«Réplicas», Keanu Reeves juega a ser dios en su regreso a la ciencia ficción
Hay quienes aseguran que la clonación es uno de los más grandes avances que nos ha regalado la ciencia; otros, en cambio, comentan que este es uno de los actos más viles, atroces e inhumanos que puede realizar el hombre, pues en su infinito ego está jugando a ser dios al crear una vida que no debería de existir. Sin embargo, ¿hasta qué punto influye el amor y el egoísmo en este tema? Para dar respuesta a esto llega Réplicas, del director Jeffrey Nachmanoff y con Keanu Reeves como protagonista.
Will Foster (Reeves) es un neurocientífico con la misión de transmitir la mente y la memoria de un cerebro humano a uno robótico, sin embargo, todos sus intentos han carecido de éxito. Por desgracia, no es sino hasta que toda su familia muere en un accidente que se verá forzado a usar todo su conocimiento y nuevos métodos, tales como la clonación, con tal de traer de vuelta a la vida a sus seres amados.
Reeves está de regreso en la ciencia ficción con este thriller que se muestra como un claro ejemplo de los límites entre la ética y el cocimiento tecnológico, pues esta película del director Jeffrey Nachmanoff nos enseña hasta dónde puede llegar un hombre con tal de salvar a su familia, aunque eso signifique ir en contra de todas las leyes de la naturaleza. Por supuesto, todo esto mediante una trama bastante desgarradora desde sus primeros momentos.
Y es que apenas se nos presenta a Reeves en su papel de Will Foster, podemos ver que se trata de un neurocientífico totalmente entregado a su labor de transmitir la conciencia humana a un cuerpo sintético. Por desgracia, como lo muestra uno de los experimentos que realizan con un robot, queda en claro que si bien su equipo ha sido capaz de lograr esto, no han encontrado la forma para que la esencia de una persona (¿quizá su alma?) sobreviva dentro de un cuerpo artificial más allá de unos minutos.
Esto da pie a que conozcamos un poco mejor la personalidad de Will, pues después del experimento fallido y una vez que está con su familia, podemos ver que sus creencias no son otras más que científicas, ya que tras una charla con su esposa (Alice Eve) se nos deja ver que el protagonista está completamente seguro de que la esencia de la vida se resume en matemáticas, cálculos exactos, pruebas y errores…en pocas palabras: ciencia y sólo ciencia.
Esto último queda en claro a tan sólo unos minutos de haber iniciado la cinta, pues el hombre debe ver morir a su esposa y sus tres hijos en un terrible accidente; aunque es aquí cuando inicia la verdadera premisa del filme, ya que lejos de permitir que el ciclo de la vida siga su curso y resignarse a perder a su familia, decide hacer a un lado toda su ética y moral para dar paso a su egoísmo, pues valiéndose de la tecnología se dispone a traerlos de vuelta a la vida.
Es precisamente este proceso lo más interesante de Réplicas, pues luego de rescatar sus cadáveres, el protagonista deberá pensar y desechar varias opciones no sólo para idear la forma de cómo volver a crear los cuerpos de su esposa e hijos, sino también de encontrar la manera de transmitir su mente a éstos. Por supuesto, la respuesta la encuentra en la clonación.
Ahora bien, el verdadero objetivo de la película no es enseñarnos el proceso científico para desarrollar un cuerpo humano de forma artificial, aunque cabe decirlo, el mirar cómo se crean mediante sustancias químicas y cálculos matemáticos es por demás interesante; no, sino que la finalidad de la cinta es plantearnos los dilemas éticos y morales que conlleva el jugar con la vida y la muerte.
Este elemento se presenta como el más entretenido de Réplicas, pues ver a Keanu Reeves deshacerse de toda ética y valores humanos (y científicos) para crear clones de su familia y no quedarse sólo en el mundo, es lo más destacable de la cinta; pues a fin de cuentas en el fondo prefiere vivir en una mentira que aceptar la realidad. Por supuesto, para conseguir esto también debe manipular los recuerdos de quienes fueron sus seres queridos, ya que hay ciertas memorias que ponen en riesgo la nueva vida artificial/familiar que ha creado, así que más importante que convencerse a sí mismo de que no está viviendo una vida que no debería existir, es el persuadir/manipular a los demás para que crean en un engaño.
No obstante, aunque pareciera que la verdadera fortaleza de la cinta sería el ver cómo poco a poco la familia de este neurocientífico se va percatando de que algo está mal con ellos, por desgracia esto no sucede así, pues prácticamente en ningún momento estos clones llegan a tener crisis existenciales o dilemas morales al saberse seres artificiales y no seres humanos verdaderos; peor aún, pues cuando se cuestionan esto, lo aceptan demasiado fácil (incluso en este aspecto llega a tener un mejor tratamiento La isla (2005), de Michael Bay y Sylwia Kubus). Esto termina por hacer que el suspenso que se genera desde que vemos a William realizar sus experimentos, decaiga poco a poco al final, aunque la trama se salva debido a breves secuencias de acción cuando la compañía para la que Will trabaja intenta recuperar lo suyo.
Y aunque la historia no intenta ser moralista ni educativa como para plantear problemas filosóficos o éticos bastante profundos respecto al tema de la clonación, también es cierto que pudo ahondar un poco más en estos tópicos para darle un tinte más pesimista -incluso siniestro-, pues no todos los días se mira una historia donde un padre pierde a su familia y desafía todas y cada una de las leyes naturales para traerlos de nuevo a la vida. Después de todo, ¿cómo reaccionaríamos nosotros si nos dijeran que nuestra verdadera vida se acabó tiempo atrás, y en realidad sólo somos un clon de la persona que fuimos alguna vez?
En resumen, Réplicas es una película bastante interesante durante su primera mitad, pues plasma de buena forma la frustración y el espíritu transgresor de un hombre que lo ha perdido todo y que para recuperarlo es capaz de ir en contra de toda lo ética que nos ha regalado la ciencia. Sin embargo, su ritmo decae en la segunda mitad, pues aunque es entretenida hasta sus últimos instantes, pudo haber dado una visión un poco más pesimista sobre los peligros y las consecuencias de jugar a ser dios.