“Verano del 84”, la nostalgia ochentera de los asesinos en serie
Experimentada por muchos y tan sólo soñada por otros tantos, la época de los 80 fue, con toda seguridad, la mejor etapa de la historia en lo que se refiere al cine de terror, pues con tramas que iban de lo sangriento a lo divertido, los filmes de monstruos, fantasmas y asesinos dejaron una marca permanente en la memoria de los fans del horror. Afortunadamente para aquellos otros que únicamente podemos transportarnos a esos años mediante la televisión y el internet, existen cintas como Summer of 84 (Verano del 84, 2018) que abordan temáticas del cine de género que si bien no son nuevas, sí tienen ese aire ochentero que tanto gusta actualmente.
Davey (Graham Verchere) es un adolescente que además de pasar tiempo con sus amigos Woody (Caleb Emery), Eats (Judah Lewis) y Curtis (Cory Gruter-Andrew), tiene como hobbie leer e investigar sobre cualquier tipo de teorías conspirativas e historias extrañas que encuentre en los periódicos. Es por esto que cuando se da a conocer la noticia de que un asesino en serie está atacando a los niños del pueblo, Davey comienza a sospechar que su vecino Wayne Mackey (Rich Sommer), un policía ejemplar, podría tratarse de dicho psicópata, por lo que junto a sus amigos iniciará una serie de investigaciones para atraparlo.
Esta película de los directores François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell se mira bastante interesante y llega en buen momento aprovechando la fiebre que han causado series como Dark y Stranger Things, pues presenta un argumento actual, como lo es el tema de los asesinos en serie (aunque al parecer estos nunca pasarán de moda), pero cuya trama ocurre en los años 80, pues mediante la vestimenta de los personajes así como la escenografía, la cinta fácilmente se transporta a esa época.
Sin embargo, más que una cinta de terror, Verano del 84 se orilla más por el suspenso, pues aunque toca el tema de los asesinos en serie, la actuación de los jóvenes protagonistas y quienes se miran y actúan todavía como unos pre-adolescentes, ocasionan que la película transcurra en un ambiente más cómico que sombrío. Esto no quiere decir que la cinta sea mala por la comedia que maneja, por contrario, sí ocasiona que haya altibajos muy marcados en su ritmo.
Esto se da porque durante la primera mitad vemos a Davey, Woody, Eats y Curtis vivir la vida común y corriente de cualquier adolescente norteamericano (o al menos a la que nos tienen acostumbrados a ver en tantas películas), es decir, son aquellos niños jugando a ser adultos pero que todavía gustan de pasar tiempo en su casa del árbol viendo revistas pornográficas, jugando con otros chicos de sus edad, bebiendo alcohol de vez en cuando a escondidas de sus padres y, por supuesto, presumiendo de experiencias sexuales que todavía no han tenido. Como vemos, la vida normal de cualquier puberto.
Este ritmo se mantiene durante la primera media hora, aunque poco a poco comienza a retomar un paso más interesante cuando tras saberse que hay un asesino en serie en el pueblo, Davey comienza a unir y atar ciertas pistas que sólo a él le parecen congruentes, y todas ellas apuntan a que su vecino Mackey es el psicópata que anda suelto. Es por esto que el joven une fuerzas con sus amigos para sacar a la luz el oscuro secreto de este policía, aunque todo parece indicar que para sus compañeros esto se trata de un juego sólo para pasar el rato.
A partir de aquí la cinta se vuelve más sólida, pues este grupo de amigos comienza a realizar una serie de elaboradas y minuciosas investigaciones que también resultan muy divertidas, convirtiéndose así en una especie de pequeños detectives. Así, es gracias a las nuevas pistas y los resultados que los chicos van obteniendo gracias a su “labor policial”, es que el espectador se adentra más en la trama, pues poco a poco las cosas parecen tener sentido y se va revelando alguno que otro secreto que, efectivamente, logra generar un suspenso ligero pero bien logrado.
Es importante mencionar que este suspenso, aunque entretenido, no resulta muy sorpresivo, pues desde un inicio la trama mantiene un solo camino y, por decirlo así, no cuenta con un giro de tuerca que sea impactante para la historia. Sin embargo, vale la pena resaltar que lo impactante es la forma en que los jóvenes logran descubrir al asesino, lo cual ocurre en medio de una secuencia que se mira bastante digna de cualquier thriller (o incluso de cualquier película de terror) actual o clásica.
De igual manera y como dijimos antes, si bien la trama no otorga ninguna sorpresa que resulte verdaderamente impactante hasta este momento, el verdadero punto fuerte de la cinta son sus últimos 15 minutos, pues cuando parece que la película está por terminar y, dicho sea de paso, tener un final bastante malo, afortunadamente la historia continúa durante unos momentos más, mismos que están llenos de un suspenso muy bien construido que incluso llega a sentirse como un slasher. Más aún, pues el elemento «sorpresa» del que tanto perecía carecer esta película ocurre en los últimos minutos, provocando que la historia termine de una impactante forma (sin que lo visceral esté presente), dejando al espectador sumergido en una angustia que resulta bastante buena para un filme que en un principio parecía contar “un día cualquiera en la vida de un adolescente”.