“Pigs”, psicópatas, trastornos sexuales, carne humana… y cerdos
Una de las maravillas del cine de terror es la libertad que tiene para contar las historias más bizarras y disparatadas, como lo deja en claro la cinta de bajo presupuesto Pigs (1972), también conocida como Daddy’s Deadly Darling (ambos títulos bastante llamativos y morbosos, ciertamente).
Una mujer es recluida en un manicomio tras los trastornos que le dejó el ser violada por su padre, aunque no tardará en escapar de su prisión para ir en busca de venganza, asesinando a todo aquel que le recuerde a su progenitor. En su camino se encontrará con un granjero que gusta de alimentar a sus cerdos con carne humana, por lo que entre ambos surgirá una extraña relación al descubrir los beneficios que les traen sus manías.
Pigs es una película de bajo presupuesto, prácticamente de serie B, con una trama bastante llamativa, al menos para quienes gustan de ver cintas con historias tan exageradas (a veces ridículas) como divertidas. Este es uno de esos casos, aunque por increíble que parezca, también se trata de una cinta que intenta ser seria y aterradora, pero que por desgracia se queda a mitad de camino.
Esto se debe a que su balanza oscila entre el cine slasher y el terror psicológico pero sin encontrar un equilibrio entre ambos, al menos no uno que la dote de la seriedad que pretende. Aun así la cinta no es del todo mala, ya que si decimos que no es un producto serio, esto es porque a pesar de que sus personajes son interesantes, los mismos no cuentan con la profundidad necesaria para tomarlos con la importancia que buscan, pero tampoco terminan risibles o absurdos.
Así, mientras por un lado tenemos a una mujer asesina y trastornada hasta la última fibra a causa de los abusos sexuales que vivió (al grado de no diferenciar entre la realidad y la fantasía), por el otro se nos presenta a un hombre que simple y sencillamente gusta de matar personas y servirlas como comida a sus cerdos.
Como vemos, dos protagonistas con manías exquisitas pero que se quedan sólo en eso, o sea, en manías y trastornos de los que no se explican ni sus orígenes ni su desarrollo, lo que es lamentable tomando en cuenta que ambos encuentran en el otro una gran apoyo, ya que mientras ella puede asesinar a diestra y siniestra, él se ve libre para usar dichos cadáveres como alimento para sus porcinos.
En pocas palabras, la trama de Pigs se centra en sus dos asesinos, pero no profundiza lo suficiente en sus trastornos como para empatizar con ellos, ya sea amándolos u odiándolos.
Es esto lo que genera que la historia de la película se perciba bastante desaprovechada, pues aunque se pudo explotar de mejor forma los trastornos de ambos, únicamente terminan por ser un par de psicópatas con justificaciones en sus actos, pero no con motivos de peso o al menos no tan convincentes.
Esta razón es por la que Pigs no encuentra un equilibrio entre el slasher y el terror psicológico, ya que mientras sus matanzas no son tan crudas y sangrientas como para considerarla una morbosa pyscho-movie, la retorcida psicología de sus villanos tampoco es la necesaria como para acercarla al horror que pudo causar.
Aun así se trata de una película a la que vale la pena darle una oportunidad (al menos aquellos que gustan de este tipo de cine), pues como dijimos en un inicio, es una obra que aunque no cumple del todo su cometido, al menos lo intentó.