprometa sus emociones; algo que se hace presente cuando le pregunta, angustiado, al director de la escuela a cuál de sus dos hijos elegiría.
Tragedia + Psicoanálisis: el destino fatal del hombre moderno
Las referencias textuales con Ifigenia en Áulide son varias: cuando Artemisa le dice a Agamenón que el sacrificio es la única forma de aplacar su ira, este le replica que le parece injusto que su hija deba pagar el precio, lo mismo que replica Anna a Martin cuando se entera de que la muerte de sus hijos se debe a la culpa de su marido, quien accidentalmente mató al ciervo en la figura del padre de Martin. Al igual que Artemisa, Martin señala que de no realizarse el sacrificio morirá toda la familia y que lo único que le parece se asemeja a la justicia es la venganza.
The Killing of a Sacred Deer es, sin embargo más metafórica se planta de pleno sobre la analogía y el uso de símbolos. Steven es cirujano de corazón y Anna es oftalmóloga. Ambos se jactan de ser científicos inteligentes, pero ninguno de los dos es capaz de ver ni sentir en realidad. Su vida rutinaria carente de emociones los congela tanto que, incluso cuando tienen relaciones sexuales, llevan a cabo juegos consistentes en fingir un estado de anestesia. No fingen, están anestesiados. Así, la película se conforma como un análisis psicológico que se vale de la tragedia para insertar un enfoque psicoanalista que explica los sucesos fantásticos de la película como manifestaciones de la psique de los personajes.
Reconozco que la película es difícil, lo que le valdrá varias críticas negativas. Pero también creo merecido reconocer la intención de Lanthimos de encabalgar distintos géneros. Es el griego un cineasta que evade lo típico y convencional, artífice de un cine que vale la pena analizar y que pasará a la historia por legarnos algunas de las escenas más hermosas del cine.