Similitudes en el libro y la película de Réquiem por un sueño

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Hay una película, sólo una película acerca de drogas (bueno, está bien, además de Trainspotting) que nos traumó por allá de la época de principio de milenio, tanto por su salvajismo temático como por un precioso bombardeo de fotogramas constante e in crescendo, acompañado de The Kronos Quartet. Y ésa fue nada más y nada menos que la bella Réquiem por un sueño, la segunda cinta dirigida por un joven de nombre Darren Aronofsky.

En la película conocimos a Harry (Jared Leto), Marion (Jennifer Connelly), Sara Goldfarb (Ellen Burstyn) y Tyrone C. (Marlon Wayans), un grupo de personas luchando por conquistar su versión del sueño americano, y arruinando sus vidas por las adicciones que estos anhelos les costaron.

Pero, ¿sabías que Réquiem por un sueño está inspirado por un libro del mismo nombre, publicado en 1978?

Requiem for a dream fue escrito a finales de la época de los setenta por Hubert Selby Jr, un escritor estadounidense que pasó gran parte de su vida desahuciado. La enfermedad que padecía: tuberculosis avanzada.

Quizá por la inminente amenaza de su muerte, Hubert pudo explotar muy poco su pasión por la escritura. Él también fue autor de Last Exit to Brooklyn, adaptada al cine en 1989. En ambas adaptaciones cinematográficas de sus libros, Hubert tiene una participación pequeña. En Réquiem dio vida a un guardia.

No es de extrañarse que Réquiem por un sueño sea de las adaptaciones más fieles de un libro, pues Hubert Selby Jr. estuvo involucrado en el guion de Aronofsky.

A continuación, para conmemorar tan grandes obras de arte, película y libro, te presentamos una lista con algunas similitudes importantes que encontramos.

La escena del televisor

Al leer la primera página de la novela de Hubert Selby Jr., y sobre todo si se vio la película antes, es imposible no imaginarnos a Jared Leto tratando de robar el televisor de su madre. No sólo esta escena es idéntica en ambas obras, sino que la actuación de Leto y Burstyn es suprema; logra transmitir a la perfección la ficción creada por Selby, y en ocasiones es difícil de mirar.

Lo más curioso en este punto: la película no contiene ni una variación en esta parte. Todo es tal cual se escribió en 1978. Es más, el personaje de Jared Leto es igualmente cínico que el personaje de Selby. Lo que podemos complementar en este punto, es que la película nos mostró desde un inicio a Sara en el clóset, pero jamás nos dijo que Harry la encerró ahí en un principio.

Harry encerró a su madre en el clóset.“Harold, por favor”. No la televisión de nuevo (…) Harry abrió la puerta,“entonces deja de jugar juegos con mi cabeza…”.

El vestido rojo de Sara

Como se puede apreciar en el fragmento anterior, Hubert Selby Jr. tenía una forma muy peculiar de escribir. El autor incluía los diálogos dentro del mismo párrafo (algo similar a lo que hacía José Saramago), y no siempre seguía las reglas de ortografía y puntuación. No obstante, esto es un gran acierto a la hora de plasmar con palabras las tortuosas inclinaciones de los personajes hacia los motivos de sus respectivas obsesiones. Con Sara, por ejemplo, se percibe una fijación agónica hacia la pérdida de peso y las anfetaminas. Su deseo: entrar en el vestido rojo que utilizó durante la graduación de Harry.

Los amantes de la película de Darren Aronofsky se darían cuenta casi de inmediato que no hay diferencias entre la descripción de Selby y la narrativa del director.

De igual forma, la escena en la que una amiga de Sara le tiñe el cabello de rojo es idéntica a la que se muestra en el filme.

¿Es rojo? Es rojo. No un rojo-rojo, pero un rojo. ¿Rojo? ¿Me estás diciendo que esto es rojo? Sí. Te estoy diciendo. ¿Entonces qué es naranja? Si esto es rojo, quiero saber qué es naranja…

Las alucinaciones

Algo impactante en la película es ver comida flotando en la habitación-sala-cocina- de Sara, al igual que las visiones salidas de su concurso de televisión favorito (dato curioso: en la novela Requiem for a Dream, Sara no ve un programa de concursos, sino un montón de telenovelas. Fue Aronofsky quien decidió que este cambio representaría más la soledad y obsesión de Goldfarb). Estas alucinaciones, lejos de causarnos gracia, nos provocan una sensación de asfixia. No tenemos más que aplaudir a Darren por esto, pero también a Selby y a su más famoso libro.

En la obra original podemos ver, casi de manera literal, a las infames alucinaciones de Sara. En alguna ocasión, Aronofsky aseguró que éste es uno de sus libros favoritos de toda su existencia, por lo que no nos extraña que lograra llevarlo casi sin cambio alguno a la pantalla grande.

Aunque sí existe una diferencia evidente entre la Sara del libro y la Sara de la película; en la obra original la madre de Harry tiene una personalidad más débil. La pesadilla causada por las alucinaciones realmente la sentimos con el personaje creado por Aronofsky. Esto sólo puede deberse a la grandiosa actuación de Ellen Burstyn.

Muy pronto, millones de personas me verán y todos me querrán.

Marion

Aquí tenemos que elogiar al libro. Marion es, para muchos bibliófilos, el mejor personaje de la novela Réquiem por un sueño. Mientras que en la película de Aronofsky es un gran personaje entre cuatro grandes personajes.

En la pieza literaria, ella es quien, en mayor cantidad, influye en las decisiones de los demás personajes. Y es que siempre está presente, ya sea en pensamiento o en presencia, es una pieza clave de esta historia.

El personaje de Marion sufre un terrible desarrollo. Pasa de la inocencia a la depravación, pero, no obstante, logra salir mejor para que los demás al final del libro. ¿Una teoría? Puede ser la que mayor autocontrol tiene. Su carácter es fuerte, dominante y decisivo.

A pesar de esto, intuimos que la espera un destino igual de fatídico.

Siempre pensé que tú eras la chica más hermosa que jamás había visto.

Nos despedimos con una de las frases más desgarradoras de ambas obras, y también una que engloba la esencia de Réquiem por un sueño.

Sospecho que nunca habrá un réquiem por un sueño, simplemente porque nos destruirá antes de que tengamos la oportunidad de llorar su muerte.