Garras de Oro: la cinta muda que incomodó al Tío Sam.

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En 1982, el historiador colombiano Jorge Orlando Melo divisó en los Archivos Nacionales de Washington una correspondencia consular de los años veinte, en cuyo corpus se mostraba el interés de Estados Unidos en frenar la difusión de una película muda en Colombia, cuyo argumento resultaba perjudicial para los intereses de Norteamérica. La cinta, originaria de 1927, estaba producida por inversionistas caleños y postraba su nombre en inglés como The Dawn of Justice, en español Garras de Oro.

Incrustada durante años en el olvido cinematográfico, en 1985 una copia de la cinta fue rescata por Rodrigo Vidal (actual director de la cinemateca de la Universidad del Valle) de las entrañas del Teatro Jorge Isaacs de Cali, gracias a las instrucciones un misterioso sujeto que nunca se indentificó y le reveló el paradero del filme.

En los noventa, la copia fue restaurada por la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y el Departamento de Cine del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Más tarde, el Instituto Goethe colaboró con la incorporación de ocho minutos adicionales que se habían extraviado en la Cinemateca Distrital de Bogotá. En total, la copia de la película tiene una duración de 55 minutos, un 90 por ciento de la extensión original que no impide comprender su argumento.

MISTERIOSO RODAJE

Entre las investigaciones y artículos que se han redactado respecto a la realización de esta película, resalta la incógnita de dónde y por quién fue grabada. Existen especulaciones, redactadas por la prensa de la época, de que pudo ser rodada en Italia y no en Cali, que en ese entonces era una pequeña ciudad en desarrollo.

Al inicio del filme resalta que éste fue dirigido por un tal P. P. Jambrina. Según los investigadores Juana Suárez de la Universidad de Kentucky y Ramiro Arbeláez de la Universidad del Valle, P. P. Jambrina fue un seudónimo utilizado por Alonso Martínez Velasco, un político colombiano liberal, cronista, editor de revistas y empresario de salas de cine. Garras de Oro parece ser la única película que realizó en su vida, la cual no afectó su carrera política, pero sí envió al desuso el seudónimo de P. P. Jambrina luego de que la obra fue censurada.

Otros nombres que deja ver la cinta son el de Arnaldo Ricotti, como “operador en jefe, y Arrigo Cinotti, como “ayudante de operador”; además de Cali Films como la empresa productora. Estos dos personajes fueron profesionales del medio cinematográfico de Italia. Por último, también se obtuvo el nombre del actor colombiano Jorge de Hoyos y de la actriz italiana Lucía Zanussi, quien interpreta a Berta. Sin embargo, por la mutilación de la cinta se desconoce la identidad del resto del personal técnico y artístico involucrado.

Los registros arrojan que Garras de Oro fue estrenada en Cali el 13 de marzo de 1927 en el extinto Teatro Morderno (donde actualmente de alza el Teatro Jorge Isaacs), y pese a su aparente éxito durante su premier, las proyecciones de la película fueron mermadas.

MOTIVOS DE CENSURA

Desde un principio, un discurso antiimperialista se logra apreciar en este trabajo cinematográfico con la aparición del Tío Sam (quien es personificado con unas singulares garras) arrebatando Panamá a Colombia y que consolida su desarrollo con la representación de los 25 millones de dólares que recibió el país cafetalero.

Para los investigadores colombianos Guillermo Pérez La Rotta y María Teresa Pérez Hernández, Garras de Oro es una película de características cosmopólitas, ya que su argumento “abre críticamente a Colombia frente al mundo y cuestiona con valentía al imperialismo yanqui”.

La ficción que construye Garras de Oro toma de timón el altercado histórico que, a principios del Siglo XX, el presidente norteamericano Theodore Roosevelt tuvo el periódico The World. Moore acusó al gobierno de Roosvelt en haber recurrido a prácticas de corrupción durante la compra de acciones de la compañía francesa que originalmente comenzó a construir el Canal de Panamá.

En los años veinte, la política externa estadounidense era fuertemente criticada por su carácter imperialista. Por ejemplo, en Nicaragua habían desembarcado cerca de mil marinos estadounidenses con la intención de poner fin a una revolución que, según la mirada occidental, afectaba a los intereses de Estados Unidos.

Estos factores pueden ser los causantes de que el país de las barras y las estrellas buscara con tanto afán frenar la difusión del filme en territorio colombiano. Estados Unidos era entonces una entidad en alerta constante respecto a las críticas sobre sus operaciones políticas; Garras de Oro pudo considerarse como parte de estas protestas, ya que desde su rodaje había llamado la atención del consulado estadounidense en Bogotá.