“Nación asesina”, la violación de la privacidad y el miedo a la intimidad
En este mundo hay dos clases de personas: las que aceptan que la privacidad murió hace años, y las que falsamente luchan por protegerla. Así nos lo hace ver Nación asesina (Assassinaton Nation, 2018), del director Sam Levinson, una película que nos demuestra que los límites entre lo privado y lo público han quedado atrás.
Un hacker revela los secretos más íntimos y vergonzosos de todo un pueblo, quienes con tal de encontrar al culpable o al menos a un chivo expiatorio, comenzarán una sangrienta y brutal cacería contra un grupo de jóvenes mujeres, a quienes señalan como las principales sospechosas de tan enorme filtración datos, mensajes, fotografías y videos privados.
Nación asesina es una película que como muchas otras nos muestra un crudo retrato de la sociedad actual, la cual, deslumbrada por la tecnología y los desenfrenos, al igual que cegada por la sensación de libertad y superioridad que otorga el internet, se ha convencido de que en este mundo todos somos inapelables jueces y sádicos verdugos…siempre y cuando estemos tras la pantalla de un ordenador o un smartphone.
Por ello, Sam Levinson no se tienta el corazón para recalcarnos esto mediante su violenta y gráfica historia, aunque en este caso lo explícito de la misma no proviene sólo de la violencia visual, sino más bien del mensaje que envía la cinta.
Así, somos testigos de cómo un grupo de amigas son brutalmente juzgadas en Salem –cual si de una cacería de brujas se tratara– tras ser las principales sospechosas de revelar contenido explícito y privado de todo el condado; por supuesto y al igual que en épocas pasadas, son juzgadas sin tener pruebas contra ellas, pues aquí el caso no es comprobar el delito, sino únicamente castigarlo.
De esta manera y al no tener oportunidad de defenderse ni de ser escuchadas, deberán armarse con pistolas, escopetas, bates de béisbol, espadas y cualquier otra cosa que pueda ser usada como arma con tal de sobrevivir toda una noche ante sus agresores, quienes literalmente son todo Salem.
Por ello la cinta fácilmente podría compararse con otras similares como The Purge (2013), aunque la gran diferencia es que en esta ocasión no se hace una crítica o una alusión hacia el racismo y la diferencia de clases sociales, sino mejor dicho, a la violación de la privacidad y las consecuencias que esto trae consigo.
Es así que en una época donde la tecnología representa tanto una comodidad como un peligro (dependiendo en qué manos caiga), esta obra expone los peligros de compartir cualquier tipo de contenido privado en internet, ya sean mensajes de texto, de voz; documentos; retratos familiares, fotografías sexuales (sobre todo entre parejas); charlas donde se difunden mentiras, rumores, infidelidades; material pornográfico privado o ilícito, etc, etc.
Ahora, lo interesante es que el filme no trata de ser moralizador en ningún sentido y tampoco busca concientizar a la gente sobre los materiales que se envían ni a quién se mandan; no, pues al contrario, su objetivo es exponer la forma de actuar de las masas cada vez que se da a conocer algún contenido o información privada de alguien más, ya sea una celebridad, un amigo o hasta un familiar.
Por ello es que a lo largo de la trama vemos cómo son expuestos tanto políticos como otros “miembros ejemplares” de la comunidad de Salem, quienes son linchados mediáticamente por gente puritana que castiga y juzga su comportamiento impropio y pervertido.
Y claro, uno de los mayores logros de la cinta es esto último, pues fácilmente el espectador llega a experimentar ciertos sentimientos de frustración y enojo al mirar cómo esta misma sociedad juzga y castiga los actos inmorales de alguien más, pero también gusta de llevar a cabo estas prácticas en la intimidad.
De igual manera se expone la forma en que hechos totalmente inocentes se pueden llegar a mal interpretar y retorcer a tal grado de convertirlos en actos atroces y repulsivos. Claro, todo ello un claro ejemplo de los peligros que representa el internet cuando contenidos de este tipo llegan a mentes cerradas y carentes de razonamiento y análisis.
Por otro lado la película tampoco se olvida de tocar ciertos temas tanto feministas como de la comunidad LGBT, pues por una parte es clara la crítica que se hace hacía la opresión que sufren las mujeres por cierto sector de la comunidad (y más aún cuando son expuestas en la red), mientras que por otro también se expone la discriminación que sufren aquellos con gustos “diferentes” a los considerados “normales” por una sociedad.
En pocas palabras, es una película que también busca exponer la fragilidad masculina.
Sin embargo no por ello significa que la cinta esté totalmente balanceada hacía una mirada feminista, pues como dijimos, aborda esencialmente los peligros del internet y la hipocresía de la sociedad. Además, si a esto agregamos diversas secuencias con una cantidad de violencia física y verbal sumamente considerable, entonces estamos hablando de una película que seguro gustará a todos aquellos que prefieren ver la realidad cuan cruda es.
Y si bien la película tiene puntos en contra como lo son varias escenas cliché y algunos discursos un tanto forzados, por fortuna sus dosis de acción generan que esto pase prácticamente desapercibido, lo que a su vez permite digerir bastante bien el mensaje que se trata de enviar.
En resumen, Nación Asesina puede resultar una historia con una fuerte crítica hacia la hipocresía social y al machismo, misma que está aderezada con interesantes y brutales secuencias de acción; aunque por otro lado, su mayor logro es hacer que uno se cuestione: Si el día de mañana mis datos, fotografías, videos, documentos y toda, absolutamente toda mi intimidad fuese revelada al mundo… ¿Tendría por qué preocuparme? ¿A caso tengo algo incriminatorio qué esconder? ¿Saldría bien librado del linchamiento público y mediático? O peor aún, ¿qué sería capaz de hacer con tal de mantener mis secretos a salvo?