“San Valentín sangriento”, día del amor, la amistad, la matanza y la tortura
Día de San Valentín… ¡Ah, qué bella época para dar y recibir amor! Hermoso día para pasar en pareja, entre amigos o, por qué no, simplemente encerrados en nuestra habitación deseando la muerte de todos los enamorados. ¿O no? Tal vez suena desquiciado, lo sabemos, pero no tanto cuando se tienen motivos de sobra para despreciar esta celebración, tal y como nos lo muestra la cinta de terror canadiense San Valentín sangriento (My Bloody Valentine, 1981), del director George Mihalka.
Durante la celebración del 14 de febrero en un pequeño pueblo de Canadá, una mina se derrumba y deja sepultados a varios obreros, obligando a que uno de ellos recurra al canibalismo para sobrevivir durante varios días, hecho que lo traumatiza de por vida. Sin embargo, cuando años más tarde el minero se da cuenta que la gente continúa celebrando esta fecha sin importarles la tragedia pasada, decide tomar venganza por su propia mano contra todos los enamorados y culpables del accidente.
Esta película se ha vuelto todo un producto canadiense de culto entre los fanáticos del cine de terror, tan así que es considerado por muchos como uno de los mejores slashers de la historia. Por supuesto hay que tomar en cuenta que estamos hablando de la época de los 80, así que si se atreven a mirar este film deben considerar que en él encontrarán demasiados elementos que hoy en día son considerados clichés, pero que en ese entonces eran algo innovador.
Así, la película no tarda en adentrarnos a la matanza, pues apenas en sus primeros minutos ya estamos presenciando el primer asesinato, donde también somos testigos de una macabra escena del crimen cuya carta de presentación no es otra sino una caja de chocolates…sólo que en esta ocasión se hacen a un lado los dulces para depositar dentro corazones humanos.
Este evento da pie para que el alguacil y otros personajes dejen al descubierto el oscuro secreto del pueblo, donde se explican las razones por las cuales Harry Warden, un minero que se volvió loco, no sólo realizó una terrible matanza 20 años atrás, sino que también prometió regresar cada vez que los pueblerinos decidieran celebrar el 14 de febrero.
El problema, como casi todo slasher, es cuando un grupo de jóvenes alocados por las hormonas y la rebeldía deciden llevar a cabo una enorme fiesta de San Valentín ese año, dando pie para que una nueva ola de asesinatos no tarde en comenzar otra vez. Y sí, con esto nos referimos a que el minero psicópata está listo para matar de nuevo.
Ahora, a estas alturas no es difícil adivinar el ritmo, la trama y hasta las vueltas de tuerca en la historia que tiene esta película, lo que en parte la convierte en una cinta bastante predecible, pues como dijimos antes, se trata de una historia llena de recursos sobre explotados del cine de terror actual.
Por ello aquí veremos secuencias de sexo juvenil, psicópatas enmascarados, personajes que no son lo que parecen ser, así como el borracho del pueblo que dice la verdad pero nadie le cree y, más importante aún, terribles y brutales asesinatos que no sólo cuentan con un nivel bastante digno de gore, sino que están realizados con efectos y maquillajes prácticos “de la vieja escuela”.
En pocas palabras, San Valentín sangriento es, con todas las de la ley, un entrañable pero brutal slasher “ochentero” al 100 por ciento.
Y es que precisamente sus dos puntos fuertes son: en primero, su historia original –de nuevo, para la época- en la que vemos a un sujeto ser víctima de las circunstancias al ser obligado a cometer una sádica venganza contra la sociedad que él mismo considera culpable de su gran desgracia; en segundo y mejor aún, las brutales escenas llenas de masacres y un gran sufrimiento para las víctimas.
Respecto al primer punto, diremos que San Valentín Sangriento cuenta una historia en la que el espectador será testigo de un brutal ajuste de cuentas entre el pueblo y el psicópata, aunque otra característica es que se trata de una cinta en la que fácilmente se puede entender los motivos del asesino para matar. Ahora, la película también contiene un final que si bien en la década de los 80 pudo ser sorpresivo, quienes tengan más practica en este tipo de tramas fácilmente podrán adivinar qué es lo que en verdad está ocurriendo en el pueblo.
Esto último quizá pueda hacer que la explicación final resulte un tanto insatisfactoria cuando se sabe la verdad, aunque por fortuna ésta también cuenta con una última sorpresa que termina por ayudar a que el desenlace no se perciba tan simple.
En cuanto al segundo punto, las masacres y las matanzas que vemos en esta película son su principal pilar, pues estás no sólo resultan ingeniosas, sino también un tanto explícitas debido a cierto nivel de sadismo que contienen. Además, recalcamos el hecho de que todas ellas están realizadas con efectos y maquillajes prácticos, así que aquí verán ojos saltar de sus cuencas y picos atravesar la piel humana de la forma más sencilla pero cruda posible.
En resumen, San Valentín sangriento resulta ser una perfecta película de terror festivo que logra contar una historia por demás interesante, que aunque predecible como comentamos, es correctamente acompañada de una serie de torturas y laceraciones que no dejarán indiferentes a los amantes del cine de género.
Pd1: si Quentin Tarantino se encuentra entre sus directores favoritos, tal vez les guste saber que él considera a esta película como el mejor slasher de todos los tiempos.
Pd2: San Valentín sangriento cuenta con un remake del año 2009.